ELAk Osalani dagokion diru guztia jasotzea galdegingo du

2003/03/19

Kaixo lagunok:
Gaur, hemen, gehiengo sindikala osatzen dugunok bildu gara, Batasunaren ilegalizazioa delata gure desadostasuna azpimarratzeko eta adierazteko oso garbi erabaki hau ez dela erabaki judiziala, politikoa baizik.
Noski, Batasuna jokoz kanpo ustea ez da helburu bakarra izan, nahiz eta demokratikoki ikusita oso kaltegarria izan.
Gobernu españoletik hasita behin eta berriro esan digute ez dutela onartuko korronte hau, bere ideologiarekin, bere proiektuarekin parte hartzea datozen hauteskundeetan.
Erabaki honen errudun ez da bakarrik PP izan, PSOE baita ere. Akordio antiterrorista sinatu duen eran, eta akordio horren barruan jasotzen diren neurriak bultzatzen dituen eran, Batasunaren ilegalizazioarekin, eta Egunkariarekin gertatzen ari denarekin bat dator Alderdi Sozialista .
Ekitaldi honetan nahi dugu adierazi, baita ere, herritar guztion eskubideen alde gaudela, eta, ezin dela onartu alderdi edo inoren kontra jotzea.
Bada garaia bai, euskal herritar guztien eskubide guztiak bematzeko Euskal Herri osoan. Hau da behintzat gure estrategiaren ardatza.
Hortik aurrera zihur gaude euskal gizartean badagoela indarra, dugun gatazka politikoa demokratikoki gainditzeko eta bide hortiatik, gu, prest gaude burujabetza prozesuari bultzakada bat emateko.
Heldu da garaia proposamenak, eta jarduera metodoak zehazteko.
Noski sindikatu bezela, langile mogimentu bat bezela gure aportazioa, ez bakarra, baina bai nagusitarikoa, gizarte solidario bat lortzea
izango da, esparru eta espazio sozioekonomiko propioaren bidez.

Compañeras y compañeros, amigos y amigas delegadas:
El Tribunal Supremo ha ilegalizado un partido político, ha ilegalizado a Batasuna. Pero la decisión con ser de una gravedad extrema, va más allá, con la explícita intención de negar expresión electoral a un espacio arraigado en la sociedad vasca, que comprende reivindicaciones, opciones ideológicas, proyectos, compartidos por muchos ciudadanos y ciudadanas.
La razón que nos reúne hoy aquí, a la mayoría sindical vasca, no es otra que la de denunciar este atentado al derecho de participación política y la de reivindicar con el mismo nivel de contundencia que todas las personas y organizaciones sin exclusión deben tener garantizados sus derechos de representación y participación. Por respeto a todas las personas, por respeto a todas las ideas, por imperativo democrático.
Queremos llamar la atención que, cuando desde la mayoría sindical vasca se toma posición en la defensa del pluralismo político y en la defensa del derecho de participación política, se hace proclamando que estos derechos son fundamentales y que no pueden depender en consecuencia, de coyunturas políticas. Todas las ciudadanas y ciudadanos deben tener garantizados, por consiguiente, tales derechos.
No aceptamos que se prive de expresión política a sectores de la sociedad, como se está haciendo con la izquierda abertzale, ni que haya electos municipales que tengan que vivir escoltados porque pertenecen a tal o cual partido político. Tampoco nos resignamos al actual bloqueo, y no renunciamos en consecuencia, a contribuir a una solución.
En una cuestión tan nuclear, para propiciar climas políticos y escenarios electorales normalizados, creemos que la mayoría sindical ha alcanzado un nivel de reflexión y posición común que va en la buena dirección.
Desgraciadamente la ilegalización de Batasuna no es un hecho aislado, constituye más bien un ejemplo de una estrategia con un perfil muy autoritario, represivo, una estrategia que quiere neutralizar todos los proyectos activamente comprometidos en la construcción nacional, como hemos tenido ocasión de comprobar con el cierre de Egunkaria.
La concreción de esta estrategia es el Pacto Antiterrorista, que es un pacto contra el ámbito vasco de decisión, contra el derecho de las vascas y de los vascos a decidir sobre nuestro futuro. El Pacto Antiterrorista es un pacto de Estado que más allá de las coyunturas está decidido a frenar por cualquier procedimiento un proceso soberanista.
Puede que la gestión del Pacto Antiterrorista incorpore el estilo propio de una ideología, no solamente de derechas, sino con claras reminiscencias franquistas, puede que la gestión del Pacto Antiterrorista incorpore el perfil de un liderazgo que ha demostrado su verdadera naturaleza en la guerra de Irak.
Pero si el PSOE trasladase con una mínima coherencia sus discursos y posición contrarios a la guerra, a la resolución del conflicto vasco, es evidente que el PP no podría maniobrar con el nivel de impunidad que está maniobrando en la guerra del norte.
Todos los conflictos deben resolverse democráticamente, también el conflicto vasco. Somos un pueblo que no tiene la posición estratégica de otros, nuestros ríos en comparación con el Eúfrates y el Tigris son pequeños arroyos que dan nombre y vida a nuestras comarcas. Tampoco tenemos petróleo, que explica buena parte sin duda, de lo que ha ocurrido y está ocurriendo en el medio Oriente. Pero los demócratas españoles, incluidos los actores y actrices que tan ejemplar posición han tenido en contra de la guerra, también deberían saber que las vascas y los vascos tenemos un idioma, que muchos vascos y vascas tenemos una conciencia nacional, que tenemos el derecho colectivo de ser plenamente soberanos, tan soberanos como lo son hoy los distintos estados en esta fase de la globalización.
Lo que recientemente le ha ocurrido a Fermin Muguruza en Madrid no es una anécdota, es también un síntoma muy preocupante de hasta donde llegan los efectos del Pacto Antiterrorista. Incluso gente de buena voluntad cree que el único conflicto que no tiene que resolverse democráticamente es el vasco.
El Pacto Antiterrorista va más allá de la Ley de Partidos, busca uniformizar los aparatos del estado incluido el poder judicial y busca uniformizar también los estados de opinión pública, posibilita incluso la práctica de la tortura, sin que la denuncia de la misma concite niveles de reacción colectiva entre los españoles. No es casualidad en este sentido que sólo Catalunya marque la diferencia.
El PP y el PSOE tienen una coincidencia básica y cuando dicen que el Estatuto y la Constitución son inamovibles reiteran con una única voz que el único derecho que tenemos los vascos y las vascas es el de ser españoles.
La ilegalización de Batasuna, el cierre de Egunkaria, pueden ser un aviso a navegantes, una advertencia de que nadie ni nada les va a parar para cortar por lo sano cualquier iniciativa soberanista. Puede ser también un test a nuestra capacidad de respuesta, y de reacción.
En todo caso, nosotros y nosotras tenemos la firme convicción de que hay masa crítica para abordar la resolución democrática del conflicto vasco. Estamos decididas y decididos a participar activamente a favor de un proceso soberanista para Euskal Herria abriendo espacios de debate y convergencia para marcar objetivos estratégicos, acordar ritmos, e impulsar iniciativas de gestión. Ningún demócrata tiene que tener miedo a este debate, ningún demócrata puede quedar excluido de este debate.
Estamos también firmemente persuadidos y persuadidas de que los objetivos estratégicos, los ritmos y la gestión de un proceso soberanista dependen indiscutiblemente de los métodos de actuación de este proceso, que sólo va a arrancar si es única y exclusivamente civil y esta es una cuestión no solamente indiscutible, sino también inaplazable.
No hay períodos de transición, no hay ningún tipo de condición de nadie sobre nadie, que pretenda evaluar grados aceptables de compromiso, porque todo lo que no sea civil en un proceso soberanista sobra y estorba.
La mayoría sindical vasca no pretende suplantar a los partidos en la tarea que les es propia y tampoco marcar el guión de los partidos soberanistas vascos. Esta no es nuestra pretensión.
Pero quien piense que la política, más aún en una situación particularmente crítica como la que vivimos, es patrimonio de unas élites, negando al resto capacidad de opinión y libertad de movimiento, antes de hablar deberían reflexionar.
La democracia en su sentido más pleno, en su sentido más desarrollado incumbe a todos y a todas y además el mayor potencial del proceso soberanista está en la red social, en la red cultural que han ido tejiendo los hombres y las mujeres vascas, también en las últimas décadas, sacando adelante iniciativas y proyectos que constituyen la verdadera esperanza de un futuro nacional para Euskal Herria.
Por muy útiles y necesarios que sean las mayorías electorales, por muy legítimos que sean los distintos proyectos tendentes a ampliar en clave electoral las distintas propuestas, lo que verdaderamente blinda un proceso soberanista es el grado de compromiso colectivo, organizado, militante de los distintos sectores de la sociedad vasca.
El proceso soberanista vasco tiene dos grandes desafíos: uno de ellos es ganar en las urnas, ganar plebiscitariamente; y bien harían quienes apuestan por ello en tener en cuenta el modelo de sociedad a la hora de definir su propuesta. El segundo gran desafío, más difícil todavía que el anterior, es garantizar que esta mayoría en las urnas esté reforzada, sólidamente reforzada, en la sociedad vasca por ese compromiso colectivo organizado, militante.
No hemos llegado a un punto de inflexión, tenemos que seguir dando pasos, tenemos que seguir siendo exigentes, no solamente con otros, sino también con nosotros mismos, eliminando niveles de indefinición, de ambigüedad y de indecisión.
En la coyuntura presente los pasos cortos o largos tienen que ser en cualquier caso definitivos. La mayoría sindical vasca quiere contribuir para que en esta encrucijada entremos irreversiblemente en una nueva fase en la que todas las personas y todos lo proyectos tengan cabida. Para nosotras y nosotros este objetivo no es ya un simple deseo, no es sólo una reivindicación, es un eje referencial normativo y estratégico.