El hidrógeno: frente al reto de la descarbonización, no es una alternativa
Estas son las principales ideas que desarrolla el informe “Colores verdaderos: ¿Qué papel puede desempeñar el hidrógeno en la transición hacia un futuro con bajas emisiones de carbono?”
El hidrógeno ya desempeña un papel importante en muchos procesos industriales y de otro tipo. Se utilizan grandes cantidades de hidrógeno en el refinado del petróleo, en la producción de acero, amoniaco y otros productos químicos, como refrigerante en las centrales eléctricas, y mucho más. El hidrógeno puede utilizarse para producir electricidad a través de pilas de combustible, que pueden alimentar vehículos o alimentar las redes eléctricas. Puede utilizarse como combustible para el calor o para impulsar turbinas de gas, o puede convertirse en amoniaco u otros combustibles. En principio, puede producirse a partir de fuentes "libres de carbono" y utilizarse como combustible de forma que sólo produzca agua como residuo.
Según el autor, el sindicalista John Treat, sin embargo, para que el hidrógeno pueda desempeñar un papel importante en la descarbonización, sería necesario ampliar su uso -en una mayor parte de la industria, así como en sectores en los que actualmente apenas se utiliza, como el transporte y la generación de energía-, así como descarbonizar su propia producción, ya sea "capturando" las emisiones generadas durante su producción a partir de combustibles fósiles o, preferiblemente, produciéndolo mediante procesos que generen pocas o ninguna emisión para empezar, lo que suele denominarse hidrógeno verde.
Pero en lo que respecta al “hidrógeno verde para el almacenamiento en la red", que muchos consideran que tiene un gran potencial como parte de los sistemas eléctricos descarbonizados basados en la generación de energía eólica y solar, el documento analiza las opciones de almacenamiento y la reconversión del hidrógeno almacenado en energía eléctrica utilizable y sostiene que, dadas las pérdidas de energía y los obstáculos técnicos que se presentan en cada etapa, confiar en la inversión del sector privado para impulsar la ampliación del hidrógeno de manera que apoye los tipos de descarbonización que necesitamos parece muy poco realista.
Además de ser una tecnología que ofrece muchas dudas en cuanto a eficiencia energética, requiere grandes inversiones que el sector privado no parece estar dispuesto a llevar a cabo sino es con dinero público proveniente de fondos europeos u otro tipo de subvenciones para desarrollar su negocio. Es decir, que necesitan de la vieja formula de pasar el dinero público a manos privadas sin que se solucione el problema de fondo: la transición energética que necesita la ciudadanía para asegurar su bienestar.
Concluye el informe afirmando que sólo un enfoque basado en la propiedad pública, la desmercantilización y la liberación del desarrollo y el despliegue del hidrógeno (y de otras tecnologías) fuera de los imperativos del beneficio tiene alguna posibilidad real de lograr la transición energética que los trabajadores, así como sus sindicatos, comunidades y aliados, necesitan urgentemente.
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