Soy amiga del agresor
¿Qué pasa cuando el agresor es tu amigo, tu compañero, tu familiar o tu pareja?
Comencé a militar con 18-19 años, y desde entonces, he leído/escuchado comunicados contra cinco compañeros cercanos. Haciendo números, uno cada dos años. Y no, no ha sido fácil. Me he cuestionado, me he sentido mala feminista, he repasado cada uno de los momentos vividos con esas personas de manera obsesiva y sí, he llorado, y mucho. Qué cómodo es decir “si mi amigo es un agresor házmelo saber”, pero qué difícil es descubrirlo y gestionarlo.
Tenía 21 años cuando descubrí que mi amigo aliado marxista, feminista y estudiante de filosofía golpeaba a su novia. Éste no era el potencial agresor que yo había diseñado, éste era un compañero, y sobre todo un amigo. No, no fue fácil, pero con 21 años presenté pruebas contra él en un juicio. Durante el proceso, mi amigo, el aliado feminista, me dijo: “la sociedad es machista y sé que no la creerán”, así fue. Fue atroz.
Tenía 23 años cuando salieron a la luz dos comunicados contra dos compañeros, uno de ellos tenía 5 folios. Entre uno y el otro hubo 6 meses de diferencia. No eran mis amigos, pero sí compañeros y me dolió, cuestioné la organización, pero también mi militancia.
Con 26 años, mientras me encontraba en un congreso político, recibí la llamada de una amiga. Ella me contó que una persona que yo quería y quiero mucho, la había agredido. Tuve una crisis de ansiedad, no podía respirar, no podía pensar. Fue en aquel momento cuando una amiga que estaba en ese congreso me cogió del brazo y me sacó de allí. Le debo la vida. Este fue uno de los peores procesos de mi vida.
Ahora tengo 29 años y he leído otro comunicado, en este caso contra un compañero de mi/nuestro entorno. Puede que esta vez no haya sido tan duro en lo personal, pero os aseguro que la rabia, la tristeza y la impotencia la tengo a flor de piel, imagino que os encontráis en la misma situación.
Con todo ello quiero decir: los agresores ni tienen cuernos ni son monstruos, son personas de nuestro entorno, y en muchas ocasiones, son amigos, compañeros, familiares y/o parejas. Seguramente estas vivencias son las peores que he tenido nunca, y recordarlas o escribir sintagmas acerca sigue siendo duro. Aún así, estaré siempre agradecida a las mujeres que levantaron la voz, y como no, a todas mis redes que tras cada destructivo proceso estuvieron ahí.
Todas las agresiones no son iguales, no podemos meterlas en el mismo saco y no podemos otorgarles el mismo tratamiento. A veces me he sorprendido, otras no tanto.
Hoy he decidido escribir desde mis entrañas, pero tened en cuenta que todas conocemos y/o queremos a agresores. Comencemos a tomar conciencia, comencemos a poner remedio y como no, a analizar nuestros entornos.