Soltar el hueso en el debate entre sindicatos

29/07/2024
Pello Igeregi Santamaria - Responsable de Negociación Colectiva de ELA
Desde mayo Santi Martínez, responsable de comunicación de CCOO-Euskadi, ha escrito tres veces contra ELA en el diario digital Hordago. Le he contestado dos veces, y he decidido dar por concluido este debate postal ya que el intercambio de golpes entre los dirigentes de dos sindicatos da una imagen penosa, cuando deberíamos dedicarnos principalmente a crear las condiciones para disputar el poder a la patronal.

Además, aunque la discusión partió de la negociación colectiva, Santi Martínez ha tenido interés en abordar cuestiones ajenas al debate y, en lugar de contrastar opiniones sobre un tema, lo nuestro se ha convertido en un concurso de “zascas”, algo que está muy de moda en las redes sociales. Debo reconocer que la resistencia y la osadía son virtudes que admiro en cualquier sindicalista, y Santi Martínez reúne ambas.

Quería saldar una deuda muy vieja y estoy acabando de leer Les Misérables de Victor Hugo; al ver la perseverancia de Santi Martínez se me ha venido a la cabeza que estoy ante el policía Javert, que persiguió durante 30 largos años al benévolo delincuente Jean Valjean. Santi Martínez se aferra a ELA como el perro al hueso. No he entendido muy bien esa obsesión; no sé si CCOO tiene necesidad de notoriedad o a qué responde.

Como he dicho, también tiene osadía. En el último escrito hace referencia a una donación recibida por ELA en 1983 (que es criticable). Sin embargo, ELA nunca ha tenido problemas legales con su financiación; es curioso que sea precisamente ¡un miembro de la dirección de CCOO ! el que suscita esa crítica: Tarjetas black, EREs de Andalucía, casos de corrupción en la formación continua...

Esta es mi última réplica. En ella querría sacar conclusiones de todo lo que se ha escrito. En todo momento he tratado de dar respuesta a los ataques dirigidos a ELA sin abrir nuevos focos de discusión (aunque quizá no lo haya logrado siempre). Santi Martínez ha optado por otra vía: En lugar de responder a los argumentos planteados ha abierto nuevos debates para zumbar a ELA, sin referencia a muchos de los argumentos y datos que he aportado. De hecho, sigo sin entender la motivación de aquel primer escrito: Con el pretexto del cambio legal para otorgar la prioridad de los convenios colectivos de aquí, en lugar de profundizar en el asunto en sí se dedicó a atacar a ELA. Supongo que en los puntos que no ha contestado habrá dado por buenas las referencias planteadas.

Por ejemplo, no ha dicho nada sobre estas afirmaciones: Que en Novaltia, empresa donde se ha desarrollado la huelga más larga conocida en Europa, CCOO obtuvo, con ayuda de la empresa, representación sindical gracias a las trabajadoras y trabajadores esquiroles que se beneficiaban de una doble escala salarial; que ELA organiza en Hegoalde más huelgas de las que CCOO convoca en todo el estado; que el 80% de los convenios estatales firmados por CCOO pone límite o impide la negociación de condiciones laborales en Hego Euskal Herria, a pesar de que la ley no obligue a ello; que ELA ha sido el único sindicato que ha combatido en los convenios colectivos la reforma laboral de Rajoy; que los convenios que firma ELA son bastante mejores que los aprobados por CCOO, o que ignorando las reglas democráticas fundamentales CCOO, con el 18% de representación en la CAPV, está dispuesto a acordar convenios o acuerdos políticos como si tuviese el respaldo mayoritario de la clase trabajadora.

En el último escrito, una vez más, Martínez abrió nuevos temas de discusión. Despreció la militancia antifranquista de ELA, dando a entender que la legalización de ELA en Eibar se realizó con ayuda policial, mientras que la de CCOO en Barcelona se produjo en la clandestinidad. Creo que la gente de CCOO debe estar orgullosa por la actitud y valor que mostraron sus militantes durante la dictadura (comparto esa admiración), pero no hay por qué menospreciar la lucha de los demás. Las personas que hoy formamos parte de ELA estamos muy orgullosas de los sindicalistas que dirigieron el Batallón San Andrés en la lucha contra el fascismo, de quienes conocieron la cárcel y el exilio, o de la gente que en la clandestinidad refundó el sindicato. La asamblea de CCOO en Barcelona se celebró en julio de 1976 en la clandestinidad, igual que un mes más tarde el congreso de ELA en Euba. Con todo, resulta como mínimo muy atrevido, por parte de una persona que pertenece al sindicato que en 1977 firmó los Pactos de la Moncloa y participó así en lo que se conoció como la Transición española, criticar la actitud de ELA un año antes.

A continuación Santi Martínez recuerda que en 2011 CCOO, LAB y UGT se reunieron con CONFEBASK para hablar de un Acuerdo Interprofesional que diese prioridad a los convenios de la CAPV, y que ELA no estuvo allí. Tal como dije en el anterior escrito (porque fue en 2011 y no en 2013, como escribí equivocadamente) CONFEBASK manifestó claramente a ELA que firmaría ese acuerdo a cambio de paz social; ELA decidió que no entraría en una operación para justificar la posición de la patronal sabiendo que su objetivo era obtener la paz social, en un contexto de medidas contra la clase trabajadora y grave deterioro de las condiciones laborales; nuestro sindicato no estaba dispuesto a participar en un acuerdo que buscaba dar carta de naturaleza a ese deterioro. Nuestra patria es el territorio de la lucha por las condiciones laborales de las trabajadoras y trabajadores; sin eso nuestra existencia no tiene sentido. CCOO, LAB y UGT tenían mayoría suficiente para cerrar un acuerdo de ese tipo; ellos sabrán por qué no lo hicieron.

En otro momento mi interlocutor afirma que soy chauvinista por decir que los convenios estatales que se firman en Madrid son de miseria. Estos acuerdos no son malos porque se firmen en Madrid, sino porque su contenido es pésimo. Como referencia, acabo de repasar los tres últimos convenios estatales que se han firmado: El convenio de entidades de crédito establece salarios de entre 18.703 y 22.186 euros durante los 12 primeros años de trabajo; el convenio de notarías se ha visto superado por el Salario Mínimo Interprofesional, y el salario básico para el personal de Prensa es de 16.352 euros. Estos convenios son de miseria, y la mayor miseria es para las personas a las que en el Estado se les aplican esos convenios; todas ellas merecen unas condiciones mejores en un momento en que las empresas están obteniendo los mayores beneficios de la historia. Solo me he referido a los tres últimos acuerdos, pero hay otros muchos que determinan condiciones penosas (químicas, residencias de la tercera edad, telemarketing, oficinas de ingeniería...). Estos convenios son pésimos porque no han suscitado ninguna movilización y responden a un modelo sindical, el modelo de concertación.

A Santi Martínez también le parece mal que las huelgas generales se convoquen en Hegoalde en días diferentes a los del estado. ELA no acepta que Hego Euskal Herria, o la CAPV, sea un subsistema del marco español de relaciones laborales. Aspiramos a tener una normativa propia, porque estamos convencidos de que la capacidad de lucha que hay aquí nos dará oportunidad de condicionar más todas esas normas en favor de la clase trabajadora. Además, en Hego Euskal Herria, especialmente en la CAPV, la mayoría de las trabajadoras y trabajadores compartimos esa idea. Estaría bien que CCOO aceptase democráticamente que aquí está en minoría y que no tiene derecho a imponer sus marcos. Algo que ha hecho, por ejemplo, recientemente con los salarios del sector público: Ha acordado que el incremento salarial en el Estado sea del 2%, imponiendo que sea obligatorio en el conjunto del Estado (aunque una vez más provoque la pérdida de poder adquisitivo); en cambio, en la CAPV CCOO ha reivindicado junto con los demás sindicatos que los salarios se negocien aquí. Y eso nos alegra. Pero si fuera coherente Santi Martínez debería aceptar la posibilidad de que la clase trabajadora vasca desarrolle luchas autónomas, más allá de los marcos que se definen en el Estado. Ambos tenemos una patria como referencia; solo que es diferente. Y ambos tenemos todo el derecho a tener una patria diferente; el problema es que la patria que defiende Santi Martínez tiene el respaldo del status quo y toda la legislación, hasta el punto de considerarse la patria natural a fuerza de una imposición secular (la mayoría de patriotas españoles no tiene necesidad de reivindicar su patria porque se ha impuesto con éxito), y prohibe el derecho de organizar nuestro territorio libremente. A mí también me gustaría ser ciudadano del mundo...

Por último, nos reprocha que en los polideportivos de varias localidades de Bizkaia sigamos en huelga, tras la firma del convenio sectorial por parte de CCOO, LAB y UGT. La tesis inicial de Santi Martínez era, tal como decía en el primer escrito contra ELA, que CCOO defiende un sistema de negociación colectiva articulada y en cascada, en el que los convenios estatales proporcionan un mínimo que se puede mejorar en otros ámbitos (ya he dicho anteriormente que esto no es cierto, ya que el 80% de los convenios estatales prohiben o limitan la negociación en otros ámbitos). ELA únicamente se dedica a apoyar a las trabajadoras y trabajadores que luchan por mejorar sus condiciones laborales. ¿Dónde está el problema si el resultado es que mejoran los contenidos de los convenios sectoriales? Sus logros servirán como referencia para la próxima negociación del convenio sectorial. Es más, en el anterior acuerdo sectorial LAB, CCOO y UGT pretendían dar por bueno un texto que incluía una reducción de jornada escasísima, y después de que ELA lograse en varios polideportivos la jornada de 1.592 horas anuales se alcanzó una reducción de 60 horas a nivel sectorial. En el último convenio se ha conseguido que la jornada anual de 1.592 horas se establezca para todo el sector, aunque solo en 2028. Para ELA eso es articular la negociación colectiva: abrir mediante las luchas el camino para mejorar las condiciones de trabajo. Quizá el problema sea que esas mejoras exigen luchas firmes y huelgas, y que CCOO no está preparada para ello.

En una ocasión anterior dije que la diferencia entre ELA y CCOO no tiene que ver con las patrias; cada quien tiene la suya. La diferencia está en el modelo sindical. ELA defiende la libertad sindical y la pluralidad, y hasta ahora CCOO se ha arrogado una representación que la clase trabajadora no le ha dado democráticamente y ha impuesto sus decisiones a las mayorías, o ha solido dar por buena la imposición del marco estatal. Nosotros decimos que la mejora de las condiciones laborales vendrá de la organización de la clase trabajadora, mientras que CCOO cree en la concertación social. Esas son las principales diferencias, que han quedado en evidencia en nuestro debate. Sería positivo superar esas diferencias, al menos por el bien de las trabajadoras y trabajadores, pero el punto de partida para ello deberían ser las reglas democráticas.

Basta con acudir a la referencia histórica que aparece en la página web de CCOO para detectar esas diferencias: “El mes de octubre de 1977, tras la victoria electoral de la UCD, las fuerzas políticas parlamentarias firman los Pactos de la Moncloa, que apoyaría CCOO. Desde entonces y hasta 1986 tuvo un lugar un proceso de concertación social centralizada. CCOO suscribió algunos de estos acuerdos y rechazó otros. En todo caso, estos acuerdos respondían a la siguiente lógica: la moderación salarial facilitaría la recomposición del excedente empresarial. A su vez, éste facilitaría nuevas inversiones y, como corolario, nuevos empleos. Al mismo tiempo, la moderación laboral proporcionaría estabilidad al proceso de transición”. Defienden un modelo sindical basado en la concertación centralizada (imposición de los marcos estatales), la paz social (renuncia a la huelga) y la moderación; pues bien, ese no es nuestro modelo. El problema no es que en determinada fase histórica se haya actuado de esa manera, sino el hecho de considerarlo positivo desde la perspectiva actual. ELA ha cambiado mucho desde los años 80, manteniendo con firmeza algunos rasgos fundamentales (especialmente su total lealtad a la clase trabajadora vasca y la autonomía del sindicato); sería positivo que también CCOO fuera capaz de reformular su estrategia.

Casi me da pena poner fin a estos debates con Santi Martínez; a pesar de que no los vea adecuados, me lo he pasado bien. Espero que en el futuro podamos debatir en torno a una mesa, y que en vez de chocar entre nosotros hablemos más contra la patronal. Por mi parte, suelto el hueso.