Un estudio de la UPV/EHU y la Universidad de Cambridge analiza el efecto tuvieron las reformas laborales aplicadas entre 1988 y 2012.

Entre las décadas de 1990 y 2010 sobre todo en Europa y bajo el manto de la flexibilización del mercado de trabajo se aprobaron distintas reformas laborales que redujeron los costes de despido de los trabajadores permanentes, y favorecieron el uso de contratos temporales.

Aunque distintos estudios planteaban que esas medidas no lograron el objetivo deseado, y que no se había producido una mayor creación de empleo, el estudio de la UPV  analiza la repercusión que tuvo esa menor protección del empleo, no solo sobre el empleo total, sino también sobre el empleo permanente y el empleo temporal. Los resultados del análisis fueron claros, concluyen que los cambios introducidos para reducir la protección al empleo, es decir, el abaratamiento de los despidos, y a la vez la promoción de los contratos temporales, no han tenido ningún efecto en la tasa total de empleo, porque lo que ha ocurrido es que ha aumentado mucho el empleo temporal, pero ha caído mucho el empleo indefinido. Es más, añade que la evolución del empleo depende únicamente del crecimiento económico, y solo un mayor ritmo de crecimiento económico genera un aumento del empleo.

Evidencian además que el efecto más evidente de las reformas laborales fue la recomposición del empleo. Se produce una segmentación, trabajadores y trabajadoras con contratos fijos o permanentes, y las personas con contratos temporales. Funcionando casi como dos mercados de trabajo distintos, la posibilidad que tienen las personas con trabajo temporal de conseguir un contrato indefinido es muy pequeña y las condiciones de trabajo de los contratos temporales son más precarios, por su duración y por el salario.

En conclusión, el estudio evidencia una realidad que desde ELA venimos denunciando diariamente.