Desactivar la Reforma Laboral

22/10/2014
En febrero de 2012 el Gobierno de Madrid aprobó una reforma que suponía una radical transformación de la negociación colectiva que habíamos conocido hasta entonces.

La patronal, tanto española como la de aquí -que son lo mismo-, aplaudió efusivamente la reforma; por su parte, el gobierno de Gasteiz, a pesar de declarar su posición contraria -pura retórica-, no ha puesto ningún límite al desarrollo de la reforma. Como siempre, más allá de las palabras más o menos políticamente correctas, no ha tomado una sola decisión que ponga coto a la aplicación de la reforma.

En opinión de ELA, la reforma tiene dos objetivos: reducir los costes laborales mediante la rebaja salarial y minar la defensa colectiva. Los poderes económicos y políticos no quieren tener enfrente ninguna instancia colectiva; nos quieren coger uno a uno, una a una. Gobiernos y patronales persiguen con tesón esas metas: la congelación de los costes laborales o la caída salarial; la prolongación de la jornada; la imposición de condiciones peores para las nuevas contrataciones; una flexibilidad creciente, etc.

Por tanto, está claro que la ley ha cambiado, y que ha cambiado para ser aplicada; quien no quiera ver esto sabrá por qué no quiere ver, pero basta con leer el texto de la reforma y analizar las posiciones cotidianas de patronales y gobiernos para llegar a esa conclusión. Un representante de la patronal navarra nos advirtió hace unos días: “Preparaos, nosotros también hemos leído la reforma laboral e iremos a las empresas a tirar las condiciones laborales”. Ciertamente, es legítimo que cada sindicato tenga su estrategia, pero es trampa plantearla como si la ley no hubiera cambiado. Eso no es honesto.

Una vez analizada la reforma, ELA ha explicado claramente, una y otra vez, que el ámbito más eficaz, o más bien el único eficaz, para hacer frente a la reforma laboral, son los convenios de empresa, pero no porque el sindicato lo haya buscado, sino porque esa es una evidencia que se deriva de la reforma laboral de Rajoy. En ELA estamos en ello; desde que se aprobó la reforma laboral hemos firmado más de 300 convenios de empresa; gracias a ellos hemos dejado la reforma fuera de esos centros de trabajo. Es inaceptable la crítica que nos hacen los demás sindicatos -CCOO, LAB y UGT-; están mintiendo: ELA no deja de lado los convenios sectoriales, y eso lo saben, sobre todo LAB. Desde que se aprobó la reforma laboral ELA ha firmado 14 convenios sectoriales, y LAB, 17; mienten a conciencia. Ya es hora de dejar a un lado los debates estériles y las mentiras.

El pacto de empresa no es más que eso, un pacto de empresa, y los empresarios pueden modificarlo unilateralmente valiéndose de la ley; algo que no pueden hacer con un convenio. Son los convenios con buenos contenidos los que nos permitirán hacer frente a la reforma laboral, no los acuerdos interprofesionales, acuerdos marco sectoriales, convenios puente o iniciativas de ese estilo.

Hace tiempo que ELA ha calado a la Patronal, que vive de la subvención pública y se arroga de una representatividad que no se puede acreditar: Para poder cerrar acuerdos con ella solo hay una posibilidad, la aceptación de los contenidos que impone. Las políticas y decisiones del Gobierno Vasco dejan claro que éste no está dispuesto a tomar ninguna decisión que pueda favorecer a los trabajadores y trabajadoras. Busquemos las alternativas vinculantes que se adapten a los diferentes sectores; ELA lleva tiempo haciéndolo. Todavía no es demasiado tarde; se puede volver a la realidad. Hagamos frente a la reforma laboral de la manera más eficaz: mejorando la correlación de fuerzas empresa por empresa construiremos una verdadera alternativa, sectorial o de empresa.