Milaka pertsonek parte hartu zuten Gasteizen, azaroaren 5ean, Caballitoko grebalarien alde egin den manifestazioan

2004/11/05

Azaroaren 5ean milaka pertsona bildu da Gasteizko kaleetan zehar egin zen manifestazioan, Caballito enpresako gatazkari irtenbidea bilatzea eskatzeko. Gogoratu dezagun greba honek urtea berriki bete durela. "Enplegu duin baten defentsan" lemadun pankarta eraman zuten Caballitoko langileek. ELA, LAB, ESK, USO eta UTLk deitutako manifestazioan ehundaka ikaslek parte hartu zuten ere Caballitoko langileei euren sostengua adierazteko.

Caballito: lección de dignidad obrera
(Garan publikatutako iritzi artikuloa 04/11/05)

La huelga de Caballito ha cumplido un año. Se dice fácil. 114 personas, con sus familias, llevan un año, doce meses, más de 365 días ya, de huelga.

Cualquier persona que se detenga a pensar un poco se hará una idea de la tremenda dureza de la situación que soporta el colectivo de trabajadores y trabajadoras en huelga de la empresa vitoriana: sin salario (salvo las ayudas solidarias y la percepción de la caja de resistencia), con la amenaza de despido de todo el colectivo, sometido a la persecución y al acoso de la empresa (goteo de despidos disciplinarios y denuncias de todo tipo) y de las "fuerzas del orden", sobreponiéndose con admirable moral colectiva e individual al desgaste y la fatiga de la tensión y la movilización constante. No son, desde luego, lo que la gente entiende por "vacaciones pagadas", como cínicamente calificó la huelga el gerente de Caballito, José Ignacio González, ni un capricho, ni una apuesta por entrar en el libro Guinness.

Las razones de los y las huelguistas. Las reivindicaciones del colectivo en huelga son tan elementales que no es fácil entender que no se haya llegado a una solución. ¿Qué piden los trabajadores y trabajadoras en huelga?:
Que la empresa renuncie a utilizar el despido individual como procedimiento de ajuste de plantilla. Es decir, que si Caballito entiende que debe ajustar la plantilla, recurra a los procedimientos legales de regulación de empleo y no al procedimiento fraudulento de despido individual (aunque el despido sea improcedente, te pago la indemnización y vas a la calle).
Que se readmita a dos personas despedidas improcedentemente por bajo rendimiento (una mujer de baja por embarazo y otra por enfermedad).
Que se retiren las sanciones impuestas con ocasión de la huelga, que suman ya seis despidos, entre ellos el del presidente del comité de empresa.

No olvidemos que la plantilla de Caballito ha aceptado ya en esta negociación un cambio de sistema de trabajo que implica más jornada y menos salario.

La respuesta de la empresa. NO a todo. Absoluta cerrazón al diálogo.

Machacar a los huelguistas mediante represalias (despidos y sanciones), denuncias de todo tipo, insultos y descalificaciones.
Maniobras para romper la huelga (con la colaboración vergonzosa del sindicato UGT).
Amenazar con llevarse la empresa de Gasteiz.
Saltarse el derecho de huelga y eludir siempre que ha podido la actuación de la Inspección de Trabajo.

En resumen, una actuación presidida por el autoritarismo más absoluto, por el yo mando, yo impongo, yo decido. Nada de dialogar, nada de negociar, nada de llegar a acuerdos. Actuación irracional en cualquier circunstancia, mucho más aún cuando se ha montado una nueva planta con inversiones muy importantes (y ayudas públicas también importantes), que no puede funcionar debidamente mientras se mantenga la huelga.

Otros actores de la historia. Los esquiroles: El miedo es libre. Otra cosa es ponerse en manos de la dirección contra sus compañeros y jugar el juego que marca la empresa, que es precisamente lo que muchos de ellos han hecho. Por ejemplo, cuando cubren puestos de trabajo de la gente en huelga o cuando han participado masivamente en referéndums para forzar la vuelta al trabajo, sin aceptar el resultado de la votación cuando ha sido el sí mayoritario a seguir con la huelga. Es el modelo de referéndum-embudo que tanto gusta a las empresas.

SEA: El Sindicato Empresarial Alavés, tras algunas declaraciones fuera de tono sobre el "carácter político" de la huelga, está manteniendo distancias respecto del caso Caballito. Podría pensarse que la actuación de la empresa alemana en este conflicto es tan impresentable que ni la actual dirección de SEA se atreve a sacarle la cara. Desde luego, por falta de cara no será.

Instituciones vascas:
El Ayuntamiento que preside Alonso no se ha dado por enterado, como si el polígono de Jundiz estuviera en Beluchistán y los huelguistas vivieran en alguna galaxia lejana.
El presidente de la Diputación, Rabanera, no ha tenido mejor idea que pedir a los huelguistas que «rebajen» sus reivindicaciones. ¿Aceptando el despido libre? De lo que no ha dicho ni pío es de las ayudas que la Diputación ha concedido a la multinacional.
A la consejera de Industria, Agirre, le preocupa mucho la mala imagen que la huelga pueda dar del país y muy poco la gente que se ve obligada a mantener la huelga.
El consejero de Trabajo, Azkarraga, ha evidenciado la falta de medios del Gobierno Vasco para hacer que la empresa cumpla la legalidad y de autoridad para reconducir el conflicto a cauces de negociación.
El lehendakari Ibarretxe no ha querido recibir a una representación de los huelguistas, demostrando que quien se pasa el día en cálidas reuniones con los empresarios, se acuerda de la "neutralidad institucional" cuando toca estar con la gente que lucha.

La gente: La gente de Vitoria-Gasteiz y de toda Euskal Herria está mostrando sin cesar su apoyo y solidaridad con las trabajadoras y trabajadores en huelga. Sin su ánimo y su ayuda no hubiera sido posible mantener esta larga lucha. ¿Hay otra opción que la de seguir en la pelea? Llegados a este punto, la cuestión es si los trabajadores y trabajadoras en huelga tienen otra opción que la de aguantar en la pelea. Parece bastante evidente que no, al menos mientras la empresa no deje a un lado el comportamiento irracional de que ha hecho gala en el conflicto y empiece a dar muestras de sentido común.

Hay que recordar nuevamente que la plantilla ha aceptado, como consecuencia del cambio de sistema, trabajar más horas por menos salario. No les queda ya margen para negociar cuando lo que están pidiendo es simplemente la retirada de los despidos y la garantía de que en lo sucesivo no van a ser despedidos arbitrariamente y los ajustes de plantilla que eventualmente se necesiten se tramitarán por el procedimiento de regulación de empleo. ¿O alguien cree que los huelguistas pueden aceptar reintegrarse al trabajo sin la garantía de que una dirección que ha proclamado a los cuatro vientos que no cuenta con ellos no va a mandarles cartas de despido a partir del día siguiente?

El miedo es libre, decía. La dignidad, también. La mayoría de las trabajadoras y trabajadores de Caballito, 114 personas, han decidido hacer frente al miedo y al cansancio y seguir defendiendo su dignidad como personas y trabajadores, una dignidad que se concreta en este momento en algo tan elemental como el derecho a no ser despedidos arbitrariamente.

Compañeras y compañeros de Caballito: ánimo en la pelea y gracias por la lección de dignidad obrera que estáis dando.

Gurutz Gorraiz - Secretario general de la Federación Hainbat de ELA