Otra reforma inutil
El empleo temporal volvió a crecer más que el indefinido, con lo que la tasa media anual de temporalidad aumentó del 33,3· de los asalariados en 2005 al 34% en el 2006. El dinero que están costando las subvenciones a las empresas para que utilicen la contratación indefinida parece que no está dando muchos resultados. No es la opinión de un sindicalista de ELA; la cita corresponde a un analista económico que dirige una Fundación perteneciente al mundo financiero.
La última Reforma Laboral es simplemente eso: una transferencia de muchísimo dinero a los empresarios a cambio de que sigan haciendo lo que más les convenga. Los empresarios, en el Estado Español, son los más subvencionados de toda Europa. Cada vez pagan menos impuestos y cada vez reciben más dinero. El motivo por el se les entrega ese dinero es una simple excusa. Hay que tratarles bien y cualquier argumento vale. En el caso que nos ocupa, la contratación& ¿qué mejor que utilizar la coartada de favorecer los contratos indefinidos? Resulta paradójico que quienes exigen el adelgazamiento de la Administración Pública con el objetivo de pagar menos impuestos, sean los grandes beneficiados recibiendo cada vez más subvenciones y bonificaciones. Resulta paradójico, pero así es.
¿Qué otra cosa facilita esa Reforma? Abaratar más el despido tal y como la patronal viene pidiendo a los sucesivos gobiernos. La tendencia al abaratamiento de los despidos (que son libres en el Estado Español) ha sido progresiva e imparable. Precisamente de eso se trataba. Los contratos temporales convertidos en indefinidos, además de ser subvencionados, son mucho más baratos a la hora de despedir. De esa manera, se les beneficia a los empresarios en dos momentos: a la hora de contratar recibiendo dinero de las Administraciones y al despedir, al pagar indemnizaciones mucho más baratas por despidos improcedentes. La política económica de verdad, en una coyuntura como en la que la patronal bate record de beneficios, se resume en que los patronos reciban más ayudas públicas -o ventajas fiscales- que nunca y que les resulta más barato que nunca deshacerse de un trabajador. Y cuanto más se reduzcan las indemnizaciones para los demás (fijos, indefinidos&), más fácil será hacer lo mismo con todos. La acumulación de beneficios ha sido declarada materia intocable y dar a quienes más tienen es una constante de los sucesivos gobiernos.
La última Reforma no abordó el principal problema de la contratación: la inexistencia de sanción al fraude en la contratación que realizan los empresarios; un fraude que sigue siendo general y sistemático. Un fraude premeditado, para que en una relación contractual esencialmente inestable, se favorezca un tremendo desequilibrio entre el empresario y quien está sujeto a ese tipo de contratos. Un desequilibrio muy rentable para la patronal, ya que, lleva al trabajador a aceptar cualquier exigencia empresarial. Sobre el personal temporal, más que sobre el fijo, pende siempre una amenaza: si reclamas tus derechos no hay renovación. La ley laboral no favorece, para nada, que los trabajadores precarios puedan exigir el disfrute de sus derechos, lo que lleva a que la mayor parte de las ocasiones sean inexistentes en la práctica.
Y esto es así, fundamentalmente, porque la Administración Laboral -en teoría, la encargada de perseguir estas conductas- mira para otro lado. No existe voluntad política alguna en la Administración Laboral (la vasca es un buen ejemplo de lo que decimos) para emplear algún medio coercitivo que obligue a los empresarios a cumplir la ley. Así, sin sanción y como dueños y señores, hasta la siguiente Reforma.
Sí. Porque ese es el resultado. La patronal, incumpliendo la ley y forrándose como consecuencia, condiciona una nueva Reforma (ya dicen, que la que se hizo es insuficiente) que vuelve a dar una vuelta de tuerca a los de por sí precarios derechos laborales. ¡Un auténtico chollo!
Todo esto pasa en una coyuntura económica que dura ya 12 años, en la que todas las estadísticas oficiales afirman que la riqueza se reparte injustamente, que los salarios pierden posiciones y que los beneficios empresariales crecen sin parar. Resulta obsceno que se siga apretando más a los de siempre, pero es así. Cuando allá por 1984 se dio comienzo a las reformas más duras contra el principio de estabilidad laboral se justificó en una coyuntura de crisis. Hoy nada de eso sucede y siguen haciendo lo mismo.
Los objetivos de la patronal son bien sencillos. Aprovechan que el gendarme (la Administración) se tapa los ojos para seguir realizando un montón de desaguisados y, desde la posición de defraudador impune, provocar otra Reforma. Otra más, que acordada con un sindicalismo de saldo les legitime nuevos retrocesos. A ELA no le llama la atención que la patronal actúe así. Siempre le han estorbado las reglas cuando de defender derechos laborales se trataba. Ellos siguen a lo suyo: ganar dinero.
A estas alturas tampoco nos llama la atención la posición sindical de CC.OO y UGT. Ningún Gobierno en el Estado se ha equivocado a la hora de sentar las bases de la relación con esos sindicatos para que den el visto bueno a las Reformas: atar al sindicalismo a fuentes de financiación diferentes de las cuotas de los afiliados, al erario público. Lo han hecho todos los gobiernos.
A nosotros no nos parece propio de un sindicalismo responsable seguir así. Visto cómo están dejando el mercado de trabajo, con unas condiciones cada vez más deterioradas, las oportunidades sindicales que tenemos tienen mucho que ver con lo que a lo largo de la historia ha hecho el sindicalismo de clase: llamar a las cosas por su nombre, no legitimar actuaciones de patronales y de gobiernos contrarias a los intereses de nuestra gente y organizar a los trabajadores-as para mejorar nuestra relación de fuerzas y luchar.
Dani Gomez, Secretario general del Metal