Beneficios en época de guerra

06/07/2022
El discurso oficial prometía que después de una caída sin precedentes provocada por la crisis del COVID-19, la economía florecería de nuevo con una doble transición ecológica y digital. Sin embargo, la salida a la crisis pandémica se ha topado con otra gran crisis, en este caso la de la inflación, el coste de la energía y los problemas de abastecimiento. Encadenar una crisis detrás de otra es una muestra más de que el sistema actual está agotado. Decía Antonio Garamendi hace unos días que “hay que tener cuidado con ordeñar en exceso a la vaca”. Lo que no dice es que quién la ordeñan son ellos y que cada vez la riqueza se reparte de forma más desigual.

La economía creció menos de lo esperado durante el 2021 y la inflación en el estado español se situó en el 6,6%. Se creó empleo, pero los costes laborales unitarios disminuyeron. La resultante ha sido una merma del poder adquisitivo y el empobrecimiento generalizado de la clase trabajadora. Sin embargo, muchas empresas aprovecharon la coyuntura para hacer negocio. Buena prueba de ello fueron los beneficios récord de las empresas del IBEX-35, de cerca de 60.000 millones de euros. Para hacernos una idea, estos beneficios suponen un 83% más de los obtenidos en el año 2019 y un 64% más de los beneficios promedio de los últimos 5 años (sin contar el año 2020) (ver imagen).

El año 2022 comenzó con la misma coyuntura de malas perspectivas e incertidumbre, que se han acentuado con la guerra de Ucrania. Las clases dominantes achacan a esta guerra la alta inflación que estamos viviendo (el último dato de junio del 10,2%). Pero esto ya venía de antes. La guerra de Ucrania ha sido la excusa perfecta para desarrollar políticas públicas para ayudar a las empresas, como es el caso de la instituciones de HEH. Ninguna ayuda a hacer frente el empobrecimiento las rentas más bajas dada la alta inflación.

Sin embargo, pese a la complicada situación económica, a pesar de la guerra de Ucrania, las empresas han continuado aumentando sus beneficios en el primer trimestre de 2022. Empresas eléctricas y energéticas han trasladado sin ningún remordimiento el aumento de los costes al precio final. En lo que respecta al sector bancario, la subida de los tipos de interés está provocando un aumento considerable de su negocio. Como se puede ver en la imagen, las empresas del IBEX-35 han incrementado sus beneficios en más de un 50% en el primer trimestre del año 2022 en comparación con el mismo periodo del año anterior. También empresas como Kutxabank, CAF, Dominion o Tubacex han incrementado sus beneficios sustancialmente. Mientras, la clase trabajadora, esa que deriva la mayor parte de su renta al consumo, ve como los precios de los productos básicos, electricidad o gas aumenta, abocándolos a la pobreza.

No parece que la tendencia vaya a cambiar durante todo este año. Según el medio de comunicación especializado en negocios Bloomberg, las compañías del Ibex registrarán un nuevo récord, superando el beneficio neto conjunto del año 2021, una cifra sin precedentes desde el estallido de la burbuja del año 2008. Además, vistos los beneficios del primer trimestre, estas expectativas no solo no se han reducido a causa de la inflación y la guerra de Ucrania, sino que han aumentado en un 5%. Otras estimaciones prevén aumentan ese porcentaje de beneficios hasta un 12%.

Las crisis suelen ser utilizadas para que el capital se reordene y se reproduzca. En estos momentos, la ofensiva en contra de adaptar los salarios al IPC es clara, con discursos como el de espiral inflacionista que puede provocar una subida de salarios. Poco se habla de los beneficios récord de las empresas. El propio FMI ha afirmado que una de las causas de la inflación están siendo las grandes beneficios que están teniendo las empresas, no la subida salarial.

Una vez más quedan en evidencia los límites de este sistema. La leche de la vaca (el petróleo, las energías fósiles) se va agotando y ya no llega para todos. Por esta razón, ELA ve necesario un cambio de modelo económico y social. Es imprescindible una política fiscal que haga pagar más a los que más ganan, elevando el impuesto de sociedades a un mínimo del 25% de los beneficios sin excepciones y gravando los beneficios excesivos que muchas empresas están obteniendo de esta difícil coyuntura. A su vez, es necesario que los salarios se ajusten, por lo menos, al IPC. Es intolerable que muchas empresas se estén lucrando a costa del empobrecimiento de la clase trabajadora y que las instituciones no hagan nada para revertir esta situación.