Ellas también tenían nombre

21/05/2025
Mirari Ullibarri- ELA
Hasta hace unos días, tanto para muchas de vosotras como para mí, el nombre Lucía Topolansky no resultaba relevante. Ella tan solo era conocida por ser `la mujer de´, a pesar de haber sido militante del Movimiento de Liberación Nacional- Tupamaro, haber sido encarcelada y posteriormente torturada durante el golpe de estado de 1972, haber sido fundadora del partido Movimiento de Participación Popular y, asimismo, haber desempeñado cargos institucionales como senadora y vicepresidenta de la república de Uruguay.

Ahora que sabéis por dónde van los tiros, sí, ella también era la pareja de Pepe Mújica, y aunque Jexux Mari diga “yo ya lo sabía”, muchas de vosotras os preguntaréis cuántas Lucías habrá en la historia.

Cuando viví en México tuve la oportunidad de compartir espacio con comunidades zapatistas. En uno de los territorios recuperados por el EZLN, varias compañeras coexistimos con una familia del movimiento de liberación nacional. Él era el proveedor y el gestor del espacio; ella había sido relegada a los cuidados. No obstante, Marta (nombre ficticio) había sido una de las mujeres que tomó San Cristobal de las Casas la madrugada del 1 de enero de 1994. Asimismo, había sido una de las guerrilleras que “se tiro al monte” y resistió en la zona norte de Chiapas.

Hace una semana tuve la oportunidad de viajar a Irlanda del Norte, esta vez, como una turista más interesada en la política internacional y los procesos de liberación de los pueblos oprimidos. Viajar a Derry, pasear por el barrio católico y observar tanto los murales como los monumentos fue algo fascinante, como mínimo. Visitar el museo, el cual posee las explicaciones en euskera, una experiencia reflexiva y lacrimógena. Pero dentro de esta experiencia conmovedora y empoderadora habitaba en mi una pregunta: “¿Dónde están las mujeres?”.

Hasta este año, que se inauguró el mural en homenaje a la periodista y militante Nell McCafferty, solo dos murales del barrio católico hacían referencias a mujeres. El primero está dedicado a la política Bernadette Devlin, y el segundo, llamado`la muerte del inocente´, muestra a Annette McGavigan, víctima civil de un tiroteo por parte del ejército británico en Derry.

El borrado de la historia no es casual y no solo nos pasa a las mujeres. De esto mismo podrían hablar durante horas y semanas, por ejemplo, las personas racializadas. Que no se hable de nosotras, que no se documenten nuestras vivencias, o que no seamos referentes es un ejercicio consciente que ha llevado a cabo este sistema cisheteropatriarcal y racista. El no aparecer ni en los libros de historia ni en los ensayos de tu librería de izquierdas de confianza no significa que no hayamos estado sosteniendo y liderando cada uno de los procesos de emancipación.

Necesitamos referentes, viejas y nuevas; en el sindicalismo, en los movimientos de vivienda, en las organizaciones juveniles, en los gaztetxes, en las comisiones de fiestas, en las agrupaciones antirracistas, y definitivamente, en cada una de las disidencias. Brindemos por las Treces Rosas, por las Mujeres Libres, por las once de Basauri, por todas las que ha habido y por las que vendrán. Que sus nombres no caigan en el olvido.