Acuerdo de Glasgow: El compromiso climático de los Pueblos

04/11/2020
La COP26 que en noviembre era de celebrarse en Glasgow, lógicamente, ha sido aplazada. Tampoco se esperaba ningún milagro. El modelo de las negociación internacionales fracasadas no es el modelo que ELA defiende, nuestro modelo es el del “Acuerdo de Glasgow”. Un acuerdo consensuado entre organizaciones y movimientos sociales que lucha por la justicia climática.

El enfoque institucional utilizado por los gobiernos, organismos internacionales y todo el sistema económico para enfrentar la crisis climática, no va a conseguir mantener el calentamiento global por debajo de 1.5 o 2°C para el 2100. Desde el comienzo, los países desarrollados y las empresas contaminantes han creado un sistema que realmente no pretende conseguir ese objetivo, generando en su lugar simplemente una ilusión de acción climática, mientras que las medidas decisivas están siendo retrasadas y la emisión de gases de efecto invernadero continúa aumentando. Como resultado de décadas de acción concertada por parte de estos actores, los ya de por sí débiles compromisos han sufrido afrentas sistemáticas, y por tanto los acuerdos institucionales como el Protocolo de Kioto y el Acuerdo de París, no han logrado la reducción de las emisiones globales de gases de efecto invernadero requeridas para detener el impacto del cambio climático. El Acuerdo de París es solo un procedimiento y no será capaz de lograr su propia meta de prevenir las peores consecuencias del cambio climático.

Cientos de gobiernos, municipios y organizaciones han declarado una emergencia climática. Protestas masivas en las calles de todo el mundo han demandado, en repetidas ocasiones, justicia climática y cumplir con el consenso científico de reducir al 50% de las emisiones de gases invernadero antes de 2030. Para conseguir estos objetivos no pueden desarrollarse nuevos proyectos e infraestructuras de combustibles fósiles (gas, carbón y petróleo).

Este poderoso movimiento de justicia climática necesita nuevas y reforzadas herramientas para afrontar estas contradicciones fundamentales y revertir la narrativa global, de la impotencia institucional a un poder social que traiga cambios duraderos. Las organizaciones y movimientos sociales firmantes nos comprometemos con la situación de emergencia climática y asumimos la responsabilidad de reducir colectivamente, las emisiones de gases invernadero y mantener los combustibles fósiles en el subsuelo. Mantenemos el foco principal fuera del espacio institucional- es decir, las negociaciones con gobiernos y con las Naciones Unidas-, con una agenda climática diseñada por comunidades, movimientos y organizaciones.

El Acuerdo de Glasgow no solo exige la reducción de emisiones de efecto invernadero, si no que lucha por una justicia climática basada en la demanda social y política que aboga por la redistribución del poder, el conocimiento y el bienestar. Integra la economía de los cuidados en la vida cotidiana, con la responsabilidad compartida de las personas, tanto dentro de los hogares como en la sociedad, porque la justicia climática también pone la vida en el centro. Además, propone una nueva noción de prosperidad dentro de los límites naturales y la distribución justa de los recursos, defendiendo una transición justa para las personas que actualmente trabajan en los sectores que necesitan ser desmantelados o reducidos, proporcionando sustento a las mismas. Esta transición debe basarse en la equidad y la justicia, reparar los daños del pasado y asegurar los medios de vida de las personas trabajadoras y las comunidades en el futuro. Este modelo es el que ELA defiende, y por eso somos firmantes del Acuerdo de Glasgow.



El Acuerdo de Glasgow integro aquí.