Iba siendo hora

07/05/2002

De las escenas del 1 de mayo, en Madrid, no sé si quedarme con la manifestación de la mañana, en la que Fidalgo y Méndez, máximos responsables de CC.OO. y UGT, esgrimen la amenaza de la huelga general contra las medidas gubernamentales en materia de desempleo, o la escena de la tarde-noche en el Estadio Santiago Bernabeú en la que los mismos Fidalgo y Méndez comparten palco y retrato con Juan Carlos Aparicio, el Ministro de Trabajo patrocinador de aquellas medidas. No se trata de coger el rábano por las hojas ni elevar la anécdota a categoría, pero, francamente, la cosa tiene bemoles. Aunque, si bien se mira, la peor señal de cómo está la cosa sindical española es que choca más que un dirigente con la trayectoria de Fidalgo amenace con la huelga general que el que compadree con el ministro de turno.

En cualquier caso, está bien que el sindicalismo español se sitúe en la confrontación, aunque sea con reservas y carácter episódico. Porque las medidas del gobierno en materia de desempleo exigen respuesta, como la exigían tantas otras (la reforma laboral del despido más fácil y más barato o la reforma de pensiones, por poner dos ejemplos) que fueron pactadas y vendidas como conquistas sindicales. Bien está que esta gota colme un vaso que debió rebosar hace tiempo.

El 1 de Mayo ELA, como otras organizaciones sindicales abertzales, ha fijado posición sobre la respuesta a una reforma que rechaza de plano, manifestando su disposición de ser parte de un planteamiento de huelga general. Un planteamiento en el que si por ámbito de responsabilidad corresponde la iniciativa a los sindicatos españoles mayoritarios, el sindicalismo vasco tiene algo que decir. Y es que la realidad del movimiento sindical de Euskal Herria no debe quedar diluida ni reducida a cumplimentar el diseño decidido desde la metrópoli.

Vamos a sumar contra la política del PP en materia social, desde nuestra realidad y el respeto a nuestro ámbito de decisión.

HI