#A25 "En las organizaciones de izquierda también hay violencia machista”

25/11/2019
‘Despatriarcalizando el activismo’. Ese ha sido el tema que ha desarrollado ELA con motivo del 25 de noviembre, Día Internacional contra la Violencia Machista. Para ello ha desarrollado una jornada de formación en Donostia. En la misma han participado Jone Bengoetxea, responsable de igualdad de ELA, y la investigadora Tania Martínez Portugal. Por otra parte, ELA se ha adherido a las moviliaciones que ha convocado durante todo el día el movimiento feminista.

ELA ha querido hacer una reflexión colectiva mirando hacia dentro con motivo del Día Internacional contra la Violencia Machista. Por este motivo, en la jornada de formación realizada en Donostia ha analizado los casos de violencia machista que se da (también) en los movimientos sociales transformadores de izquierda. No es fácil examinarse a sí mismo, y menos en un tema como este. Pero es necesario. Imprescindible.

Jone Bengoetxea ha desarrollado ese hilo argumental. “ELA está inmersa en pleno proceso de construcción feminista. Por ejemplo, en el Congreso del 2017 se adoptó la resolución ‘Por un sindicalismo no patriarcal. No a la violencia sexista’. En esta resolución ELA adquirió varios compromisos en este sentido. Además de estos compromisos ELA está inmersa en el proceso de cambio organizacional pro equidad de género, que es nuestra brújula ante esta realidad”.

Tania Martínez Portugal es investigadora de Ciencias Políticas en la Universidad País Vasco, autora de la tesis ‘Transformando los imaginarios sobre la violencia sexista en el País Vasco. Las narrativas de las mujeres activistas’. En la tesis, entre otras cosas, analiza la violencia sexista que se da en las organizaciones y movimientos revolucionarios.

“En los movimientos que tienen como base el activismo se identifica fácilmente lo que podríamos definir como violencia ‘extrema’. Se acepta fácilmente que hay violencia sexista, pero el problema no es ese. El problema es que cuesta detectar otro tipo de violencias que puedan ser más invisibles, y, además, muchas veces no se acepta que suceden”.

Durante la charla Tania Martínez Portugal ha querido explicar a qué llamamos violencia sexista. “Unas violencias son más fáciles de ver, otras no. La mayoría de la gente da por buenas las ideas que se trasladan una y otra vez desde el sistema hetereo-patriarcal: los ataques son actos puntuales; los atacantes son personas muy concretas; se relacionan los atacantes con problemas mentales... Este discurso convierte al atacante en víctima, pero desde el feminismo habría que hacer una definición que justo diga lo contrario. No hay que identificar al atacante como una persona con problemas mentales. Hablamos de un problema que se reproduce en todas las estructuras de la sociedad, y que es una herramienta que tiene unos objetivos concretos: mantener el actual sistema y el poder de los hombres. Y esto pasa continuamente”.

La violencia no es una cosa natural, hay que colocarla dentro de un sistema, y surge como consecuencia de las relaciones de poder. Por lo tanto, tiene una identidad política, es un producto cultural. “Muchas veces se hace una jerarquización de las diferentes expresiones de violencia. En el extremo de esa violencia estaría la violencia física. Pero jerarquizar es un grave error. Para llegar al punto ‘cumbre’ de esa violencia hay miles de violencias que facilitan todo ese camino, y la gente no se fija en eso. Y los movimientos de izquierda muchas veces no asumen ese tipo de violencia. Es más, se asimilan. Por ejemplo: ¿a qué hora son las comparecencias públicas? Sobre todo a la mañana, es decir, cuando pueden ir los liberados, que en su mayoría son hombres. O las reuniones. ¿Quién toma la palabra? ¿Quién lleva la agenda? Es decir, en ls organizaciones de izquierda la agenda feminista se suele quedar fuera. Se jerarquizan las luchas, y si hay siete puntos para tratar la violencia machista suele ser el último punto de la agenda. Eso también es violencia”.

La importancia del discurso

Tanía Martínez Portugal ha subrayado la importancia de tener un discurso feminista propio y fuerte. Y, para conseguir ese objetivo, ve un problema: la apropiación de un discurso políticamente correcto. “Los últimos años se ha entendido que el feminismo tiene una gran fuerza, y es difícil no reconocerte como feminista. Por lo tanto, se está produciendo una especie de apropiación del discurso feminista. Y esto es peligroso. Hoy en día el oportunismo político es muy evidente, y la izquierda también, en algunos sitios, ha comprado ese discurso feminista para sacar rédito”.

En la izquierda también hay muchos elementos del discurso patriarcal. Por ejemplo, es común identificar solo la violencia extrema como violencia. En estos espacios se identifica muy fácilmente la violencia física, quien puede ser un maltratador. Pero, por otra parte, en estos espacios cuesta más identificar actitudes patriarcales 'más pequeñas'. Esto sucede mucho en la dicotomía público/privado. Cuando suceden casos de violencia que no son físicas muchas veces en esos espacios de izquierda se personaliza ese problema, como si lo que sucede fuera 'tu problema', dejando aparte el colectivo”.

Nosotros y los otros; falta de autocrítica

Para resolver los problemas y tirar para adelante suele ser imprescindible la autocrítica. También, por supuesto, cuando hablamos de violencia machista. Pero durante la charla ha denunciado que en el activismo a menudo se esconde la autocrítica. “La dicotomía nosotros y los otros es muy habitual en los movimientos de izquierda. No suele haber autocrítica, y se suele dar a entender que 'nosotros' hacemos las cosas bien, dando a entender que son los 'otros' quienes hacen mal las cosas, quienes crean ese tipo de violencias”.

En este tema, ha subrayado que los mitos y los estereotipos tienen mucha importancia. “Si un hombre es de izquierdas, o si ese hombre se define como izquierdista, suele ser muy difícil aceptar que esa persona puede ser un agresor en un colectivo, que tú también puedes ser un atacador. Y, eso, tiene daños colaterales para la víctima, porque le costará mucho más identificar lo sucedido y ponerle nombre y apellidos. Por supuesto, también hay agresores que son políticamente correctos, personas militantes, de discurso progresista, que muestran liderazgo... Pero esas personas son consideradas en las organizaciones como líderes correctos, suele ser muy difícil identificarlas como agresores. Además hay la tendencia a estereotipar a las víctimas, y eso es peligroso. Parece que una mujer fuerte, politizada y feminista no puede ser víctima de la violencia, pero no, cualquiera puede ser víctima de la violencia”.

Objetivo: mantener el actual sistema

¿Cuál es el objetivo de la violencia machista? Tania Martínez Portugal tiene clara la respuesta. “El objetivo es mantener el actual sistema hetereopatriarcal, la supremacía que tienen los hombres. Y para ello se utilizan varios mecanismo, que también se dan en los movimientos de izquierda: el despoderamiento como mecanismo de control; el silencio, es decir, si hay un caso de violencia la organización se mantiene callada o no se posiciona, como si fuera un tema personal; el lenguaje o la forma de hablar; boicot, chantaje o persecución; utilizar la trayectoria política de uno para pasar encima de otras; difundir la idea que los hombres saben mucho más que las mujeres...”

En estas organizaciones suele haber muchas reticencias a hacer frente a este problema. Por ejemplo, a duras penas se acepta de un modo formal que estas organizaciones también hay violencia sexista. Es más, cuando se reconoce también se suelen poner obstáculos para darle la vuelta a la situación. Es decir, crea miedo en las organizaciones militantes de izquierda reconocer que en su seno hay violencia sexista. También hay una tendencia a blanquear su cara. Se da a entender que el problema está superado porque se dan charlas o formación, por ejemplo. Al fin y al cabo, muchas veces se encuentra una tendencia a deslegitimar el feminismo”.

Se necesita una respuesta política

Tania Martinez Portugal ha mencionado que en los casos que se han conocido casos de violencia machista se han puesto obstáculos para aclarar lo sucedido. “Se le ha echado en cara a la mujer que por un tema personal suyo se rompa la unidad del colectivo. Cada organización tiene que preguntarse si le reconoce a la violencia sexista el mismo status quo que a la violencia política. Si se quiere revertir la situación hay que darle una respuesta política: reconocimiento, hablar de agresores y víctimas; darle la palabra a la víctima; y sacar conclusiones colectivas, no consecuencias personales”