Concierto Económico: ¿En qué quedamos?
Nos ha llamado la atención la reflexión de Joseba Egibar en una entrevista el domingo 18 de febrero. Decía: “No puede pasar como ahora con el Concierto Económico, que si en diez años no ha habido acuerdo es porque el Gobierno español no ha querido… Solo cuando el PP ha visto la necesidad del PNV ha venido la negociación”. Le ha faltado decir que en esa negociación el PNV ha acordado apoyar duras políticas de ajuste recogidas en los Presupuestos, entre ellas, la ridícula subida de las pensiones. Según Egibar el Concierto no refleja una relación entre iguales. ELA comparte esa opinión.
Sin embargo, lo que dice Egibar no tiene nada que ver con lo que una semana después ha dicho Andoni Ortuzar. El domingo 25 de febrero, en otra entrevista, argumentaba en relación con el nuevo estatus político: “El asunto es cómo garantizamos que cuando haya conflicto nos vamos a sentar a la mesa con las mismas condiciones. Ya lo tenemos con el Concierto Económico”. Ortuzar, contra lo manifestado por Egibar, defiende que las negociaciones del Concierto se hacen “entre iguales”.
Dos versiones contradictorias sobre un mismo hecho. Y una certeza: Es el Estado, también en el Concierto (CAV) y en el Convenio (Nafarroa), quien tiene la última palabra. El Estado decide cuándo y cómo se realiza esa negociación. Y cuando esa negociación se produce no es limpia, sino que se condiciona a otros acuerdos en los que las políticas sociales siempre pierden. Ese es el modelo.
Lo que ELA denuncia sobre el Concierto y el Convenio es mucho más grave si tenemos en cuenta que quienes defienden“una relación entre iguales” ocultan que acordaron con el PP la “regla de gasto” que vacía de contenido la pretendida capacidad vasca para decidir cuánto y en qué gastamos. La mayor recaudación fiscal obtenida por las haciendas de la CAV y Nafarroa se destina a pagar la deuda. La política más antisocial que hayamos conocido y que, además, debilita profundamente nuestro autogobierno... ha sido acordada entre el PP y el PNV.
La política, demasiadas veces, se reduce a acuñar términos para que sean repetidos una y otra vez. No importa que la realidad los desmienta. Ahora toca el de la “bilateralidad” entre la CAV y el Estado; más allá de que, objetivamente, suframos una política involutiva y unilateral en todos los órdenes que impida defender la existencia de una relación “entre iguales”.
A todo esto -y hablando de fiscalidad-, debemos añadir el uso que hacen las Haciendas vascas del Concierto y el Convenio. Las herramientas son buenas o malas según sean usadas. Rementeria ha ido a Madrid a decir a un grupo de empresarios: “He hecho los deberes que me pedisteis: bajar el impuesto de sociedades. Somos el territorio del Estado con el Impuesto de Sociedades más bajo”. Y ¿quiénes están contentos? La patronal, que sabe que, con un discurso similar al de Donald Trump, cada día que pasa, paga menos impuestos. Sí, gracias al uso del Concierto y del Convenio, las rentas empresariales pagan aquí menos que en España, la presión fiscal es menor que la española, y muy inferior a la de la media europea. Este debate debiera ser central para la izquierda política.
Las cosas no son como las cuentan. También en nuestro país, en la política cotidiana y con amplia difusión mediática, hay muchas “Fake News”.