Mujeres en la precariedad (Opinión)

23/05/2007

Emérita Cuéllar.

Al hablar de igualdad de derechos, sigue existiendo una lista larga de situaciones de desigualdad en los diferentes ámbitos hacia las mujeres. Cualquier aspecto físico, social o cultural puede ser usado en su contra.

Por ejemplo, las mujeres musulmanas en varias partes del mundo y por supuesto también en Europa sufren la discriminación. Son a menudo víctimas de abusos verbales y agresiones, del mismo modo están obligadas a hacer más esfuerzos para convertirse en parte de la sociedad europea.

El pañuelo islámico que utilizan muchas de estas mujeres, más que un símbolo religioso es un distintivo cultural, genera en ocasiones un efecto de rechazo de la sociedad hacia quien lo lleva.

Se dice que antes el pañuelo era simplemente parte del vestido tradicional de las mujeres musulmanas, pero hoy para muchas mujeres musulmanas de occidente, el pañuelo se ha convertido en una señal para reafirmar su identidad.

Lo que manifiestan estas mujeres, es que el llevar el pañuelo no significa rechazar la cultura de occidente, ni que se este dando una vuelta a la tradición. Cuando opinamos sobre si llevar pañuelo es bueno o malo para las mujeres, no nos detenemos a reflexionar la pluralidad cultural y política practicada en el mundo. Lo que si podemos ver es que con la excusa de este símbolo, se disfraza el rechazo a lo desconocido.

La discriminación a las mujeres inmigrantes musulmanas siempre va a más. Se les hace chantaje por papeles, por el idioma, a veces dentro del hogar, pero muchas veces fuera de él. Aunque un porcentaje significativo de estas mujeres son profesionales competentes, se les rechaza constantemente. Ellas dicen que envían los curriculum y casi siempre son llamadas a entrevistas, pero una vez las conocen y ven que llevan pañuelo, el paso siguiente es que las descartan.

El tema es tan complejo que para ellas no hay casi oportunidades, ni siquiera para acceder a los trabajos más precarios, a aquellos a los que nadie aspira.

Nadie quiere tener una empleada de hogar que lleve pañuelo, ni que cuide sus hijos, sus abuelos o sus dependientes. El desconocimiento de las culturas llega tan lejos que se deja de conocer y compartir a personas muy valiosas, por los temores infundados por los políticos y los medios de comunicación.

Esta situación propicia que un importante grupo de mujeres, vivan en la pobreza, en el anonimato, es decir en la exclusión total. Se les discrimina por encajar en el estereotipo de enemigo islámico, inmortalizado por las grandes potencias mundiales, y perpetuado día a día por todas las personas ciegas que no ven más allá de lo que imponen las políticas neoliberales.

Por esto sí no se exigen políticas de respeto a las culturas, se esta accediendo a que la tradición las despoje de todo progreso sociolaboral. Hay que aproximarse y conocerles de cerca, porque necesitan el apoyo y respaldo de toda la sociedad, también son mujeres inteligentes, alegres, creativas, ambiciosas, luchadoras y muchas profesionales de las cuales tenemos mucho que aprender. Su vestimenta no debería ser una resta en su contra.