ELA considera vergonzoso lo acordado en la COP26, porque han vuelto a ganar los lobbies de las energías fósiles

15/11/2021
Acaba de terminar la COP26 de Glasgow, la cumbre del cambio climático de Naciones Unidas. Un año más ha sido un fracaso, aunque muchos quieren venderlo como un paso adelante insuficiente. 26 cumbres, 42 años, celebrando esta conferencia para frenar el cambio climático, y proponiendo medidas que se debían tomar hace 30 años. Si lo que ahora necesitamos se va a hacer dentro de 30 años, no habrá qué salvar. Muchas palabras y poca acción, como siempre.

En septiembre el IPCC (grupo intergubernamental sobre cambio climático) ya adelantó cuál es la situación actual: « Si no se producen fuertes restricciones en las emisiones de gases de efecto invernadero nos adentraremos en una situación irreversible ». No fue fácil publicar el informe, porque como hemos sabido después, muchos países contaminantes ya hacían de lobby para modificar este informe.

Para evitar la catastrófica situación que anuncia el IPCC en su informe, es necesario que el calentamiento medio del planeta no supere los 1,5ºC. Cuando empezó la COP26, la mayoría de los países asumió que era el momento de dar la vuelta a la situación y que estábamos en un punto de inflexión. Muchas palabras, pero el acuerdo de la COP26 queda muy lejos de ese límite. Con las medidas que se han tomado el calentamiento del planeta será de 2,4ºC. Estos son los puntos más significativos del acuerdo:

  • El texto reconoce la situación de emergencia climática, pero el aprobado no es un acuerdo vinculante, por lo que lo poco que se ha firmado se cumplirá, o no, según la voluntad de cada país.

  • Alude a la necesidad de una reducción del 45% de las emisiones para 2030, pero los compromisos de reducción adoptados por cada país son insuficientes. Amplía a 2022 el plazo para adquirir compromisos mayores y deberán actualizarse cada 5 años. Las restricciones de emisión son la clave para combatir el cambio climático, pero si no son vinculantes nunca será suficiente.

  • El texto incluía la reducción de las subvenciones a las energías fósiles y sobre todo la limitación del uso del carbón, pero la presión de la India y otros productores y consumidores de carbón ha cambiado el texto en el último momento. De “eliminar” el uso del carbón, ha pasado a “reducir” su uso.

  • La demanda de los países que más duramente sufren el cambio climático ha sido siempre la creación de un fondo para resarcir los daños. Este era uno de los mandatos más importantes que tenían en Glasgow, pero no lo han cumplido, sólo han aceptado empezar a hablar del fondo.

  • La financiación para adaptarse al cambio climático también está sobre la mesa en todas las COP. Esta vez también ha habido una decisión, la financiación que se puso en 2019 habrá que duplicarla para 2025. Tampoco se ha conseguido aún el llamado Fondo Verde para el Clima de 100.000 millones de dólares que se aprobó en 2009 y se ha decidido posponerlo a 2025. Hay que tener en cuenta que toda esta financiación es el dinero que deben aportar los países más desarrollados para que los emergentes puedan afrontar el cambio climático y tener un desarrollo más limpio. Este punto es muy importante para que haya justicia climática y tampoco se va a cumplir esta vez.

  • Se ha evitado el mecanismo que permitía una doble contabilidad de las emisiones.

  • El lenguaje de los derechos humanos no ha quedado suficientemente claro, a pesar de que se trata de una reivindicación histórica de los países del Sur Global.

Una vez más, nos ha quedado claro los intereses de quién se defienden en este tipo de cumbres. Ni siquiera escuchan las demandas de los países que más sufren el cambio climático, y en su lugar se defienden los intereses de los países con más emisiones y más necesidades de cambio, sin olvidar los lobbies de energías fósiles que hay detrás. De nuevo podemos decir, y ya llevamos 26, que esta COP ha sido puro teatro y que no hay otra palabra para expresar lo sucedido.