SEGURIDAD

Trampas al solitario

24/07/2025
Mirari Ullibarri, miembro de Acción Social
Si tenemos que hablar de seguridad, hablemos de todos los apellidos que la complementan. De lo contrario, nos haremos trampas al solitario, o lo que es peor: le haremos el juego a la derecha.
  • Seguridad es poder llegar a fin de mes.
  • Seguridad es no tener miedo al impago de la hipoteca.
  • Seguridad es no ser desahuciada.
  • Seguridad es no gastar el 40 % de los ingresos en pagar el alquiler.
  • Seguridad es no sufrir acoso escolar.
  • Seguridad es no sufrir acoso por parte del jefe.
  • Seguridad es no ser agredida por un compañero de trabajo.
  • Seguridad es poder hablar sin miedo en una asamblea.
  • Seguridad es no ser asesinada por tu expareja.
  • Seguridad es no sufrir violencia vicaria.
  • Seguridad es no ser acosada por la calle.
  • Seguridad es poder llegar sola a casa.
  • Seguridad es llegar a casa.
  • Seguridad es no tener que mandar “he llegado”.
  • Seguridad es vestirse como una quiere.
  • Seguridad es no sufrir homofobia.
  • Seguridad es no sufrir transfobia.
  • Seguridad es poder salir al escenario sin recibir un botellazo.
  • Seguridad es poder darle la mano a tu pareja en público.
  • Seguridad es no perder un brazo en el trabajo.
  • Seguridad es no perder la vida en el trabajo.
  • Seguridad es quedarte embarazada sin ser despedida.
  • Seguridad es poder disfrutar de las vacaciones sin represalias.
  • Seguridad es que te paguen las horas extra.
  • Seguridad es no tener la necesidad de hacer horas extra.
  • Seguridad es no sufrir racismo.
  • Seguridad es no ser parado por la policía por tener un perfil racial.
  • Seguridad es saber leer un contrato laboral.
  • Seguridad es poder acceder con tu silla de ruedas a cualquier sitio.
  • Seguridad es tener una red de cuidados.
  • Seguridad es ser atendida en la lengua oficial.
  • Seguridad es que no pasen cinco meses antes de ser atendida en Osakidetza.
  • Seguridad es no ser interina.
  • Seguridad es no quedarte en paro cada verano.
  • Seguridad es que no se acabe tu alquiler cada verano.
  • Seguridad es saber realizar trámites administrativos.
  • Seguridad es no estar en situación irregular.
  • Seguridad es estar dada de alta en la Seguridad Social.
  • Seguridad es no verte obligada a migrar.
  • Seguridad es poder pagar la universidad pública.
  • Seguridad es no verte en la calle el día de tu 18 cumpleaños.

Podría seguir así, relatando cada una de las situaciones que vulneran nuestras vidas a diario, redactando cada una de las intersecciones que deciden coaccionar nuestra existencia y hacerla cada día más violenta y agresiva.

La utilización de la palabra “seguridad”, estrechamente ligada a la delincuencia —y esta entendida única y exclusivamente desde una perspectiva de clase burguesa— es capciosa.
¿Por qué no llamamos delincuente a la patronal cuando se queda con nuestra fuerza de trabajo?
¿Por qué no llamamos delincuentes a los empresarios que llevan décadas haciendo ingeniería fiscal?
¿Por qué no llamamos delincuentes a la clase política que decide privatizar el sistema público?
¿Por qué no llamamos delincuentes a los integrantes del poder legislativo que promueven leyes antipersona?

Para finalizar, me gustaría recuperar dos frases del dramaturgo marxista Bertolt Brecht. Por un lado:

“Robar un banco es delito, pero más delito es fundarlo.”

Y por otro:

“Estar contra el fascismo sin estar en contra del capitalismo supone rebelarse contra la barbarie que nace de la barbarie; equivale a reclamar una parte del terreno y oponerse a sacrificarlo.”

En definitiva, si tenemos que hablar de seguridad, hablemos de todos los apellidos que la complementan. De lo contrario, nos haremos trampas al solitario, o lo que es peor: le haremos el juego a la derecha.