Greban dauden Basauriko FCCko langileek eta Erandioko Udaleko garbiketako langileek (emakumeak gehienak) 130.astekarian publikatu duten iritzia

2004/03/08

El 8 de marzo, como día que simboliza la lucha de las mujeres trabajadoras contra las discriminaciones de que somos objeto, suele estar rodeado de actos especiales que quieren resaltar el tono de la protesta. Son necesarios, ya que todo lo que hagamos es poco frente a la situación en que estamos las mujeres. También porque en esta jornada confluyen motivos, colectivos y planteamientos diversos detrás de una misma pancarta y con una misma voz. Sin embargo, la discriminación está a diario entre nosotras, al igual que nuestra lucha frente a ella también se muestra de forma cotidiana.

En el mundo del trabajo ser mujer es ser de categoría inferior. Una parte importante del trabajo femenino se orienta hacia actividades consideradas subsidiarias. Nuestro salario y condiciones, también. Para algunos, estamos para reforzar el sueldo del cabeza de familia, para aportar un dinerillo adicional, aunque seamos, en muchos casos, el principal o único ingreso de nuestra familia. Así pasa en el sector de la limpieza, que reúne todos los ingredientes de la discriminación: Trabajo muy feminizado; gestionado a través de la subcontratación; con contratos de trabajo a tiempo parcial, distribuido en varios períodos; salarios y condiciones que no se parecen a los de las empresas titulares del servicio, para las que trabajamos. A ello se une la desconsideración de que somos objeto, incluso como personas.

La lucha cotidiana contra esta injusticia la hace más evidente. Es lo que está sucediendo con los conflictos que mantenemos las trabajadoras de la limpieza de la Residencia municipal San José de Erandio, en huelga desde el 31 de diciembre y quienes limpiamos los edificios municipales de Basauri, que la empezamos el 13 de enero.

En Erandio el desprecio es, si cabe, más sangrante: A todo el personal de la residencia municipal se le aplican condiciones económicas similares a las existentes en Osakidetza. A todos y todas menos a nosotras, las de la limpieza, que nos quedamos con 11.571,24 euros (1.925.292 ptas.) al año, por debajo de 17.122,61 euros (2.848.963 ptas.), que es lo que correspondería a nuestro trabajo. Desprecio al que se suma el desdén del alcalde Mikel Arrieta, comprometido personalmente en mayo y que ahora no quiere cumplir su palabra.

En Basauri se aducen razones presupuestarias para justificar nuestra situación. Justificación que oculta el fondo de la decisión municipal de subcontratar, no por mejora o agilidad organizativa, sino para que los sueldos de las trabajadoras subcontratadas soporten el peso de sus decisiones presupuestarias, situándonos en 6.000 euros anuales por debajo de lo que el propio Ayuntamiento tiene establecido para este trabajo. Además, el alcalde Rafael Ibargüen y la mayoría de concejales se permiten decir que con nuestra reivindicación somos nosotras quienes discriminamos a los colectivos que queden peor que lo que consigamos. Igual trato que el que nos dispensa el Consejero de Trabajo, Sr. Azkarraga que aún no ha contestado a las varias peticiones de reunión que le hemos enviado hace ya un mes.

Son sólo dos muestras. Otras compañeras de otros sectores y pueblos también están en el camino de la lucha diaria contra la discriminación cotidiana. Somos muchas las que conmemoramos todos los días el 8 de marzo.

En nombre de las trabajadoras firman las componentes de los respectivos comités de huelga, Marga Olarieta, Rosa Mª Valbuena, Ana Mª Egaña, Teresa Medina, Rosa Mª Larrea, Olga Gutierrez, Carmen Díaz, Fernando López, Mª Carmen Carbia, Vicenta Lastra, Mª Teresa Mendo