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2005/02/14

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EL RAPTO DE EUROPA
(Emakume mundu martxako kideen artikuloa Europako Ituna eta emakumeen gaiari buruz, gaztelaniaz)

Según la mitología griega, Europa, hija de Agenor y de Telefasa fue raptada por Zeus cuando jugaba a orillas del mar. Zeus, enamorado de Europa, se transformó en un toro blanco y manso y, sobre su lomo, la transportó más allá de los mares. Y así Zeus, vencedor en la lucha entre los antiguos dioses y los nuevos, iba imponiendo el nuevo orden patriarcal.

En el siglo XXI nos han vuelto a raptar a Europa. El nuevo tratado por el que se establece una Constitución para Europa ha desatendido la lucha y los logros de las mujeres en los últimos siglos y ha reforzado las estructuras de poder del patriarcado.

Con la Constitución Europea se ha perdido una ocasión histórica para recoger la visión de género de acuerdo con las exigencias de las mujeres y los cambios que se han dado en la sociedad en estos últimos siglos.

Pero una vez más las mujeres, en todo este proceso, no hemos tenido voz. Decisiones políticas que son la base para la construcción del futuro de Europa (base que después va a ser muy difícil alterar) que van a tener una trascendencia enorme para nuestras vidas, se han elaborado y aprobado al margen nuestro. Y también al margen del resto de la ciudadanía, porque esta constitución se ha realizado sin proceso constituyente y sin consulta popular, marginando la participación ciudadana. Estamos hablando de un tratado entre estados, no de una constitución.

Desde Olimpia de Gauges y Mary Wollstonecraft hasta hoy la lucha de las mujeres europeas por vindicar sus derechos y conseguir su reconocimiento como ciudadanas ha sido larga y dura y forma parte ya de nuestra herencia cultural europea. Por eso ésta Constitución era una buena oportunidad para recoger las exigencias históricas y contribuir a hacer realidad la igualdad, en la vida y en la ley. No ha sido así, sino que por el contrario se produce una regresión en la plasmación de los derechos de las mujeres.

Esta Constitución no reconoce la igualdad entre mujeres y hombres como uno de los valores en los que se inspira. Nosotras entendemos que la igualdad entre mujeres y hombres es un valor cultural europeo, fruto de nuestra historia y de nuestra lucha. La Constitución lo reconoce sólo como un objetivo a promover. Y no es una diferencia sin importancia. Cómo recoge la propia Constitución se pueden tomar medidas contra aquellos estados que violen uno de los valores en los que se apoya la Constitución, pero no contra los que no cumplan los objetivos a promover.

Tampoco afirma la laicidad como conquista europea de los últimos siglos y por el contrario se reclama la herencia común religiosa. A lo largo de la historia las mujeres hemos sido las principales víctimas de las religiones en sus degeneraciones fundamentalistas o integristas.

Retroceder a la reivindicación de una herencia religiosa e institucionalizar las relaciones con la iglesia supone, en la práctica, poner en cuestión muchas de las conquistas de las mujeres y acentuar el peso del patriarcado.

No ha sido escuchada la voz de las mujeres en la elaboración de esta Constitución y no tenemos muchas esperanzas de que se nos oiga en el futuro. En la Constitución no hay ninguna referencia a la paridad en la representación política e institucional ni se menciona ningún tipo de medidas para exigir una representación equilibrada entre mujeres y hombres en las instituciones europeas.

Esta Constitución no garantiza la no discriminación de las mujeres, en tanto en cuanto no establece los mecanismos necesarios de actuación para evitarla. Y tampoco hay ninguna obligación por parte de las instituciones europeas de establecer unas políticas adecuadas para tal fin.

En la UE mueren cada año más mujeres por la violencia machista que por cáncer o por accidentes de tráfico. En el estado español, durante el 2004, cada 5 días una mujer fue victima mortal de la violencia machista. Sin embargo la Constitución no contempla ninguna base jurídica para luchar contra todas las formas de violencia contra las mujeres.

No reconoce una serie de derechos básicos cómo es el derecho al aborto, a la contracepción, a la libertad de opción sexual, el reconocimiento de plenos derechos para las parejas de hecho... Pero si impone en la práctica un modelo familiar tradicional cuando restringe los objetivos de las mujeres al "derecho a contraer matrimonio y fundar una familia".

Y no se nos nombra. En muchas ocasiones bajo el epígrafe de trabajadores o ciudadanos, las mujeres seguimos siendo invisibles.

Lo que sí hace la Constitución Europea es imponer un modelo económico neoliberal que se sustenta y refuerza en el patriarcado. La aplicación de estas políticas neoliberales va a afectar especialmente a las mujeres. Porque estas políticas refuerzan las desigualdades, imponen la precarización, los despidos fáciles y el trabajo a tiempo parcial, empobreciendo cada vez más a los sectores más pobres, que fundamentalmente son mujeres.

El modelo económico neoliberal supone el fin del estado del bienestar, abriéndose la puerta a la desaparición o privatización de los servicios públicos, que pasan a llamarse "servicios económicos de interés general" Esto va a tener unas repercusiones importantes en la vida de las mujeres.

Por una parte al desaparecer los ya escasos servicios públicos para el cuidado de personas, éste trabajo pasa de nuevo a manos de las mujeres, que como ya sabemos lo realizan de forma gratuita, y les creará más dificultades para incorporarse al mercado laboral.

Por otra parte la privatización o reducción de estos servicios afecta a un sector de trabajo marcadamente femenino. Es precisamente en estas áreas (sanidad, enseñanza, cultura, administración pública, etc.) donde la incorporación al trabajo de mujeres ha sido masiva. Se reducen o desaparecen puestos de trabajo que afectan fundamentalmente a las mujeres. Esto supone aumento del paro y del empleo precario femenino.

También impone una "Europa fortaleza" militarizada, que refuerza las posibilidades de los conflictos armados, que mantiene un orden colonial y niega el derecho de autodeterminación de los pueblos, que prohíbe la libre circulación de las personas penalizando, persiguiendo y excluyendo a las gentes inmigrantes, especialmente a las mujeres, que son las más vulnerables y que cada vez se ven más forzadas a optar por el proyecto migratorio.

Decíamos que se ha perdido una oportunidad histórica para reflejar los derechos conquistados por las mujeres. Pero también se ha perdido la oportunidad de avanzar.

Avanzar hacia una nueva concepción de ciudadanía que rompa con el modelo androcéntrico y eurocentrista establecido, que contemple no sólo el trabajo productivo sino también el reproductivo, y que se articule entorno a las diferentes formas de ser, de pensar y actuar de mujeres y de hombres.