Arranca el Congreso Internacional de las federaciones de periodistas con la precariedad y la libertad de prensa como principales problemas del sector

31/05/2022
Del 31 de mayo al 3 de junio se celebra en Mascate, la capital de Omán, el 31 Congreso de la Federación Internacional de Periodistas (FIP) -de la que ELA es miembro-, donde se reúnen más de 250 participantes de sindicatos y asociaciones de periodistas de 92 países. En el centro de la agenda, el espionaje a las personas que ejercen el periodismo; reclamar el fin de la impunidad contra los cada vez más frecuentes ataques a los y las periodistas; y analizar el impacto de la pandemia en el sector, entre otras cuestiones de actualidad.

En este primer día de congreso, se ha compuesto la asociación de Asia-Oceáno pacífico, no sin controversia. La composición de sus órganos y el reparto de la representación de los países y regiones ha generado polémica entre sus miembro, con un división notable. Pese a ello, la periodista india Sabina Inderjit ha sido elegida para presidir esta nueva federación.

Periodismo, COVID-19 y libertad de expresión

La primera mesa de reflexión ha girado entorno al impacto de la pandemia en el periodismo y los y las profesionales que trabajan en este sector. Cada participante ha tratado de hacer una radiografía de su región: América Latina; Arabia Saudí y Oriente Medio; Asia-Pacífico; África; Europa; y Norte América. A pesar de las especificidades de cada una de ellas, todos y todas han coincidido en tres cuestiones: en primer lugar, que la COVID-19 ha afectado especialmente a los y las periodistas independientes y a quienes ya contaban con un trabajo precario antes de que estallara la pandemia; en segundo lugar, que las patronales han utilizado la crisis sanitaria para imponer recortes y precarizar, aún más, el sector; y en tercer lugar, que muchos gobiernos han aprovechado la crisis sanitaria y las restricciones para coartar la libertad de expresión.

La primera en tomar la palabra, Zulaina Lainez (FEPALC), ha ofrecido dos datos rotundos sobre América Latina. Del total de periodistas fallecidos en el mundo a causa de la COVID-19, el 40% son de América Latina y Caribe, siendo Brasil, Perú y México los países más castigados. ¿Por qué?, se ha preguntado. La respuesta ha sido clara: por la precarización. Tal y como ha explicado, en estos países existe un gran número de periodistas freelance que no han contado con ningún equipo de autoprotección. “Muchos de ellos tenían más de 65 años y eran autónomos, tenían que salir a trabajar porque si no salen, no comen. Están condenados a trabajar hasta el último día, sin derecho a cobrar una pensión”. Asimismo, Lainez denuncia los recortes del sector, especialmente grave para las mujeres periodistas. “Los empleos más frágiles y precarios son los de las mujeres, y ante una crisis primero se eliminan los empleos más vulnerables”.

Afirma que las empresas periodísticas utilizaron la pandemia como excusa para llevar una reestructuración empresarial que ya planeaban antes de la misma. “La patronal ya tenía en mente todos esos recortes antes de la COVID-19”, subraya. Añade también que ha sido una excusa para limitar el derecho a la información, un derecho que continúa restringido.

Nasser Abu Baker (FAJ), en representación de Arabia Saudí y Oriente Medio, ha mostrado su preocupación por la prensa escrita, que ya se enfrentaba al desafío de la transformación digital antes de la crisis sanitaria. La pandemia impactó especialmente en los puestos de prensa escrita, independientes, y mayoritariamente ocupados por mujeres. Hace hincapié en la necesidad de combatir la desinformación, un problema que se ha agravado en la crisis sanitaria.

La perdida de empleos en el periodismo es una realidad en todo el mundo. Así lo ha recalcado Sabina Inderjit (FAPAJ), quien ha aportado datos sobre la región de Asia-pacífico. En Pakistán, de 10.000 periodistas 8.000 perdieron su trabajo en la pandemia.

Denuncia la inacción de los Gobiernos ante las malas prácticas de las grandes empresas periodísticas que, tras años de acumular beneficios, utilizaron la pandemia para destruir empleos. Especialmente grave, subraya, es la utilización de leyes en contra de los y las periodistas en su región, como la ley de sedición o la ley antiterrorista, leyes por las que muchos periodistas han sido encarcelados en la pandemia.

Sadiq Ahmed Ibrahim (FAJ) añade que en el continente africano más de 3.000 periodistas perdieron su empleo y Morges denuncia que la UE no incluyera a los periodistas en su Plan de Recuperación.

Jennifer Moreau (UNIFOR), en representación de Norte América, pone un nuevo tema sobre la mesa: los traumas a los que se enfrentan los y las periodistas tras cubrir durante durante la pandemia miles de fallecimientos, y el acoso creciente al que se enfrentan por parte del colectivo antivacunas, quien acusa a los medios de crear una pandemia inexistente, hasta el punto de convocar manifestaciones contra los y las periodistas.

A pesar de la gravedad de la situación en el sector, todos y todas coinciden en la necesidad de activar la lucha sindical. Como ha afirmado Zulaina Lainez, “la pandemia nos ha dejado muertos, pero también una apuesta por el trabajo colectivo y la organización para pelear, no sólo para mejorar las condiciones laborales de los periodistas, si no para salvar sus vidas”.