Gonzalo Fernandez: “El propio negocio del hidrógeno está en la inversión pública que hay detrás de los fondos europeos”

07/06/2021
Nos están bombardeando con los fondos europeos, como si fuesen la solución a todos nuestros problemas. Nos quieren vender su utilidad para la transición ecológica y la digitalización, pero no hablan tanto de la letra pequeña que supone recibir estos fondos.

 

¿Cuáles son los verdaderos objetivos que hay detrás de los fondos europeos?

Hay un desequilibrio muy grande entre el relato oficial que nos están bombardeando y la realidad. Todos y todas hemos podido oír, que al final esto es el maná que solucionará todos los problemas, que avanzamos en una triple transición verde, digital, y que también nos llevará a una transición social. Entramos en una fase en el que el capitalismo, en un giro, se viste de verde, es más colaborativo y nos ofrece un horizonte de promisión. Los conceptos que se utilizan para plantear hacia donde caminamos son los de recuperación y transformación, son los que siempre aparecen vinculados a los fondos europeos. Es verdad que la recuperación nos lleva a pensar que se van a revertir desigualdades que se han generado durante la pandemia, que se va a incidir en los sectores más desfavorecidos o que más han sufrido. Pero desgraciadamente, vemos que la realidad no es así. Si vemos un poco los porcentajes y a que van dirigidos los programas, prácticamente solo un 10% o 15% va dedicado a esta parte de recuperación. Por tanto vemos ya que esa coletilla de fondo de recuperación no es para tanto, y vemos que inicialmente sí que hubo una serie de programas o créditos sobre todo para el aspecto sanitario o ERTEs y similares, pero el gran bloque se situaba en la transformación del modelo económico. Pero una transformación nos puede llevar a pensar o a poner en cuestión las principales bases en las que se organiza en estos momentos el sistema, como los mercados globales, las grandes empresas o el ámbito de los megaproyectos, pero no va a ser así. Podemos levantar ese halo de recuperación y de transformación.

La realidad y el contexto global, son importantes para entender estos fondos europeos. La pandemia no generó ninguna crisis, la crisis venia ya de antes. Estamos en una crisis en la que el capitalismo no sabe generar nuevas formas de productividad, inversión y empleo. Es decir, no hay en estos momentos una honda expansiva de crecimiento. A pesar de que la digitalización era una esperanza que iba a generar esas hondas, no ha sido así. Y la pandemia lo ha agravado. Este contexto global es generalizado, en Europa el crecimiento es muy exiguo si lo comparamos con otras regiones. No hay expectativas de que vaya ir más allá, y sobre todo, las grandes empresas europeas se están quedando muy atrás comparados con China y EEUU en términos de la nueva economía: coche eléctrico, las energías renovables, la digitalización, el 5G,... Es decir, son las grandes empresas chinas y estadounidenses las que dominan en estos momentos estos mercados globales en crisis. Si además añadimos que Europa tiene una elevadísima dependencia energética y de materiales del exterior.

En este contexto, se entiende mejor a que se deben los fondos europeos. Responden a una triple lógica:

  • La grandes empresas europeas quieren acceder a esos nichos de mercado que están dominadas por empresas chinas y estadounidenses. Es el gran objetivo.

  • Se quiere reactivar la economía pintando de verde todos los viejos proyectos desarrollistas. Vemos por ejemplo que en Navarra uno de los proyectos que se presentan a los fondos europeos es el TAV de siempre. Lo venden como innovación cuando es un poco lo mismo de siempre.

  • Se busca la recuperación de sectores que están en crisis y en peligro, como la energía fósil, la aeronáutica, la automoción y el turismo.

Cuando vemos los proyectos que se presentan y los planes y las prioridades que tienen, vemos que más allá de la recuperación y la transformación, Europa y las grandes empresas se quieren adaptar a este mundo convulso y en crisis, intentar conseguir algunos nichos de mercado, y sobre todo, rescatar a empresas. Por tanto podemos concluir que pasan de la transformación y la recuperación a la adaptación y al rescate de grandes empresas.

¿Realmente es mucho dinero? ¿O será menos de lo que pensamos?

Haciendo un cálculo aproximado, el volumen total de los fondos europeos es de 3,25 billones de euros. Una cantidad extraordinaria para lo que nos tienen acostumbrados la UE. Pero hay que matizar en algunos aspectos y situarla en su contexto. Por un lado, el 85% de los fondos son deuda, y el otro 15% se supone que son fondos a fondo perdido o subvenciones. Todo ese marco, los 3,25 billones de euros, se financian mediante deuda. Es decir la Comisión europea se endeuda para que una gran parte pase a ser deuda de los Estados. Una pequeña parte se subvencionará con nuevos impuestos, como el impuesto a los plásticos, pero la parte más grande se hará mediante deuda.

Hay que tener en cuenta que en estos momentos la deuda es un problema que ya sufrimos en 2008, y que no ha hecho más que engordar. En estos momentos la deuda es el 375% del PIB mundial, es decir, casi cuatro veces más de lo que se genera en la economía real. Eso nos hace entrar en una situación económica de tremenda vulnerabilidad, y que en cualquier momento puede haber un estallido como hubo en 2008. Es una cuestión de deuda, y que agrava los problemas. Han puesto al pirómano a apagar el fuego.

Parece que es la única alternativa que tenemos para financiar la transformación económica y la adaptación, pero no es así. Si miramos desde un análisis comparativo, el Gobierno de Biden, que siendo conservador hace políticas más de izquierdas que la UE, ha financiado en dos meses 4,15 billones de dolares. Lo ha hecho con una idea de transformación, con menos deuda, con debates fiscales y con más incidencia en la economía real.

A nivel del Estado español son 140.000 millones de euros, de los cuales 72.000 millones van en fondos subvencionales. En Hego Euskal Herria no se sabe porque está todo envuelto en un halo de secretismo y opacidad. Pero, más o menos, el Gobierno Vasco calcula que podría recibir 6.400 millones y el Gobierno de Navarra entorno a 1.500 millones. Si simplemente equiparáramos la fiscalidad de Hego Euskal Herria con la media de la UE, obtendríamos esa cantidad solo en un año. Entonces, ¿por qué tenemos que defender unos fondos para rescatar a las grandes empresas, que están muy condicionados y generan deuda, si tenemos otras opciones? El debate de la fiscalidad se tiene que hacer.

 

¿Quienes son los beneficiarios y protagonistas de estos fondos?

Es muy evidente, son las grandes empresas las que han estado desde el minuto uno participando e incidiendo, y no cabe ninguna duda de que sus proyectos serán las que salgan adelante y reciban los fondos. A nivel de la CAPV, hemos visto que quien hizo la primera propuesta para el Gobierno Vasco fue la propia Price Waterhouse Cooper, es decir, ni el Gobierno Vasco lo ha hecho. Estamos en un nivel de connivencia público-privada, que es una consultora la que hace la primera propuesta. Después hemos visto que el sistema de gestión de los fondos es muy vertical y depende de los Estados y la Comisión, y el resto trata de incidir. Sin embargo, la CEOE y la patronal casi han impuesto un sistema basado en los PERTES (Proyectos de recuperación económica y resiliencia) que son grandes proyectos de la alianza público-privada, a los que solo tienen acceso las grandes empresas. Vemos también que el IBEX ha hecho propuestas por un valor de 120.000 millones, Endesa 23.000 millones e Iberdrola 30.000 millones. Hay ventanillas muy directas entre lo público y lo corporativo para presentar propuestas y que el sistema de gestión dependerá de un órgano interinstitucional comandado por el Presidente Sánchez, en el que se abre la posibilidad de que las empresas estén directamente en ese órgano. Las grandes empresas están permanentemente en todo el proceso desde la presentación de los proyectos hasta la gestión de los mismos.

¿Estarán condicionados los fondos? ¿Cómo y por qué?

No es solo que sean objetivos que no responden a ese win-win en el que todos ganamos, sino que son realmente las grandes empresas las que ganan y lo paga la clase trabajadora. Sino que además son fondos condicionados. Primero por la deuda. Si el Estado español tubo en 2020 un 117% de deuda pública, un 11% de déficit, recordemos que la UE exige en su pacto de Crecimiento y Estabilidad que la deuda no supere el 60% y que el déficit no supere el 3%. Este Pacto se ha suspendido en 2020 y 2021, no sabemos lo que pasará en 2022, pero ese Pacto volverá. La deuda seguirá engordando y cuando se vuelva a plantear el pacto de Estabilidad o surja un estallido financiero, ¿cómo se volverá a esas cantidades de 3% de déficit y 60% de deuda? Todos y todas sabemos como lo hacen. Por un lado, habrá una austeridad que no se ha olvidado, todo lo contrario, se está engordando para ese momento en el que haya que volver a esos parámetros. Y por otro, están las reformas que exige Europa. El dogma neoliberal no ha cambiado en absoluto. El plan español tiene 102 reformas previstas. Además hay unas exigencias del semestre europeo, que son las recomendaciones, que en realidad son obligaciones, que el Consejo hace a los Estados. Ahí están la reforma laboral, la reforma de las pensiones y cuestiones fiscales, que todavía son opacas pero que de alguna manera se están viendo por donde van cuando se plantean, por ejemplo, que todas las carreteras del estado se conviertan en autopistas. Al final, todos esos fondos que se reciben para beneficiar a unos pocos, lo vamos a tener que pagar todos y todas.

Los Estados carecerán de libertad y estarán sometidos a una evaluación continua. Estarán mirando si se hacen los "deberes", ¿no?

No está saliendo en el debate, solo algunos actores sociales y sindicales lo están empujando, pero realmente es una cuestión que está ahí. El Estado español está intentando postergar la concreción de esas reformas para más adelante, la Comisión europea está lanzando mensajes como “esto se tiene que hacer público”, pero al final hay una situación en el que se quiere recibir primero la inversión y luego ya veremos lo que ocurre. Ganar tiempo en esta situación política complicada, para que haya inversión y una cierta mejora económica.

Pero en el fondo tenemos unos fondos europeos que benefician a unas grandes empresas, y mucha incertidumbre, el hidrógeno es un ejemplo de ello. Vienen con reformas laborales y sociales que recortan derechos sociales y con una deuda creciente que nos abona a un futuro de austeridad.

Y desde un punto de vista ecológico, ¿qué impacto tendrán los fondos europeos?

Esta dinámica se sostiene en un relato que habla de que en el 2050 habrá cero emisiones netas en la UE, que en 2030 se reducirán un 55% las emisiones, que se incrementará hasta el 30% la energía renovable, aumentará un 32% la eficiencia energética,... Pero todo esto se quiere hacer fomentando el crecimiento, pero a la vez hay que crecer en un contexto en el que la energía fósil, que ha sido básica para el capitalismo desde la II. Guerra Mundial, está en un momento de agotamiento habiendo llegado a sus picos. El 90 % de la energía que utilizamos en estos momentos es petroleo, gas, carbón y uranio. Y son precisamente los sectores que están en crisis en estos momentos. Las renovables, por mucho que queramos incrementar su uso, solo generan electricidad, y de la energía que consumimos, solo el 20% es electricidad. El resto son otro tipo de componentes que la electricidad no puede cubrir. Es un problema en el que el capitalismo no se había visto hasta ahora. Tener que crecer, hacerlo con menos y solucionar el problema de la electrificación. Lo que no quieren poner en cuestión son los mercados globales, es decir, son mercados totalmente ineficientes en términos ecológicos. Por ejemplo, una piña puede venir de Costa Rica aquí, y después ir a Indonesia. La imagen de ese carguero atrapado en el canal de Suez, es una imagen muy real de lo que es el capitalismo actual, un sistema muy vulnerable. Y la pandemia ha demostrado que los mercados globales han sido los primeros en caer y han sido otros y otras las que han sostenido la dinámica económica.

Tampoco se pone en cuestión el crecimiento en sí, al final se sigue insistiendo en la idea del crecimiento cuando el capitalismo siempre, en toda su historia, cuando crece consume más. Si no fuese así estaríamos en otro sistema que no es el capitalismo. Pero ¿cómo vas a crecer cuando tienes una base menor? Pues es complicado, porque se pone a las grandes empresas a liderar esta dinámica. Por ejemplo, la UE ha elegido a BlackRock, un megafondo de inversión que tiene unos activos equivalentes al 10% del PIB mundial, como asesor oficial en términos ecológicos de la UE. Es como poner al zorro a cuidar del rebaño. El IBEX incrementó sus emisiones en un 22,9% en 2019. Petronor es la novena emisora de gases de efecto invernadero del Estado. Al final, los megaproyectos, con la excusa de ser verdes y digitales, siguen vinculados al extractivismo. Esta nueva economía digital, supuestamente desmaterializada, sigue necesitando minería a cielo abierto, litio,... Necesitan muchos materiales que generan las mismas dinámicas que hemos visto en el capitalismo del siglo XX, estas cuestiones no están cambiando. Para cumplir los objetivos de los fondos europeos sin cambiar todo esto, simplemente queriendo ahorrar y siendo más eficientes en energía no se va a conseguir. Veremos un enconamiento en las dinámicas del cambio climático y en el desgaste de la base natural del sistema.

 

¿Qué relación existe entre los fondos europeos y el hidrógeno?

El hidrógeno es uno de los proyectos estrella de todos los que tienen. De los proyectos el hidrógeno es uno, otra pueden ser las gigafactorias de baterías para la automoción, la energía eólica, los centros de inteligencia que tanto nos gustan aquí, mucha digitalización,... Pero el hidrógeno destaca sobre los demás de manera especial y está vinculado a esa dependencia exterior que tiene en términos energéticos y materiales Hego Euskal Herria. Además es un proceso que es estrictamente europeo, ni a los estadounidenses ni a los chinos les importa un carajo el hidrógeno. Será por algo.

El hidrógeno verde, que es la apuesta que se hace, es el 0,1% del hidrógeno que se produce en Europa. Se están poniendo horizontes ilusionadores, como que el hidrógeno nos va a sacar de esta situación simplemente con agua, que es un elemento abundante. Vemos que las cantidades que realmente se producen de ese tipo de hidrógeno verde, frente a otros tipos, es muy pequeña. Se plantea una estrategia a nivel europeo de no solo producir hidrógeno para Europa sino también para fuera, siendo una idea muy colonial que incluye el norte de África y el este de Europa. Pero luego realmente no existe la tecnología para conseguir los objetivos que se plantean. Pero ocurre que quizá el propio negocio sea la inversión pública que hay ahí. El Estado español va a poner 1.500 millones de euros, seguramente sean más por las partidas que se vayan a sumar. Sirve para el reciclaje de algunas empresas con problemas. Es importante ver que las empresas del gas están ahí detrás insistiendo en esas cuestiones para intentar, en un halo de limpieza verde, colar algunos híbridos de gas, de carbón, con hidrógeno y rescatar un poco su situación actual. Podría ser un reflejo de lo que es un negocio muy incierto, que hay por detrás una posible reconversión de ciertas empresas y ciertos sectores. Y con la condicionalidad que tienen los fondos, no hay que olvidar que se hace a costa del erario público y de la clase trabajadora.