Regeneración democrática (Astekaria 122, Iritzia)

2003/12/16

Esta semana 110 expertos constitucionalistas españoles han dado la alarma sobre la "involución democrática" y el "más que preocupante modo de ejercicio del poder, despegado de la lógica constitucional de la resolución de los conflictos y del respeto a las garantía de los derechos, así como el ilegítimo y torpe uso de las normas penales como instrumento de lucha política y de pretendida rentabilidad electoral, propias de una mentalidad antidemocrática". En términos en buena parte coincidentes se ha expresado el colectivo de profesores universitarios vascos Elkarbide.

Estas denuncias pueden ayudar a que se tome conciencia de la dimensión del problema; sobre todo en el caso de la denuncia de los 110 constitucionalistas, que, aunque tarde, ha dado dimensión coral a las voces aisladas que en España venían dando la alarma sobre el desmoronamiento de los pilares de un estado de derecho.

Si bien los miramos, los lodos de hoy vienen de los polvos de una transición política coja, en la que se pactó la incorporación a la élite gobernante de una parte del antifranquismo, a condición de que no se removieran pilares fundamentales del viejo estado.

La superficialidad de esta conversión a la democracia de los aparatos y estructuras del estado, la falta de pedagogía sobre los nuevos valores y la carencia de mecanismos eficaces de contrapoder, se han puesto en evidencia cuando los franquistas que nunca han dejado de estar instalados en los aparatos del estado han recuperado el control de gobierno y parlamento.

Porque, no lo olvidemos, el actual Gobierno español lo preside un señor al que molestaba que las calles dedicadas a Franco y a José Antonio Primo de Rivera pasaran a estar dedicadas a la Constitución y se escandalizaba de que el Ayuntamiento democrático de Gernika hubiera retirado la medalla de la villa a Franco. Es decir, por utilizar el latiguillo que tanto le gusta, un señor más cercano al verdugo que a la villa masacrada.

Y claro, cuando un tipo así se encuentra con mayoría absoluta, una oposición sin pulso, tribunales sumisos cuando no entusiastas, medios de comunicación afines y primados dispuestos a bendecir cruzadas, pasa lo que pasa. La urgencia de la regeneración democrática ofrece cada vez menos dudas.

G.K.