José Elorrieta: "Hasta que vuelvan"

04/01/2006

En los meses previos a la declaración de Lizarra-Garazi Ibaeta fue una referencia en la defensa de los derechos de los presos y presas vascas. Ocho años después, el pasado noviembre, un gran número de organizaciones sociales, políticas, sindicales constituimos allí un foro que quiere ser un polo activo en esa reivindicación. La referencia al tiempo nos ayuda a tomar conciencia de los muchos años que venimos reclamando el cumplimiento de unos derechos, movilizándonos por ello. Lo hemos hecho en coyunturas muy difíciles en el pasado y hoy debería ser más fácil, por el clima político y porque a esa reivindicación se ha sumado mucha más gente.

Las organizaciones de Ibaeta hemos convocado una manifestación para el próximo sábado en Bilbao. Vamos a movilizarnos de nuevo a reivindicar la repatriación de las personas presas, así como el cumplimiento de sus derechos. Lo venimos haciendo los últimos viernes de mes en las concentraciones convocadas por Etxerat y vamos a volver a hacerlo ahora en una manifestación nacional.

Las organizaciones antirrepresivas, humanitarias y las de los familiares de las personas presas nos informan permanentemente de la situación dolorosa y humillante en que se encuentra ese colectivo, y como consecuencia también sus familiares y allegados. No vamos a repetir aquí el desgraciado rosario de datos y argumentos que muestran claramente las repetidas vulneraciones de derechos que vienen sufriendo. A nosotros nos corresponde, en el plano del análisis, hacer una valoración política respecto a esa situación. Y nuestro análisis es muy sencillo: los estados español y el francés, y sus sucesivos gobiernos, están utilizando a esas personas como objeto de venganza, como rehenes y moneda de cambio para el chantaje político, sometiéndolos a regímenes especiales durísimos, inhumanos, impropios de un estado de derecho.

Del actual gobierno español, del gobierno socialista, cabe decir aquello de «ni una palabra mala, ni una obra buena». Los elementos más graves, más represivos, del pacto antiterrorista siguen plenamente vigentes, porque para que siga vivo no es necesario que los dos partidos se sigan reuniendo. Tiene vida propia en los tribunales (ahí está, por ejemplo, el 18/98), en las instituciones penitenciarias, en los aparatos del estado, en muchos medios de comunicación y otras fuerzas vivas... Y a golpe de injusticia, entre otras muchas cosas, vienen generando estados de opinión mentirosos respecto a los presos, como es, por ejemplo, el de que los presos y las presas vascas viven una situación de privilegio respecto a los comunes.

Es evidente que las personas presas, todas ellas, junto a la falta de libertad y como consecuencia de ella, sufren una especial situación de indefensión. Por esa razón, precisamente, en un estado democrático, deberían tener más garantías que nadie para el ejercicio de todos sus derechos: sea el derecho a ser excarcelados, a los beneficios penitenciarios, a la salud, a estar cerca de su casa, a estudiar, a ser madre y padre con mayor dignidad, a hablar y vivir en su lengua materna... Son cuestiones simples, como hemos recordado en la declaración de Ibaeta de noviembre. Podemos decir, en este sentido, que la situación de los presos y presas es un test de la salud democrática de un sistema político, un termómetro que vale más que mil declaraciones. Y ese termómetro, hoy, en el estado español, está bajo cero, porque se están aplicando políticas de exterminio, como decía recientemente una organización antirrepresiva.

Hacemos estas denuncias y reivindicaciones en un momento histórico, en un contexto político. Sea cual sea la valoración que se haga sobre esta coyuntura, Euskal Herria tiene derecho a una solución, a una salida democrática. Y esta cuestión de las personas presas es parte, debe ser parte importante de esa solución. El fin de la dispersión, el cumplimiento de sus derechos y la posibilidad de participar en los debates políticos darían credibilidad al proceso de paz que todos y todas deseamos. Las personas presas tienen derechos, obviamente, al margen de la salud de los procesos políticos, pero no cabe duda de que el cumplimiento de estas cuestiones facilitaría enormemente el abordaje y resolución de otras.

Finalmente, pensando en el futuro de nuestra tierra, necesitamos además que todas las energías que hoy se canalizan al ámbito antirrepresivo y humanitario, puedan encauzarse en el corto plazo en dinámicas constructivas para nuestro país. Es lo que una grandísima parte de esta sociedad desea.

Por todo ello estaremos el próximo sábado en Bilbao, y haremos nuestro nuevamente el grito de «Euskal Presoak Euskal Herrira», hasta que vuelvan.

José Elorrieta Secretario general de ELA