La perspectiva de género en la COP26 ha sido nula

19/11/2021
Han pasado muchos años desde que Naciones Unidas comenzara a celebrar las Cumbres del Cambio Climático (COPs), 42 años concretamente, en 1979 fue la primera en Ginebra. La lectura de género de aquella COP no es la misma que la que hacemos ahora. Antes no había espacios específicos para las mujeres, ahora hay alguno, pero no suficientes. Las mujeres siguen quedando fuera de los centros de decisión y el reflejo de esta ausencia es evidente en los acuerdos que se firman. Las políticas feministas no tienen cabida, son políticas dirigidas a los mercados.

La presencia de las mujeres en los grupos de negociación ha sido del 45%, pero es muy escasa en los principales centros de decisión. Su presencia entre las personas con responsabilidades ministeriales en esta cumbre ha sido inferior al 10%: las ministras de Medio Ambiente son el 7%, las de Transportes el 3% y las de Hacienda el 1%. Las que más presencia tienen son las ministras de Asuntos Sociales, aunque sólo el 13% son mujeres. A pesar de la creciente presencia de la política de género, las mujeres y las políticas feministas tienen poco espacio. Esta COP26 también ha sido de los hombres y para los hombres.

Pero la simple presencia femenina no garantiza la toma de decisiones justas. Las propuestas del movimiento ecofeminista no llegan a los centros de decisión. Las mujeres con este perfil se quedan en los espacios alternativos que se crean alrededor de la COP. Dado que no hay ningún interés en dar cabida a investigadoras, políticas o activistas con estas propuestas, las que ponen la vida en el centro no tienen cabida en estas COP ni en otros ámbitos de decisión.

En los últimos años, en ELA y en Euskal Herria, tenemos en primera línea las luchas de las mujeres, las luchas feministas, las luchas que ponen las vidas en el centro. La situación es la misma fuera de Euskal Herria, muchas de las personas que defiende la vida y el planeta son, en su mayoría, mujeres. En los pueblos del Sur Global esto se ve claramente: las indígenas en las luchas por defender su tierra, las que luchan frente a los megaproyectos energéticos, las zapatistas, y tantas otras. Pero estas luchas y las que las llevan a cabo tampoco han tenido cabida en Glasgow. viajes demasiado caros, aforos covid, la vacunación apenas se ha extendido en estos paises y se les exige el pasaporte covid,... todo ha servido para excluir a las mujeres que están en primera línea contra el cambio climático.

La ausencia en Glasgow de las luchas ecofeministas de primera línea, y qué decir de su ausencia en espacios oficiales de negociación, tiene un gran impacto en los acuerdos finales. Aunque en los últimos acuerdos firmados se empieza a hablar de la perspectiva de género, queda en mera mención. Gracias a las feministas que nos han precedido, los conceptos de género y derechos humanos empiezan a interiorizarse, pero las medidas y propuestas aprobadas quedan muy lejos de la transición social, ecológica y feminista que reivindicamos.

Al final de la COP, lo conseguido es lo único que se menciona. Pero hay que mirar lo que queda excluido del acuerdo para darse cuenta de la brecha de género que presenta. La mayoría de las que mueren en desastres naturales son mujeres. Sufrimos más pobreza energética. Somos el 80% de las desplazadas climáticas. En muchos países la baja tasa de escolarización de las niñas está relacionada con los trabajos de reproducción de la vida, son ellas las que tienen que ir a buscar agua en los pueblos que sufren sequías. Esta misma brecha nos lleva a la primera línea de la lucha climática, a fin de cuentas, a la lucha ecofeminista. Porque si esta transición va a ser justa, tiene que ser feminista.