No al G-7; Sí a la transformación social, ecológica, feminista y democrática

El denominado G-7 trata de establecer la agenda económica y política que determine las medidas y decisiones que afectan al mundo entero, para seguir aplicando las políticas neoliberales que han dado lugar a un mundo en el que la desigualdad no ha sido nunca tan grande como en la actualidad. Es un espacio que carece de cualquier legitimidad democrática para ello, a pesar de lo cual insiste en su intento de dirigir el mundo a través de sus reuniones anuales.
Hay más razones para que ELA diga no al G-7:
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El G-7, junto organismos como el FMI o el Banco Mundial, promueve la primacía del poder corporativo sobre los derechos humanos, económicos, sociales, culturales y medioambientales. Quieren seguir avanzando en la mercantilización y privatización de los servicios públicos, a través de la extensión de los denominados acuerdos comerciales (como el CETA, firmado entre la UE y Canadá; el JEFTA, entre Japón y la UE; o el TTIP, que se está negociando entre EEUU y la UE).
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Pretende seguir con la agenda de recortes de los derechos laborales y sociales, extendiendo la precariedad de los empleos y la vida de las personas.
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Las políticas aplicadas discriminan a las mujeres, tanto en el empleo como en la sociedad, invisibilizando y minusvalorando el trabajo de cuidados, esencial para la reproducción de la vida.
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Los gobiernos que se van a reunir en Biarritz tienen una responsabilidad directa en la vulneración de los derechos de las personas migrantes que se está produciendo en Europa o en América. Son políticas que nos avergüenzan y que estamos combatiendo, como hicimos el 5 de mayo a través de la iniciativa internacional por el Abrazo de los Pueblos.
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Va a a seguir sin asumir compromisos concretos para dar respuesta al llamamiento de la comunidad científica internacional, que exige cambios radicales y a gran velocidad de las políticas para afrontar la crisis climática que amenaza el futuro del planeta.
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Quieren convertir la reunión en una isla, alejada de la realidad del mundo que le rodea. Por eso han decidido prohibir las manifestaciones en esas fechas y en las semanas previas. Es una muestra de su deriva autoritaria y antidemocrática.
Por todo ello ELA denuncia que el G-7 se quiera volver a reunir en agosto, y recuerda que es necesario una transformación social, ecológica, feminista y democrática de la economía, lo que requiere el cambio radical de las políticas que se vienen aplicando, para poner en el centro la sostenibilidad de la vida y del planeta.