TOLERANCIA CERO (Astekaria 157, iritzia)

2005/04/17

En cuanto ELA-Metal tuvo noticia de que dos ex-responsables del sindicato en Babcock podían haber sido favorecidos en el expediente de regulación de empleo, tuvo claro lo que había que hacer: primero, saber a ciencia cierta si lo que se decía era cierto; y, de confirmarse los hechos, proceder a su inmediata expulsión del sindicato. El que el trato de favor de estas dos personas (subida de un grado en la escala salarial) sea poca cosa al lado de los beneficios que otros (gestores, responsables sindicales, políticos y aprobetxategis varios) han obtenido y siguen obteniendo de la Babcock, o el que ELA no hubiera dado su aprobación al ERE, no quita un ápice de gravedad al hecho.

Un principio elemental de ética sindical es el de que el cargo es para beneficiar al colectivo representado y no para que se beneficie el representante. Es un principio que debemos mantener a rajatabla, porque la voluntad de un representante sindical puede llegar a valer mucho en determinados momentos, en la medida en que su acuerdo o su negativa, lo que haga o deje de hacer, lo que diga o lo que calle, puede incidir en decisiones en las que hay mucho en juego. Por eso las empresas, a poca oportunidad que vean, intentarán ganar la voluntad de los sindicalistas o de las organizaciones sindicales que se pongan a tiro.

No tenemos otra opción que la de estar muy atentos, ser muy estrictos y transparentes, y aplicar el principio de "tolerancia cero" en un terreno en el que las formas de comprar voluntades son muy variadas y los deslizamientos se producen con mucha facilidad, casi sin darse cuenta. A veces puede ser suficiente el dejarse querer, como puede haber ocurrido en el caso que nos ocupa.

Lo que ha pasado en Babcock debe ser para el conjunto del sindicato una llamada de atención sobre la necesidad de ser rigurosos en nuestra ética personal y colectiva, sobre todo cuando representamos y gestionamos los intereses de la gente que nos ha dado su confianza.

Por último, sé que la reacción de ELA en el caso Babcock ha contrastado con la respuesta, mucho más "política", de otros sindicatos. No es que nosotros seamos más torpes, ni que ellos sean más listos. Pasa, simplemente, que ELA tiene la libertad y la autoridad moral para desmarcarse de estas conductas y tomar medidas claras. Otros, seguramente, no.

DANI GOMEZ
Secretario general de ELA-Metal