Copenhague: última oportunidad para detener el cambio climático (opinión)

27/11/2009

El cambio climático es ya una realidad innegable. Desde que, en el siglo XIX, empezó la industrialización hasta nuestros días la temperatura del planeta ha ascendido 0,74º C, y en los últimos 30 años el proceso se ha acelerado. Esta subida de temperatura nos ha acarreado unos efectos desastrosos: deshielo de polos y glaciares, subida del nivel del mar, inmersión de zonas de depresión, pertinaces sequías y fuertes precipitaciones, deforestación, pérdida de biodiversidad, agotamiento de tierras agrícolas, migraciones...

¿Cómo se ha llegado a esta situación? Por efecto de la contaminación provocada por un fulminante desarrollo de la industria y, sobre todo, del transporte. La concentración de gases de efecto invernadero aumenta en la atmósfera, y ello impide la disipación del calor.

90. Los científicos se percataron de la gravedad del problema en la década de los 90. Entonces empezaron a reunirse los gobiernos, y a debatir la agenda de cada uno. En el Protocolo de Kyoto de 1997 se instrumentó esta preocupación. Según el acuerdo, los gases de efecto invernadero que se emitían a escala planetaria en 1990 deberían reducirse en un 5% para 2012.

Para cuando se celebró la Conferencia de Kyoto solamente se habían registrado reducciones en los países industrializados, a excepción de Estados Unidos, que no había suscrito el Protocolo, a pesar de ser el país más contaminante. Los países en vías de desarrollo no tenían obligación de reducir las emisiones. Pero los compromisos de Kyoto no se han cumplido, y un claro ejemplo lo tenemos aquí mismo, en Hego Euskal Herria. Sería difícil encontrar una evolución peor, las emisiones han aumentado un 40%.

La Conferencia de Copenhague de diciembre será el foro oportuno para renovar el Protocolo de Kyoto. Así como el compromiso de reducir la concentración de CO2 de la atmósfera, concretamente reducir para 2020 un 40% las emisiones de 1990. Actualmente por cada millón de partículas de la atmósfera, 390 son de CO2. La citada concentración habría de reducirse a 350, para que así la temperatura no suba más de 2º C, y para que los efectos del cambio climático no sean tan catastróficos.

Hay dos temas clave para Copenhague. El primero es comprometerse concretamente a rebajar las emisiones. El Gobierno de EE.UU. no está dispuesto a adquirir tal compromiso. La Unión Europea condiciona sus compromisos a que los demás adopten los suyos. Y los países en vías de desarrollo pretenden seguir como hasta ahora, sin restricciones obligatorias. El segundo punto de fricción será la distribución de la financiación económica, la de las ayudas a los países en vías de desarrollo, para que implementen medidas restrictivas y para que se adapten a los efectos del cambio climático. En las negociaciones previas a la conferencia de diciembre ha quedado bien patente que los gobiernos de los países industrializados no se muestran proclives a materializar las ayudas. Así las cosas, no se augura nada bueno para la Conferencia de Copenhague. En estos casos lo que suele ocurrir es que se cierra un acuerdo, pero vacío de contenido.

ELA es de la opinión de que para hacer frente a un problema de la gravedad de éste es preciso abordar cambios radicales, en lo tocante a modelo económico y a modelo de sociedad. En consecuencia, exigimos a los gobiernos que en la Conferencia de Copenhague adopten medidas de reducción de emisiones y de financiación económica. Compromisos que serán el primer paso en la dirección del auténtico cambio, el de un desarrollo sostenible de la humanidad.