Empleo y clima: Experiencias de convergencia política

12/12/2018
(Intervención de Mikel Noval en los Encuentros Ecosocialistas de Lisboa) Vivimos una crisis sistémica. Una salida justa a la misma requiere transitar hacia estadios sociales más justos, democráticos y sostenibles. Nos enfrentamos a retos globales, como el cambio climático, en los que está en juego el futuro del a humanidad, del planeta, y por tanto el de la clase trabajadora. El sindicalismo, debe ser un sujeto político esencial en la lucha contra el cambio climático. Es necesario un cambio radical, una transformación social, ecológica, feminista y democrática. Esto requiere de un sindicalismo que ponga en el centro la sostenibilidad de la vida y del planeta. Y de una alianza con el resto de organizaciones sociales que compartan una visión de transformación radical del sistema.

El capitalismo quiere que las personas estemos divididas, confrontadas entre nosotras. Quiere la guerra entre pobres. Porque sabe que nuestra fuerza es colectiva. Hay que construir redes, colectivo, y eso está en la base del sindicalismo. Los cambios en la buena dirección siempre son consecuencia de la organización social. Hay que construir una correlación de fuerzas que sea más favorable a los intereses de clase, y eso se tiene que hacer mediante la movilización y la lucha. Y en esta lógica y dinámica hay que situar para el movimiento sindical el reto de luchar contra el cambio climático. Para que se pueda producir la transformación social, ecológica, feminista y democrática es urgente:

 

a) La prioridad de los derechos humanos, económicos, sociales y medioambientales

ELA está comprometida con la lucha contra los denominados Acuerdos Comerciales o Tratados de nueva generación, que pretenden blindar la libertad de circulación del capital internacional a través de una profunda reelaboración del sistema jurídico internacional. Se trata de la arquitectura de la impunidad, que hay que combatir. Frente a ella exigimos normas internacionales vinculantes, como el Tratado de los Pueblos para el Control de las Empresas Transnacionales. Que hagan respetar los derechos humanos, económicos, sociales, culturales y medioambientales. La prioridad debe ser respetar estos derechos y ponerlos por encima de los intereses del capital.

 

b) El cambio del sistema de producción, distribución y consumo

Seguir con el actual sistema económico nos lleva al desastre. Es indiscutible que el actual modelo productivo va a cambiar sí o sí. Lo que está en discusión es la orientación del cambio. O bien se impulsa de modo que primen los intereses del planeta y los sociales de la mayoría de la población, o bien los límites físicos del planeta nos llevarán a un escenario en el que las desigualdades y el enriquecimiento de una minoría se agravarán. Por tanto, como sindicato, lo peor que podemos hacer es no afrontar el enorme reto que supone abordar esta cuestión, en especial si tenemos en cuenta que actuamos en las empresas, en los centros de trabajo, espacio principal donde se produce el conflicto ecológico y de clase que afrontamos.

La transformación deseable del modelo productivo supone un desarrollo de las actividades socialmente necesarias y medioambientalmente sostenibles. Y una reducción de las actividades que no contribuyan a estos objetivos. La transformación ecológica y social de la economía debe incorporar el concepto de transformación justa. No nos podemos desentender de lo que pasa en el empleo. En un estudio que hemos elaborado se demuestra que en Hego Euskal Herria se pueden crear 106.000 empleos verdes en sectores diversos.

 

En cuanto a las experiencias de convergencia, participamos en diferentes espacios de lucha conjunta entre el movimiento sindical y social:

 

a) La Carta de Derechos Sociales de Euskal Herria

En un proceso inicialmente sindical pero posteriormente en alianza con organizaciones sociales, se decidió que era necesario hacer un trabajo para ver si era posible acordar el modelo alternativo que defendíamos (es decir, que no era suficiente el rechazo a las medidas que se imponían). Fruto de esa reflexión se puso en marcha un proceso participativo de más de un año, con reuniones en muchos municipios, que dio lugar a una alternativa que se puede calificar como ecosocialista o ecofeminista.

 

b) El movimiento contra el fracking

Las instituciones vascas actúan al servicio del poder económico, en especial al servicio de la industria automovilística y de las empresas energéticas. Así, las políticas energéticas han apostado por las energías fósiles, dando la espalda a la evidente necesidad de transitar a un escenario 100% renovable. En amplio movimiento antifracking en el que ELA participa, ha conseguido aglutinar y movilizar a una parte mayoritaria de la sociedad. Se ha hecho un gran trabajo explicando las consecuencias del fracking, así como la necesidad de abandonar las energías fósiles. En la campaña contra el fracking cabe señalar la Iniciativa Legislativa Popular que se desarrolló, que obligó al Parlamento a abordar ese debate. De momento se ha conseguido parar el fracking. Pero la lucha continúa. El Gobierno Vasco hace apenas un mes ha aprobado dar permisos para que en una parte amplia del territorio vasco se hagan exploraciones.

 

c) La lucha contra el Tren de Alta Velocidad

En nuestro país tenemos importantes problemas de movilidad, tanto de personas como de mercancías. También tenemos una red ferroviaria inadecuada y obsoleta. En ese contexto, se ha optado por destinar enormes cantidades de dinero al TAV, que no da respuesta a esos problemas de movilidad. La lucha contra el TAV no ha conseguido la paralización de sus obras. Pero sí ha servido para que se cree una amplia opinión social sobre que no es una infraestructura económica, social y medioambientalmente sostenible, y que se está haciendo una apuesta para enriquecer con dinero público a una minoría poderosa, que está en sintonía con el poder político.

 

d) La lucha contra la incineración de residuos

El actual gobierno del territorio de Gipuzkoa está construyendo una incineradora.. Se trata de otro proyecto que podría enmarcarse dentro de las grandes infraestructuras inútiles. ELA defiende otro modelo: la reducción, reutilización y reciclaje de los residuos, y que se debe ir hacia un sistema que tome medidas en todos los ámbitos de la producción, distribución y consumo para ir en esa dirección. Luchamos contra la incineración y a favor de un sistema de recogida selectiva de residuos obligatorio y eficaz.

Se viene desarrollando una importante lucha en esta materia. El pasado 27 de octubre se celebró en Donostia una manifestación multitudinaria en contra de la incineración, en la que participaron más de 10.000 personas.

 

La construcción del TAV y de la incineradora de Gipuzkoa tienen otro elemento en común, que es las condiciones laborales de explotación que conllevan. Las instituciones deciden llevar a cabo esas infraestructuras a través de la subcontratación en cadena, y se lavan las manos, no se responsabilizan de las condiciones de trabajo. Como consecuencia, en las obras del TAV vasco han fallecido ya 9 trabajadores, y son múltiples las denuncias que hemos tenido que interponer ante las condiciones de bajos salarios y jornadas de trabajo maratonianas. Deja en evidencia la falacia de quienes nos dicen que esas grandes infraestructuras inútiles crean empleo.

En vista de la situación actual, el sindicalismo tiene que ser parte esencial de la alternativa ecosocialista. No es posible una alternativa social sin incorporar las facetas ecológica, feminista y democrática. Esto requiere un cambio de las formas de trabajo de todas las organizaciones que quieren combatir de manera eficaz el actual modelo económico y político. En lo que afecta al sindicalismo, éste tiene que adaptar sus formas de actuar tanto en los centros de trabajo como en la calle para dar respuesta eficaz a los retos mencionados en esta intervención.