La Atención primaria, enferma por la pandemia y los presupuestos

13/01/2022
Esther Saavedra, responsable de ELA-Osakidetza
Llevamos semanas en plena sexta ola de la COVID-19 y volvemos a ser testigos de una foto fija de Osakidetza: la atención primaria está colapsada, las plantillas están diezmadas, exhaustas, y con equipos de trabajo raquíticos para hacer frente a las necesidades sanitarias de la población. Esa foto es la consecuencia directa de la aplicación de políticas economicistas. La pandemia se ha convertido en la excusa perfecta para avanzar en la estrategia de desmantelamiento programado de la atención primaria y el único plan es seguir exprimiendo a la plantilla. Paralelamente, la contratación de seguros privados de salud está en máximos históricos. El pasado noviembre La Vanguardia publicaba un titular demoledor: “Récord en la contratación de seguros de salud por el atasco de la sanidad pública”. Sin duda, desde esta perspectiva se entiende mejor que el exconsejero Jon Darpón fichara en 2019 por la aseguradora privada Keralty.

Sólo bajo ese criterio de ahorro se explican medidas como las adoptadas en plena crisis sanitaria: a finales de octubre, Osakidetza decidió prescindir de 4.000 profesionales; en plena sexta ola, recortó los horarios de los centros de salud durante el periodo navideño; paralelamente, ha venido aplicando otros recortes como los recortes de horarios o cierres de los PACs (San Martín, Deusto o Zumarraga). Y de aquellos polvos, estos lodos: la situación de la primaria es insostenible y la atención hospitalaria está cada vez más tensionada.

Para camuflar la realidad de fondo, se nos repiten determinados mantras que poco o nada tienen que ver con la realidad. Uno de ellos es que no hay profesionales médicos. No se dice que esa escasez ha sido programada y responde tanto a una falta de planificación del relevo generacional, como a la huida de capital humano provocada por el maltrato sistemático al que Osakidetza somete a su plantilla.

Pero esta foto no es nueva. Los problemas de la primaria son estructurales y muy anteriores a la COVID19. La pandemia ha venido a tensionar aún más una situación que ya era muy precaria. Recordemos que, ya en 2019, la primaria secundó tres días de huelga para denunciar la precaria situación que soportaban y exigir soluciones.

En diciembre de 2020, ELA realizó un estudio sobre los problemas estructurales de Osakidetza y sus verdaderas causas. Algunos de los datos que recogía dan buena cuenta de los verdaderos problemas de nuestra sanidad pública. El primero de ellos revela que la CAPV está a la cola de Europa y del Estado Español en gasto destinado a salud. Mientras la inversión media de la UE es del 7% del PIB y la media del Estado Español es del 6%, la CAPV invierte el 4,9% del PIB en sanidad, menos que Lituania, Malta o Grecia. Ese porcentaje se ha reducido en la última década. Paralelamente, mientras los países de la OCDE tienen una media de 4,7 camas hospitalarias por 1.000 habitantes, la CAPV tiene 3,64, por debajo de Letonia o Estonia. Además, nuevamente, ese número ha disminuido en los últimos años. En cuanto al personal sanitario, la situación es similar. La CAPV tiene menos médicos por habitante que Lituania o Eslovenia y menos personal de enfermería que Eslovaquia o Grecia. Para completar la foto, podemos añadir que, en datos ofrecidos por el propio Departamento de Salud en febrero de 2021, el 58% de la plantilla de Osakidetza es temporal, un total de 24.600 trabajadores, de los cuales casi 9.000 tienen una antigüedad superior a 8 años.

En este contexto, se ha aprobado la Ley de Presupuestos del Gobierno Vasco para 2022. No plantea más inversión en sanidad pública. Mas allá de la propaganda, el presupuesto no aborda las graves carencias de Osakidetza. De hecho plantea una inversión de 16 millones de euros menos que los efectivamente gastados durante el ejercicio 2021. Las medidas anunciadas por EH Bildu tampoco abordan ninguna de las cuestiones nucleares de la primaria. Plantean una eventual inversión de 30 millones de euros. Sin embargo, el Acuerdo señala que dicha inversión es para el año 2022 y siguientes, sin más especificidad, y su objetivo es el de continuar con la implantación de la Estrategia de Atención Primaria, estrategia que Osakidetza lleva aplicando desde 2019 y que no ha hecho sino empeorar la situación.

Además, el Acuerdo contempla la realización de un estudio sobre los PACs. Sin embargo, ese estudio está ya realizado hace algunos meses y su objetivo final es el cierre o el recorte del servicio de los PACs bajo la excusa de la falta de profesionales. Es un estudio que Osakidetza anunció hace meses en la Mesa Sectorial de Sanidad y cuya necesidad justificó en la dificultad de movilizar recursos para mantener abierta la red de PACs.

De todo lo señalado debemos extraer una conclusión fundamental: Osakidetza no necesita propaganda ni acuerdos vacíos de contenido que blanqueen las políticas de desmantelamiento de los servicios públicos. Necesita más inversión. Hay demasiado en juego.