LANGILEAK BORROKAN

La realidad (a veces) no es como te la cuentan

31/01/2025
Sidenor, Cementos Rezola y BSH Electrodomésticos son tres importantes empresas de Euskal Herria. Cada empresa tiene una realidad y una casuística diferente, pero las tres tienen una cosa en común: los últimos meses han estado, por diferentes motivos, en el foco mediático. Sin embargo, la realidad muchas veces es muy diferente a la que nos quieren vender, según el caso, desde las diferentes empresas, administraciones, medios de comunicación e, incluso, otros sindicatos. Por ello conviene hacer un pequeño repaso a la situación de cada una de estas empresas. Eso sí, desde una óptica diferente.

SIDENOR

Millones para los accionistas, miseria para la plantilla

El 27 de diciembre del 2023 fue un gran día para los accionistas de Sidenor, una mezcla entre paga extra de Navidad, Olentzero y Reyes Magos. Ese día la empresa acordó la distribución de un dividendo por importe de 15 millones de euros con cargo a las reservas voluntarias que se encuentran pendientes de pago. Esos suculentos regalos son algo habitual en este empresa. En 2019 el reparto de dividendos fue de 15 millones de euros. En 2022, la empresa acordó primero la distribución de un dividendo de 15 millones de euros a fecha de 1 de julio y otro de 10 millones a fecha de 1 de diciembre. Además, a 31 de diciembre de ese año quedó pendiente de pago un importe de 10 millones de euros que se encontraba registrado en deuda con empresas del grupo y asociadas a corto plazo. Durante el ejercicio 2023 se procedió al pago de dicho dividendo al socio único.

Quienes trabajan en Sidenor generan millones de euros que, además de para que los y las accionistas se llenen los bolsillos, sirven para que Sidenor puje por otras empresas. Las últimas semanas diferentes informaciones han recogido que Sidenor ha estado pujando por parte del accionariado de la empresa Talgo, por la que hizo una oferta en torno a los 150 millones de euros. También se ha conocido que la empresa invierte grandes cantidades de dinero en subvencionar equipos de fútbol.

Cualquiera pensará que, en esta coyuntura, la situación de quienes trabajan en Sidenor es magnífica: reparto millonario de dividendos, puja por el accionariado de otras grandes empresas, grandes inversiones en el mundo del fútbol… Pues no. La realidad de quienes trabajan en Sidenor es bien diferente: empobrecimiento, trabajar muchas más horas que hace una década, flexibilidad sin límite, convenios que no garantizan ni el IPC, salarios de miseria para quienes están padeciendo un ERTE…

No falta dinero en Sidenor. Bueno, excepto para su propia plantilla. Una plantilla que, por cierto, apenas representa el 12,2% de los gastos de ejercicio en el grupo Sidenor. Esta realidad corresponde a una estrategia empresarial premeditada. La dirección, mediante sus subcontratas sindicales, ha conseguido que Sidenor sea una empresa donde la riqueza se reparte de manera pésima y la abundancia de algunos se genere mediante la explotación de la mayoría. En este contexto, ELA lo tiene claro: menos chantajes, menos dividendos para unos pocos y más respeto y mejores condiciones para la plantilla.

HEIDELBERG MATERIAL – CEMENTOS REZOLA

Empleo y transición ecológica son perfectamente compatibles

El 28 de junio del 2024 la empresa de Añorga Heidelberg Material (Cementos Rezola) comunicó al Comité de Empresa el inicio del proceso de un ERE que afectaba a 56 trabajadores y trabajadoras bajo el pretexto de descarbonizar la planta. La elección de la fecha no fue casual. Esta empresa siempre hace este tipo de movimientos a comienzos del verano, pensando –se supone– que así pilla a las y los trabajadores más distraídos. La empresa justificó el ERE por razones técnicas, organizativas y productivas. La empresa decidió, argumentando cambios en la normativa europea, apagar el horno de Añorga y acometer una reestructuración que suponía el despido de más de la mitad de la plantilla, 56 personas.

La empresa quiso publicar desde el minuto uno la lista de aquellas personas que serían despedidas. Toda una declaración de intenciones que demuestra la mala fe con la que ha actuado la empresa desde el inicio. Querían dejar claro desde el comienzo del partido cuál sería el resultado final.

ELA siempre ha defendido la necesidad de realizar un proceso de transición ecológica tanto en Cementos Rezola como en otras muchas empresas de Euskal Herria. Sobran los motivos. Pero ELA siempre ha dejado clara una cosa: en esta transición había que garantizar tanto los empleos como las condiciones laborales. Cementos Rezola es una empresa que ha ganado mucho dinero durante muchos años. Es decir, una empresa que no tenía ningún problema en acomodarse a la nueva realidad manteniendo todos los puestos de trabajo.

Nada más conocerse el ERE se hizo una asamblea de trabajadores y trabajadoras, donde se convocó una huelga indefinida. Durante el periodo de consultas la empresa presentó diferentes opciones. Primero despidos traumáticos, luego la opción de ir al centro de Arrigorriaga y, por último, un plan de prejubilaciones que ya lo llevaba preparado desde el inicio. Otro acto de mala fe, porque durante el proceso negociador del ERE no se puede negociar con las y los trabajadores fuera de la mesa negociadora. Esto, además, suponía muchos despidos traumáticos.

En toda la negociación ELA mantuvo una idea principal: la garantía de todos los empleos. Y, si hubiera alguna salida, tenía que ser mediante un sistema de salidas voluntarias. Además, ELA presentó un informe en el que demostraba que para garantizar el correcto funcionamiento del centro de Añorga eran necesarios 24 puestos de trabajo más. De este modo, ELA demostró que, con un sistema de prejubilaciones y quedándose 24 personas más en Añorga, era posible hacer un proceso de ERE sin ningún despido traumático.

La empresa no quiso entrar en ningún momento en la defensa del empleo, y pese a que hubo algunos pequeños avances en la negociación, el periodo de consultas terminó sin acuerdo, porque seguía habiendo despidos traumáticos. En este contexto, una vez finalizado el periodo de consultas, ELA decidió seguir con la huelga y abrir la vía jurídica. Además, ELA puso una denuncia ante Inspección de Trabajo por sustitución ilegal de trabajadores.

La empresa, cuando vio que ELA abrió la vía judicial, decidió seguir con sus chantajes. Empezó a llamar uno a uno a quienes serían despedidos, diciéndoles que si firmaban una hoja tendrían mejores indemnizaciones, pero que si no firmaban la indemnización sería mínima. Ante estos chantajes y amenazas algunos trabajadores y trabajadoras firmaron el documento que les presentó la empresa. Sin embargo, ELA lo tenía claro: todos esos despidos seguían siendo traumáticos, fueron consecuencia del chantaje de la empresa. Todas esas personas querían seguir trabajando en Añorga.

Pese a que los dos sindicatos que componían el comité de empresa (ELA y LAB) tenían el compromiso de presentar una demanda, en vísperas de la presentación LAB llegó a un acuerdo con la dirección, desconvocando la huelga. Un acuerdo que, en opinión de ELA, suponía claramente ir en contra del interés colectivo y favorecer los intereses individuales, al negociar solo las indemnizaciones de algunas determinadas personas. El acuerdo recogía que no había despidos y que las salidas eran voluntarias, algo que, además de falso, era muy grave.

Este acuerdo se llevó a la asamblea general de trabajadores y trabajadoras. Una parte muy amplia de la plantilla decidió no participar en la votación, porque el acuerdo no respetaba los mínimos planteados al inicio del proceso negociador: que no hubiera despidos traumáticos, más plantilla para garantizar el futuro de la fábrica de Añorga…

ELA siguió con la denuncia, y el juicio se celebró el 29 de octubre. LAB defendió el acuerdo firmado con la dirección, poniéndose en favor de la empresa. ELA perdió el juicio, lo que supone que la fábrica de Añorga tendrá 54 trabajadores y trabajadoras menos. Pero ELA está orgullosa porque ha respetado el camino trazado al inicio del conflicto. ELA siempre se ha mantenido en la defensa del empleo, y así seguirá, tanto en Cementos Rezola como en el resto de empresas.

BSH ELECTRODOMÉSTICOS

Lo de BSH tiene delito

El 16 de diciembre de 2024, BSH Electrodomésticos anunció su intención de cerrar la planta de Eskirotz (Nafarroa), lo que supondría dejar en el paro a casi 700 personas, sin contar con las consecuencias que provocará en numerosas empresas auxiliares. La primera reacción del Gobierno de Navarra y de muchos agentes sociales y sindicales fue reconocer que el anuncio de cierre les pillaba “por sorpresa”. En fin, lo verdaderamente sorprendente es que no se acordaran de que unos meses antes, el comité de empresa (ELA tiene 2 representantes de 17) había comparecido en el Parlamento foral para denunciar la situación del centro de Eskirotz, advirtiendo de que la inercia era muy negativa: de 2015 a 2023 la planta había perdido la mitad de su carga productiva, y la dirección estaba aplicando un ERTE por segundo año consecutivo (en total, unos 80 días en dos ejercicios).

Quizá podía suponer una sorpresa conocer la intención de cierre sabiendo que el grupo BSH obtiene 60 millones de euros de beneficios anuales (dato estatal), pero repasando el recorrido de esta multinacional en Navarra, la sorpresa se convierte en rutina. En los últimos 15 años, ha cerrado otros cuatro centros de trabajo, en casi todos los casos para llevarse la producción a lugares donde supuestamente los costes son más baratos. Hay que recordar el cierre de plantas históricas como la Bosch (antigua Bendibérica, en Buztintxuri), Agni (Lizarra) o Ufesa (Etxarri-Aranatz), sin olvidar que las oficinas del grupo, antes en Uharte, fueron trasladadas a Zaragoza.

En el inconsciente colectivo pervive aquel eslogan que decía “tecnología alemana a tu alcance”, como si aquello fuera la garantía para un futuro mejor, más moderno, más seguro, con mejores condiciones. Por contra, lo que queda de BSH (Bosch-Siemens, no lo olvidemos) es un recuerdo anudado a la “tecnología de la corrupción política”. Si BSH aterrizó en Navarra, en 1989, fue para comprar al Gobierno de Navarra los activos de la antigua Super Ser (procedente de la antigua Orbaiceta, a su vez), que había quebrado con 1.500 personas en la plantilla de Cordovilla y 1.000 en la de Lizarra.

A día de hoy, la palabra Safel (nombre que el Gobierno foral dio a los activos de Super Ser cuando los asumió) ha caído en el olvido, pero si hablamos de Caso Safel la cosa cambia: está probado judicialmente que BSH pagó 5.000 millones de pesetas (unos 30 millones de euros, vamos, un regalo) por todos los activos de Safel, y de ese montante se ‘despistaron’ unos 200 millones de pesetas (1,2 millones de euros) a unas cuentas suizas a nombre de Gabriel Urralburu (entonces presidente del Gobierno de Navarra), Luis Roldán (delegado del Gobierno) y otros cabecillas del gobierno socialista de la época. Por esta corruptela (y alguna otra) cayeron los dos únicos gobiernos navarros no controlados por la derecha en todo el siglo XX: el de Urralburu y el de Otano (el famoso tripartito).

Lo de BSH, por tanto, tiene delito, en todos los sentidos. Ahora se trata de que lo paguen ellos, no los trabajadores y trabajadoras.