Organizar nuestra defensa es la única alternativa

22/11/2012
La negociación colectiva interpela seriamente al sindicalismo. Antes de explicar dónde se sitúa ELA es preciso aclarar unas ideas. La primera es que los salarios pierden posiciones en el reparto de la riqueza; perdieron en fase de crecimiento y lo hacen ahora –en crisis- en mayor medida. La segunda: las reformas se han hecho para facilitar a la patronal la destrucción de empleo y la bajada salarial. La tercera: no es cierto –en absoluto- que bajando salarios se mantenga el empleo; al contrario, con una economía real estrangulada si se bajan los salarios habrá más paro. Y la cuarta: sufrimos una fase en la que el poder político asume, casi sin excepciones, una visión propatronal ultraliberal.

 

Es obvio que la patronal obtiene de la ley lo que quiere porque maneja la política a su antojo. Pero no se conforma, quiere más; quiere que el sindicalismo le de un reconocimiento social. ¿Se merece reconocimiento social Bridgestone que hace público el mismo día 230 despidos y 1.130 millones de € beneficio? En una reciente reunión con ELA una patronal vasca afirmó que iban a usar la reforma para ganar competencia bajando salarios. Nosotros les contestamos: “No será con el apoyo de ELA”. No, la patronal que defiende eso no merece reconocimiento.

¿Qué le da la reforma a la patronal? La reforma es pura involución. Además de la centralización que Zapatero regaló a CCOO y UGT, el PP les da más cosas: la posibilidad de inaplicar el convenio colectivo; la de bajar salarios mediante la Modificación Sustancial de las Condiciones de Trabajo; la desaparición de la ultraactividad para que una vez acabada su vigencia las condiciones de trabajo pasen a regularse por otro convenio peor (si lo hubiera) y, si no, por los mínimos legales; y la eliminación de la razón de ser de la negociación sectorial.

Sí, la reforma establece que el acuerdo sectorial es una mera recomendación que no obliga. Deja de ser un mínimo de obligado cumplimiento para que lo acordado en la empresa (en materias esenciales) pase a tener prioridad absoluta. Dicho con otras palabras: la firma de un acuerdo sectorial no garantiza su aplicación. Este es uno de los cambios más duros que introduce la reforma con el objetivo de tirar salarios.

Dicho lo anterior, es importante desmontar algunas manipulaciones. Es la ley, hecha al dictado de la patronal, la que establece que los acuerdos de sector no obligan a las empresas. Es la ley la que, en su caso, dejaría sin convenio a muchos trabajadores-as (a quienes no se organicen sindicalmente para evitarlo). Han llegado a ponerlo por escrito: “Los sindicatos no van a ser capaces de adaptar su organización para ser eficaces en las empresas”. ELA va a seguir haciendo lo que esté en su mano para llevarles la contraria. Existen muchos ejemplos de prácticas sindicales positivas que nos indican el camino.

La negociación colectiva no es un acto unilateral. Es cosa de dos y la patronal quiere que sea exclusivamente un elemento más de ajuste salarial y de flexibilidad. Confebask intentó el Acuerdo Interprofesional con CCOO, LAB y UGT y no lograron su objetivo. Por el momento. La patronal quiere marcos de encuentro sin contenidos, sin que le obliguen a nada y que le den paz social en las empresas. ¿Quién da más? Sí, quiere “paz social”. Solo que, no hay paz; hay una guerra declarada contra el empleo, el salario y para deshumanizar el trabajo. El sindicalismo no debe, en opinión de ELA, acompañar a la patronal en este viaje. Tiene que oponerse y desde esa oposición nítida ganar correlación de fuerzas. No puede ser que, mientras la patronal saca provecho del miedo haciendo lo que le viene en gana, obtenga del movimiento sindical ese reconocimiento.

A veces, se recurre a la caricatura para estigmatizar al oponente. Eso sucede cuando a ELA se le atribuye una actitud de “confrontación”. ¿Es cierto que la patronal usa la reforma para despedir fácil y barato y chantajear las condiciones de trabajo? Si. ¿Es cierto que el lobby empresarial tiene hilo directo con los gobiernos (de Madrid, Iruña y Gasteiz) para que le den lo que quiere? También. Pues bien, si eso es así, que lo es… organizar nuestra defensa colectiva es una conclusión de sentido común. No se nos va a regalar nada; nunca lo han hecho. Nuestro reto es organizar la acción sindical. Un reto difícil, sin duda. ELA solo aprecia dos alternativas. La primera, decirle a nuestra gente, “no os preocupéis que nosotros lo solucionamos”. Falso, no va a ser así; no es una cuestión que se resuelva con burocracia sindical. La segunda, exige organización y compromiso militante, consiste en volver a los orígenes del movimiento sindical para trabajar una relación de fuerzas favorable, empezando sin duda alguna, por las empresas. Lograr que nuestra gente sea protagonista de su propio convenio. El sindicalismo que no esté con fuerza en las empresas, no estará en ningún otro sitio con capacidad de influencia real.

Por eso hay que insistir: la interpelación más clara que estas reformas trasladan al movimiento sindical tiene que ver con el reto organizativo, con nuestra capacidad de organizarnos. A los trabajadores y trabajadoras sólo nos queda el sindicato.