Discriminacion laboral y genero
Discriminación laboral de género más allá de la brecha salarial

La brecha que mayor repercusión pública tiene es la salarial. Según los últimos datos del INE (año 2022), se sitúa en el 16,5% en la CAPV y el 18,5% en Navarra. Nos gustaría subrayar que la brecha es aún mayor en el caso de mujeres migradas o racializadas. Es cierto que esta brecha ha disminuido durante los últimos años por la subida del SMI y por la lucha sindical en los sectores feminizados (que son los más precarios). A pesar de ello, la brecha salarial sigue cinco puntos por encima de la media europea. En este sentido, una subida del salario mínimo como la que plantea ELA tendría un impacto positivo en la disminución de la brecha salarial.
Sin embargo, la discrimación de género no acaba ahí. Si analizamos otro indicadores (datos obtenidos de la Encuesta de Población Activa del INE), podemos observar que la situación de las mujeres en el mundo laboral es mucho más precaria. Las mujeres sufren una parcialidad del 29,9% en la CAPV y un 22,3% en Navarra, mientras que la de los hombres se sitúa en el 8,2% y 5,2% respectivamente. Y estos datos evidencian que el peso de los cuidados recae en mucha mayor medida sobre las mujeres, quienes deben renunciar a su carrera profesional o deben limitarla (lo que tiene consecuencias en sus ingresos).
Lo mismo ocurre en la temporalidad de los contratos, ya que la tasa de temporalidad ascendió en su caso al 24,8%, frente al 14% de los hombres. Además, esta situación ha empeorado considerablemente el último año, ya que la temporalidad de las mujeres creció en 2,6 puntos; mientras que la de los hombres se redujo un 3,6%.
En lo que respecta a los contratos firmados, las mujeres tuvieron un porcentaje mucho menor de contratación a jornada completa, 53,2%, mientras que el de los hombres fue del 70,9%. El 42,4% de los contratos firmados por mujeres en 2024 fueron a jornada parcial y el 4,3% fijos discontinuos.
En muchos casos estas brechas existen por el tipo de trabajos que ocupan las mujeres, los cuales no se valoran como se hace con otras profesiones. No olvidemos que las mujeres son mayoría en el sector servicios (el 85%), con salarios más bajos y con condiciones de trabajo más precarias. También ocupan los trabajos de cuidados que tienen una situación similar. El peso de las mujeres en la industria es muy inferior (el 8,1% en la CAPV y el 16,7% en Navarra).
Debemos fijarnos también en la organización de este tipo de trabajos, donde las trabajadoras están trabajando solas en ocasiones, y muy atomizadas. Es decir, la organización sindical resulta más complicada que en los sectores masculinos tradicionales, como la industria, donde toda la plantilla se encuentra bajo el mismo centro de trabajo. En este caso, las mayores damnificadas son las empleadas de hogar.
Nos encontramos ante lo que se denomina “feminización de la pobreza”, es decir, todos los indicadores que muestran mayor precariedad o pobreza laboral azotan sobre todo a los sectores feminizados y también racializados (cuidados, limpieza etc)