La crisis en la OSI Donostialdea es un ejemplo más del deterioro que sufre Osakidetza

05/12/2022
La crisis desatada en la OSI Donostialdea tiene su origen en el deterioro del servicio que ELA lleva años denunciado y que el Departamento de Salud se niega a abordar, ignorando a sindicatos, profesionales y ciudadanía. En apenas dos años de legislatura, hemos asistido al conflicto por los quirófanos del Hospital Bidasoa; al recorte de horarios de los PAC de Zumarraga y Deusto, entre otros; al cierre de las urgencias del Hospital Santiago en Gasteiz; al intento de cierre de la Cirugía Cardíaca de Basurto. La crisis en la OSI de Donostialdea es un capitulo más.

ELA lleva años denunciando que la Mesa Sectorial es un foro vacío de contenido, de carácter puramente informativo, en el que no existe una negociación real. Esta situación, lejos de mejorar, ha ido a peor, con una actitud impositiva y unilateral por parte de la dirección. Es por eso que los sindicatos miembros de la Mesa Sectorial llevan meses sin acudir a ese foro y explorado sin éxito otras vías, como convocar a la Dirección a una reunión en el CRL.

La única realidad es que Osakidetza sigue con su hoja de ruta, sin atender ni una sola de las reivindicaciones de la parte social, y pretendiendo además, utilizar la Mesa Sectorial para aparentar una negociación que no existe. También ha hecho caso omiso a las movilizaciones impulsadas antes del verano: manifestaciones multitudinarias, secundadas masivamente tanto por la plantilla como por la ciudadanía, y cuatro jornadas de huelga. Estas movilizaciones han sido un buen reflejo de los graves problemas estructurales de Osakidetza, del hartazgo tanto de la plantilla como de la ciudadanía, y de la necesidad de soluciones urgentes.

Uno de los grandes problemas de nuestra sanidad pública es la precariedad laboral. Osakidetza tiene más de 24.000 trabajadores y trabajadoras temporales, de lo cuales, casi 9.000, llevan más de 8 años trabajando en Osakidetza. Ello les lleva a encadenar contratos temporales, durante largos años. La situación ha llegado a tal punto, que hay trabajadores y trabajadoras que llegan a la edad de la jubilación siendo temporales. La solución plantada por Osakidetza ha sido la de convocar una OPE de estabilización de apenas 3.000 plazas. A ello hay que añadirle cuestiones como la sobrecarga sistemática de trabajo, la escasez de plantilla, la falta de reconocimiento o una pérdida de poder adquisitivo que ronda el 20%.

En una plantilla cuya media de edad supera los 50 años, el relevo generacional supone un reto que el Departamento no ha querido abordar. Es más, se sigue utilizando la pandemia y la eventual escasez de profesionales para justifIcar los recortes, las listas de espera, o la propia precariedad laboral. ELA vuelve a recordar que sí hay profesionales, pero que faltan buenas condiciones de trabajo. Hay datos objetivos que avalan esta postura: en la última década, el número de facultativos y facultativas de la sanidad privada ha aumentado un 69%, frente al 10% de Osakidetza; en 2021 se registró una cifra récord de certificados solicitados por personal médico para trabajar en el extranjero. Entre tanto, la sanidad privada sigue reforzando su negocio. En la CAPV más del 21% de la población tiene ya una póliza privada.

Las palabras pronunciadas en julio por la consejera Gotzone Sagarduy aludiendo a “nueva cultura”, anticipaban las medidas y recortes que se están dando. Su Departamento sabía que iba a haber oposición a las decisiones, pero aseguró que se adoptarían las medidas necesarias. Y así está siendo.