El feminismo occidental es injusto con el feminismo africano

05/03/2025
Hilaria Vianeke, afiliada a ELA, trabajadora social, doctorada en Administración y Política Pública por la UPV/EHU y activista por los Derechos Humanos
Los movimientos feministas han recogido e impulsado el trabajo de las feministas blancas occidentales, dándolas a conocer al mundo como las únicas mujeres que a lo largo de la historia han luchado por los derechos de las mujeres. Se habla del trabajo de las feministas occidentales desde el año 1790, como Mary Wollstonecraft, Christine de Pizan, Poulain de La Barre, hasta el pasado siglo, como Simone de Beauvoir, Betty Friedan, Concepción Arenal, Clara Campoamor... como las grandes mujeres feministas del mundo, invisibilizando y dejando a un lado la gran aportación a la lucha por los derechos de las mujeres llevada a cabo por las mujeres de otros continentes, especialmente por las del continente africano.

En estas celebraciones del 8 de marzo, día dedicado a hacer valer, impulsar, visibilizar y exaltar los derechos y las luchas de todas las mujeres, es importante que la sociedad y el mundo se acuerden de todas, conozcan la aportación de cada una de ellas de forma que las niñas, especialmente las niñas negras, tengan referentes y sepan que las mujeres negras africanas no se han quedado mirando, esperando que otras lucharan por sus derechos, sino que siempre han sido protagonistas de sus propias luchas.

Es muy importante remarcar aquí que incluso durante los duros años de colonización, expolio y deshumanización de las sociedades africanas, las mujeres han sido siempre impulsoras de las luchas por la justicia en sus sociedades. En este punto, hay que mencionar el imprescindible papel de mujeres como la reina Nzinga Mbandi, una mujer de Angola que, en el siglo XVI, plantó cara a los colonizadores portugueses, evitando el masivo transporte de personas de esta zona del continente para la esclavitud a países como Brasil. Se sabe de Nzinga Mbandi que fue una gran diplomática, guerrera y defensora de los Derechos Humanos, especialmente de las mujeres que, en esta época, eran transportadas como incubadoras de niños y niñas, que desde el vientre de sus madres ya estaban vendidas para la esclavitud.

Por otro lado, hay que recordar al mundo que la primera persona en el mundo que creó una institución para la enseñanza superior fue una mujer africana. Se trata de la marroquí Fátima Al Fihri. Esta mujer creó la Universidad de Qarawiyyi en Fez en el siglo IX. Pocas veces se ha oído hablar de ella y de su gran aportación a la academia. Al Fihri buscaba colocar a las mujeres en los espacios públicos a través del acceso a la educación superior.

Las grandes guerreras de Dahomey, mujeres que formaron un ejército exclusivamente femenino, ordenado, invencible, se han dado a conocer en sociedad gracias a la imparable lucha de los movimientos por la recuperación de la historia y memoria negra en los Estados Unidos, quienes se han empeñado en llevar al cine su legado evitando que, como otras, también se quedasen en la invisibilidad.

Del mismo modo, tampoco se menciona a la reina Ashanti, impresionante política, diplomática y gestora del reino de Asante, actual Ghana. Lo mismo ocurre con la reina Nandi, de los zulúes de Sudáfrica, la reina Ranavalona de Madagascar... y muchas otras grandes reinas y heroínas africanas, de las cuales las niñas y niños no saben nada sobre su trabajo y aportación al feminismo. Mujeres que, hasta antes de la colonización europea en África, eran quienes dirigían sus reinos, sus hogares, la economía, la política y procreaban por imperativo biológico.

El feminismo occidental a lo largo de la historia ha dejado de lado las reivindicaciones de las mujeres negras, así como su historia. La lucha feminista para cualquier mujer negra africana no termina con la igualdad entre hombres y mujeres o con la rotura de cualquier techo de cristal; la lucha feminista para las mujeres negras africanas es extremadamente interseccional. A las mujeres negras les atraviesa el racismo, un racismo que debería ser tenido en cuenta de forma transversal en las luchas feministas occidentales y en las políticas públicas de género, porque no es solo el hecho de ser mujer el que nos aparta de la vida social, sino que también, el de ser mujer y ser negra en una sociedad racista.

El feminismo occidental, si quisiera ser representativo de todas las mujeres, tendría que incluir en los manifiestos de igualdad todas aquellas violencias que afectan a las demás mujeres en el mundo. No hay que olvidar que hoy por hoy, aún existen muchas mujeres que sufren la mutilación genital, que son forzadas a casarse siendo aún niñas, que trabajan y producen la tierra pero no tienen ningún derecho sobre ella, sufren prácticas como el aplastamiento de los senos, la rotura de fístula y viven completamente sometidas a prácticas culturales que ignoran sus Derechos Humanos. El feminismo occidental tiene la obligación de acompañar, apoyar y respaldar las luchas de las mujeres feministas negras africanas contra todas esas prácticas.

Por otro lado, desde Europa es necesario que se mire a las mujeres migradas de todos los orígenes como iguales, como aliadas, no como las otras, las que están y deben permanecer en una escala inferior. Es visible la infravaloración de los saberes de las mujeres migradas, es visible la hipersexualización de las mujeres negras, la invisibilización de sus aportaciones en todos los ámbitos de la vida y es aún más profunda la feminización de la pobreza, cuando además de ser mujer, se es negra o racializada.

Es evidente que todavía hay mucho por hacer para que se reconozca la valía de las mujeres negras africanas, mujeres como la premio Nobel keniana Wanghari Mathaai, la presidenta liberiana Ellen Johnson Sirleaf, la economista nigeriana Okonjo-Iweala, la escritora nigeriana Chimamanda Ngozie Adichie, la presidenta namibia Netumbo Nadi Ndaitwah, la presidenta tanzana Saumia Hassan Suluhu, las deportistas como Rebeca Cheptegei, las grandes futbolistas africanas, las artistas Miriam Makeba, Ivonne Chaka-Chaka, Lourdes Van-Dunem… y muchas otras mujeres que sin miedo han roto los techos de cristal en la política, en los deportes, en la cultura y en otras áreas, deberían ser visibilizadas.

La reivindicación de las mujeres negras africanas en este 8M es que se las tenga en cuenta como aliadas y se visibilicen sus aportaciones, sus luchas, para que la lucha feminista pueda ser global, de todas y para todas.

Gora Borroka Feminista Antirazista!