Enseñanzas de hooks en el Día Contra el Racismo

21/03/2022
Leire Estévez, del equipo de Acción Social de ELA
El año pasado nos dejó bell hooks, referente académica, escritora, activista feminista y antirracista; conocida entre otras cosas por las aportaciones a las teorías que hablan de la relación entre las opresiones. No es un error el hecho de escribir su nombre en minúsculas: fue ella quien eligió hacerlo -en homenaje a su bisabuela Bell Blair Hooks-, porque consideraba más importante lo que tenía que decir que el hecho de quién era ella, afirmaba. Nos dejó muchas aportaciones y, sin embargo, es sorprendente cuánto ha costado que su obra llegara hasta nosotras, en comparación con otras autoras (sabemos que no todas las voces se legitiman por igual; este es un claro ejemplo).

De cara al día internacional contra el racismo y la xenofobia, entre los aprendizajes recibidos por hooks, destaca lo siguiente: aquellas que se reconocieron como pioneras del actual movimiento feminista en occidente, se referían a la opresión de las mujeres basándose en las vivencias de un sector concreto determinado de EE UU, como si todas las mujeres hicieran frente a las mismas situaciones; esto es, como si las mujeres racializadas o pobres no existiesen, porque la clase media blanca occidental ha solido hacer de portavoz universal, también en el feminismo.

Todo esto me recuerda que hay algo quizá que puede ser más indignante que la propia opresión, y es en este caso la negación de la existencia de privilegio por parte del opresor, o por decirlo de otro modo, negar que dicha opresión o discriminación de hecho existe; la falta de reconocimiento de la opresión multiplica inevitablemente la rabia.

Y cuando no se reconocen las opresiones u homogeneizamos las necesidades y situaciones de las mujeres, se niega el clasismo y el racismo y, en consecuencia, las vivencias de millones de mujeres.

Por tanto, tal como dijo hooks, es imprescindible tener en cuenta el racismo y la función que cumple en las sociedades capitalistas para comprender la globalidad de las relaciones entre clases. Porque, paradójicamente, el sistema actual se ha construido sobre la gente a la que se oprime, y al mismo tiempo ese propio sistema se esfuerza en excluirlas continuamente: los trabajos más precarios, fundamentales para que el sistema perdure, se dejan en manos de estas personas, y a su vez este mismo sistema les da la espalda continuamente.

Además, aquí la racialización se deriva en muchos casos de la condición de extranjera, y en este sentido no podemos obviar que el Estado español vulnera gravemente los derechos de las personas migradas a través de la Ley de Extranjería; esta ley además del mismo derecho a la libre movilidad, niega otros derechos sociales y políticos fundamentales. Por otra parte, negar el acceso a la regularización adminsitrativa, genera unas condiciones que premiten que se reproduzcan las situaciones más graves de precariedad y explotación.

Es posible que sea esa ley, que niega a las personas extranjeras la condición de personas de pleno derecho, sea el reflejo más flagrante del racismo, pero no es el único: La guerra de Ucrania ha puesto en evidencia hasta qué punto la raza y el origen condicionan el valor de las víctimas de una guerra u otra, y esto es inaceptable.

Además de interpelar con fuerza a las administraciones locales y externas que alimentan esa realidad, y ante este día contra el racismo, tenemos que perder el temor a ser señaladas como privilegiadas; profundicemos en el reconocimiento del problema, ya que el feminismo será antirracista, o no será. ¡Todos los derechos para todas las personas, ya!