INMIGRACIÓN
¿Es legítimo enriquecerse con el trabajo de otra persona?

El título del coloquio, Nativa o extranjera, langile klase bakarra, poseía una clara declaración de intenciones: deseaba cuestionar si realmente existe una única clase obrera o las intersecciones que la atraviesan divide esta clase social en varios grupos. A grandes rasgos, la mesa redonda se centró en dos de las intersecciones que dividen a la clase trabajadora en la actualidad: la vivienda y el racismo. Para ello tuvimos dos ponentes, ambos miembros de ELA: por un lado Katia Henríquez Domínguez, militante antirracista que en la actualidad desempeña un trabajo esencial en los servicios jurídicos de Basauri; por otro, Jose Gómez, militante del sindicato de vivienda Batu. que en la actualidad ejerce de abogado en Ezkerraldea.
¿Qué suponen las intersecciones?
El encuentro comenzó con una explicación de lo que suponían las intersecciones. Autoras como Bell Hooks, Desirée Bela-Lobedde o Pastora Filigrana llevan años señalando que la clase obrera no es un único ente y que dentro de ella también hay diferentes condiciones y/o opresiones. En otras palabras, el racismo y la crisis de vivienda no nos afecta a todas las personas de la misma manera.
La primera exposición fue la de Katia Henríquez Domínguez, la cual narró aspectos ligados tanto al racismo institucional como al social: la división racial del trabajo (claramente visible en los sectores de cuidados), discriminación laboral (la parcialidad y la sobrecualificación son notables en la población migrada), la brecha salarial (las diferencias salariales brutas entre población extranjera y autóctona alcanzan el 23%, la cual aumenta hasta el 25% en el caso de las mujeres extranjeras) y discriminación al acceso a la población activa. Asimismo, resaltó que es necesario dar una respuesta a las premisas que atraviesan las personas migradas, puesto que son la población activa más precarizada y muchas de las personas no conocen sus derechos.
La segunda intervención fue la de Jose Gómez, que se centró en la lucha por la vivienda. Primero de todo explicó que a pesar de que la vivienda fuese un derecho, en la actualidad esta se había convertido en un bien de mercado y que, por tanto, esto transformaba la contradicción entre capital vs trabajo en capital vs vida. Asimismo, el ponente explicó que la mercantilización de este derecho también había provocado la especulación del mismo y, en consecuencia, esta necesidad básica, la vivienda, se había convertido en una herramienta mediante la cual empobrecer a la clase trabajadora y enriquecer a los rentistas y/o especuladores.
Tras hacer una breve exposición de ambos marcos, se entrelazaron los temas. Las personas migrantes son quienes tienen mayor dificultad al acceso a la vivienda; tal es así, que la propia ponente Katia Enríquez Domínguez narró las dificultades que ella había tenido a la hora de alquilar una vivienda en Bizkaia. De igual manera, se puso sobre la mesa la problemática del padrón, otro derecho mercantilizado que es privado a muchas personas día tras día.
Durante el coloquio, pero sobre todo una vez acabadas las intervenciones, el público realizó varias preguntas y participaciones. Una de las preguntas más recurrentes fue: ¿Qué podemos hacer?
En primer lugar, esta cuestión fue diseccionada en dos aspectos. Por un lado, en el marco individual; por otro, en el colectivo. Las respuestas, que se construyeron entre todas las presentes, derivaron desde la importancia de la construcción de discursos y la necesidad de atajar bulos hasta la organización de una respuesta sindical integral y común. Asimismo, se resaltó que es necesario poner el foco no solo en las instituciones, sino también en la ideologización de la clase trabajadora y, por consiguiente, en los agentes sindicales.
En segundo lugar, Jose Gómez respondió con otra pregunta: ‘¿Es legítimo enriquecerse con el trabajo de otra persona?’ Esta réplica tenía una relación directa a la problemática de la vivienda, puesto que las personas rentistas y/o especuladoras se lucran directamente de la fuerza de trabajo de una otredad; o, en otras palabras, de la clase trabajadora. Por tanto, lo que podemos hacer es no reproducir los discursos especulativos y evitar su réplica.
Para finalizar una de las grandes conclusiones del coloquio fue la indiferencia. El filósofo marxista italiano Antonio Gramsci definía la indiferencia como el peso muerto de la historia, a la vez que explicaba que esta suponía el parasistismo, la cobardía y la no vida de una sociedad. Durante la exposición esta fue una idea muy repetida, dado que ni como individuos ni como sindicato podemos ser indiferentes ante las injusticias; debemos combatirlas y seguir trabajando para acabar con ellas.