No necesitamos recomendaciones

05/07/2018
Adolfo Muñoz "Txiki", secretario general
El acuerdo sobre negociación colectiva alcanzado entre CCOO, UGT y la patronal reproduce un modelo de negociación ineficaz y burocrático. No hay participación de los y las trabajadoras y se renuncia a cualquier movilización. Si el sindicalismo, a la vista del poder que las reformas han otorgado a la patronal, renuncia al conflicto, se ve obligado a jugar en el terreno que interesa a la patronal. Por eso el acuerdo recoge meras recomendaciones que no vinculan a la patronal a nada.

EL ACUERDO QUITA PRESIÓN AL PSOE. El PSOE defendía en la oposición la necesidad de revocar las últimas reformas laborales (y la de pensiones del PP). Ha cambiado al llegar al Gobierno. Dice que hará “retoques” y añade que éstos se condicionan al acuerdo entre sindicatos y patronal. ¿Alguien cree que la patronal va a renunciar a lo obtenido con las reformas? Por eso decimos que el acuerdo quita presión al PSOE al conceder veto a la patronal para cualquier cambio. Incluso si nos fijamos en los contenidos que patronal y sindicatos remitirán al Gobierno, se puede apreciar una devaluación total respecto de los temas más conflictivos introducidos en las reformas (prioridad del convenio de empresa sobre el de sector, ultraactividad, inaplicación unilateral de los convenios…).

Uno de los grandes errores del sindicalismo español ha consistido en dejarse llevar por los cantos de sirena de los partidos “amigos”; no ha llegado a una conclusión obvia: la socialdemocracia en esta fase neoliberal es solo un reclamo electoral. Al PSOE hay que presionarle con fuerza, entre otras cosas, porque conocemos al PSOE. Fue el partido que reformó el artículo 135 de la Constitución, que dio paso a la política de ajustes y recortes. Sánchez ha aclarado que cumplirá con el Pacto de Estabilidad y la Ley de Estabilidad Presupuestaria. Y Europa exige al Estado que cumpla con la reducción del déficit y que no revoque las reformas. Para no defraudar a Europa Sánchez ha nombrado ministra de Economía a Nadia Calviño, que hasta ahora ha sido responsable de presupuestos de la UE; un nombramiento aplaudido por las grandes empresas y la banca.

En contraposición a esta izquierda, con cada vez menos ideología, hay que recordar cómo actuó la derecha cuando llegó al Gobierno: no perdió el tiempo, ni condicionó los brutales recortes y reformas a un acuerdo entre sindicatos y patronal; los hizo y punto. Resulta revelador que sea ahora la patronal vasca, con un gran cinismo, la que se alegre de que “se vuelva a la vía de que los cambios se hagan con el aval de los agentes sociales”. Dice eso tras haber obtenido del PP todo lo que quería. Con este acuerdo, el PSOE, CCOO y UGT aceptan que no cambie nada de las reformas si la patronal no quiere. Cuando está en la oposición, esta izquierda canta, y cuando entra en los gobiernos, silba. Así nos va.

MERAS RECOMENDACIONES. Lo que recoge el Acuerdo son recomendaciones que, si no se firman en los convenios, no sirven para nada. Incluso si se analizan como tales recomendaciones, comprobamos que son muy pobres. Unas veces por su calculada ambigüedad, y, otras, porque la propia literatura y objetivos que se plantean son, esencialmente, los que interesan a la patronal (competitividad, absentismo…). Vamos por partes.

Se pretende topar la reivindicación salarial por arriba sin establecer un mínimo de incremento salarial por abajo (“en torno al 2%” no establece un mínimo). Debe subrayarse que el acuerdo es para tres años, y que se desvincula por completo de la evolución de la inflación (que ahora está en el 2,1% y se espera que suba aun más). Por ejemplo, a modo de contraste, los acuerdos firmados por ELA en diversas subcontratas con incrementos del 8%, 20%, 25% y de hasta el 40% no tienen en cuenta esas recomendaciones. Menos mal. Lo hacemos porque si seguimos exclusivamente la referencia del IPC nunca sacaríamos de la miseria laboral a esos colectivos. Y esos colectivos hoy son multitud.

El AENC recomienda un salario mínimo de “1.000 €”. Una referencia de salario mínimo único muy injusta para, por ejemplo, Hego Euskal Herria. Dos datos para explicarnos: El alquiler medio de una vivienda en la CAPV es de 952 €, mientras que en Extremadura o Castilla es de 500€. Un 100% de diferencia. Las referencias unificadas empobrecen a los y las trabajadoras vascas (igual que a otras muchas en el Estado). Otro tanto podemos decir respecto de la brecha salarial, que es de 7.000 € en nuestro país. ¿Piensan acabar con la discriminación de género con incrementos de 2%? También por todo eso exigimos el marco vasco de relaciones laborales, para negociar colectivamente aquí y dignificar las condiciones de trabajo.

ULTRAACTIVIDAD. Tampoco hay marcha atrás respecto a eso. El texto, como dice Confebask “es muy sutil”. A la vez que se dice que “se comparte la necesidad de que durante los periodos de negociación de los convenios colectivos, éstos conserven su vigencia” el texto recoge que “cada una de las partes puede decidir que la negociación está agotada y, por tanto, instar la mediación obligatoria o el arbitraje voluntario”. ¡Vaya avance! Ese texto es incompatible con la eficacia indefinida del convenio en tanto se alcanza un nuevo acuerdo. Y resulta curioso que entre las alternativas al bloqueo de la negociación que se recogen en el Acuerdo firmado aparezcan la mediación y el arbitraje y no la huelga. No es un lapsus.

EVITAR LA PROPAGANDA. “Los trabajadores verán aumentados sus sueldos en un 2%, pudiendo llegar al 3%”. Es lo que decía una presentadora de un medio público de comunicación. No es verdad. Agradeceríamos que se de una información veraz. Dicho eso, al sindicalismo le conviene, por su propia supervivencia, no caer en los estereotipos en los que han caído la mayoría de los partidos políticos; esos que están convencidos de que las cosas no son como son, sino como se cuentan. Que la realidad no existe. A la izquierda sindical, social y política no se le perdona que aparente; de nosotros y nosotras se espera que transformemos una realidad injusta, no que convivamos pacíficamente con ella.

El acuerdo firmado, en opinión de ELA, es reflejo de la debilidad sindical y de la falta de voluntad para remover inercias en el sindicalismo. Los firmantes optan por ser organizaciones de orden en un contexto de desorden impuesto por la patronal con la ayuda inestimable de los gobiernos. Es normal que la patronal firme este tipo de acuerdos para garantizarse la paz social. Es normal que los aplauda el Gobierno porque le quita presión sindical. Acuerdos como esos han contribuido, antes de la crisis y durante ella, a extender la precariedad. Por eso decimos que esas “recomendaciones” no son para ELA ningún referente.