Ainhara Plazaola: “El hidrógeno impedirá la transformación ecológica y social que necesitamos”

07/06/2021
Se está hablando mucho últimamente del hidrógeno pero no hay todavía mucho conocimiento sobre lo que supone esta tecnología: qué necesidades materiales tiene, qué necesidades energéticas, para qué se puede utilizar, los costes medioambientales,... Pero lo que se está vendiendo no se corresponde con la realidad.

Pero ¿qué es el hidrógeno?

El hidrógeno es uno de los elementos más abundantes del planeta y aparece adherido a otro elemento, como el oxígeno (agua) o el carbono (hidrocarburos). Esto significa que, para obtener hidrógeno, hay que liberar el hidrógeno de otros elementos. Y en el proceso de diferenciación de este elemento se necesita energía. Es decir, para utilizar el hidrógeno como energía se necesita también otra fuente de energía. Y eso complica las cosas.

El uso y la combustión del hidrógeno no produce emisiones de gases de efecto invernadero. Por eso a menudo el hidrógeno se define como energía limpia. Pero puede ser que tenga emisiones de GEI, dependiendo del tipo de energía que se utilice para obtenerlo. Si la energía es renovable será limpia, pero si se obtiene mediante energía fósil tendrá emisiones.

Según la energía utilizada para su producción, el hidrógeno se clasifica por colores:

  • Hidrógeno negro, el que se obtiene utilizando carbón.

  • Hidrógeno gris, el que se obtiene con gas natural. Es la más utilizada en la actualidad.

  • El hidrógeno azul, el que se extrae utilizando gas natural, pero las emisiones que produce el gas natural se neutralizan mediante "captura y almacenamiento". Hay intereses para calificarlo como renovable, pero es una solución falsa que ya casi estaba descartada y que ahora se está reforzando de nuevo.

  • Hidrógeno rosa o morado, extraído con energía nuclear.

  • Hidrógeno verde, cuando la energía utilizada es renovable.

Si la electricidad que utilizamos en el proceso de producción del hidrógeno deriva de energías fósiles o nucleares, el problema continuará. Las intenciones de las grandes empresas que ya han invertido en el sector del hidrógeno han dado indicios de que estarán muy lejos de las renovables, así que la revolución del hidrógeno que nos están vendiendo no tiene nada que ver con las energías renovables.

Realmente, ¿qué usos tiene? ¿será el sustituto del petróleo?

Aun sabiendo que está tan lejos de la energía verde y limpia, estamos viendo que hay intereses enormes para vender el hidrógeno y sus múltiples usos. Entre los usos posibles nos venden los siguientes:

  • Uno de los sectores que se puede beneficiar del hidrógeno es el de la fabricación de acero. Si se sustituyeran por hidrógeno los combustibles fósiles para la producción de acero, se reducirían teóricamente las emisiones que suponen el 8% de las emisiones de GEI de la Unión Europea.

  • La industria química ya utiliza el hidrógeno para varios procesos, pero no como fuente de energía. Por ejemplo, en la producción de fertilizantes, para el refino de petróleo y para el proceso de producción de disolventes. Actualmente el hidrógeno que utilizan no es renovable y las emisiones de GEI del sector suponen el 2% de la UE.

  • También tiene utilidad en los medios de transporte. En los barcos en lugar del diésel. Puede ser una opción en vehículos con baterías.

  • En el sector de la aviación puede ser útil para largas distancias. Dado que el almacenamiento de hidrógeno es más sencillo que el de otras renovables, puede ofrecer ventaja en varios sectores.

  • Por ejemplo, serviría para almacenar energía renovable generada en grandes momentos de viento y sol.

  • Se está estudiando si los sistemas de calefacción por gas en los hogares pueden funcionar con hidrógeno, pero todavía hay que desarrollar mucha tecnología.

Pero también es necesario dar otros datos que no nos cuentan, porque también hay datos que ponen en duda el uso del hidrógeno:

  • Eficacia energética baja. Dependiendo del sector que se utilice, la pérdida de energía a lo largo de todo el proceso oscila entre el 52% y el 70%.

  • Es caro y tiene una baja rentabilidad económica.

  • Dificultad de transporte. Tiene que estar bajo presión, necesita presión alta y es muy volátil.

  • Desplaza a las renovables como alternativa.

  • Bloquea los esfuerzos para reducir la electrificación y el ahorro en el consumo de energía.

  • Se necesita agua. Estando en una crisis climática, la necesidad de agua es un tema muy a tener en cuenta.

Aunque así nos lo quieren vender, el hidrógeno no será un simple sustituto del petróleo. La transición energética será mucho más compleja. Porque el reto que tenemos por delante no es sólo la transición energética, es la crisis ecológica. La sustitución de las energías fósiles por hidrógeno no soluciona nada. El modelo de producción, movilidad y consumo que tenemos choca con los límites del planeta y hay que cambiar radicalmente el sistema.

¿Quién está detrás de ese lobby?

Pero esta transformación no interesa al lobby que está detrás del hidrógeno. Detrás del impulso del hidrógeno está la industria del gas natural. Y una industria tan fuerte, ha invertido muchos recursos para hacer presión. Ha declarado que ha puesto 58 millones de euros para influir en los procesos de decisión y en las políticas diseñadas por Bruselas, y en realidad serán muchos más. Se celebraron 163 reuniones con los comisarios europeos, sus gabinetes y los directores generales para tratar temas energéticos entre diciembre de 2019 y septiembre de 2020. Sin embargo, con las ONGs solo tuvieron 37 reuniones. La Comisión Europea ha aprobado la Estrategia Europea del Hidrógeno, que incluye en sus objetivos todas las peticiones del lobby, entre ellas invertir 430.000 millones de euros para 2030. (Entre 2014 y 2020 se invirtieron 1.000 millones de euros). Que esté aprobada una estrategia significa que tendrá normativa y dinero público a su favor. Y a través de las puertas giratorias, los que estaban haciendo presión han pasado a las instituciones que seleccionan los proyectos y canalizan los fondos.

Además quieren recuperar tecnologías que ya estaban marginadas y olvidadas, y lo están consiguiendo. Por ejemplo, la "captura y el almacenamiento de carbono", tecnología ya desechada, vuelve a tener un respaldo político, financiero y normativo que les sirve para justificar el uso de combustibles fósiles para obtener hidrógeno en sus planes climáticos para 2050.

La industria del gas pretende utilizar la ya existente red de gas natural como futura red de hidrógeno, con el fin de adaptarla al transporte de hidrógeno. La Comisión Europea comparte estos propósitos y abre la puerta a la construcción de nuevas infraestructuras de gas. La futura red de hidrógeno está sirviendo de excusa para resucitar los megaproyectos de gasoductos ya descartados.

Esto demuestra que no se trata de un cambio de modelo de fondo como ELA reivindica, sino que este modelo que se impulsa busca seguir como antes: los mismos agentes, las mismas tecnologías, las mismas infraestructuras, la misma dependencia y la misma distribución de poder y recursos.

¿Qué sabemos del Corredor Vasco del Hidrógeno?

En Euskal Herria también está en marcha el lobby para impulsar el hidrógeno. Aquí Petronor ha sido el principal impulsor, y el Gobierno Vasco le ha abierto el camino. El Gobierno Vasco presentó hace unos meses el Corredor Vasco del Hidrógeno en relación con los fondos europeos. Porque sin esos fondos no se puede entender el desarrollo de todos estos proyectos. Pero todo esto no se ha hecho en dos días, llevan tiempo trabajando. En junio de 2020 Petronor firmó un convenio con la Diputación Foral de Bizkaia para impulsar proyectos piloto de economía circular y tecnología del hidrógeno. Eran inversiones de unos 80 millones.

Petronor viene buscando desde hace tiempo alternativas a su actividad. Dado que ellos también dudan del futuro que puede tener su actividad actual, se han involucrado de lleno en esta tecnología del hidrógeno. Este trabajo realizado por Petronor para sí mismo, ha comenzado a extenderse en sectores que ya están en marcha y con los que se creará en el futuro una red más amplia, completando el denominado corredor:

  • El Gobierno Vasco apostó hace años por el gas natural, que vendía como energía para la transición. Por eso ya hay suficiente industria en torno al gas, y este proyecto también pretende crear sinergias con la industria alrededor del gas.

  • Se utilizará como materia prima en la propia refinería o en las acerías de la zona.

  • En torno a lo que llaman hidrógeno renovable, y en proyectos relacionados con la economía circular, Petronor quiere construir una planta de pirólisis de plásticos para producir combustibles sintéticos y con ello producir hidrógeno. A eso también le llaman hidrógeno renovable, aunque hay muchas dudas de que la energía extraída de la incineración de residuos sea renovable.

  • Se está creando un cluster de empresas interesadas en la tecnología del hidrógeno. Pretenden construir un Centro de Investigación que han llamado Energy Inteligence Center.

  • Tratarán de utilizar hidrógeno como combustible en la planta de Ciclo Combinado de Boroa.

  • Las empresas del entorno del transporte también se unen a la red, CAF con sus trenes e Irizar con los autobuses.

  • Otras empresas están estudiando si se puede utilizar hidrógeno en las calderas de las viviendas.

  • Con la excusa de la economía circular, también se está trabajando con unas instalaciones en las que se genera biogás en Gipuzkoa para utilizar este biogás para producir hidrógeno.

  • En cuanto a las redes de distribución, también involucran a las empresas productoras de las materias primas necesarias, Tubacex para la fabricación de tuberías, Ampo fabrica válvulas y el principal distribuidor de gas, Nortegas, también forma parte de la red.

Ya lo dijo Arantxa Tapia, este corredor se va a llevar a cabo, con fondos europeos o sin ellos. Pero ya han incluido una partida de 400 millones para Petronor en la solicitud de los fondos, por lo tanto, esta tecnología parece ser estratégica también para el Gobierno Vasco. Cada vez está más claro que la transición energética se va a producir "sí o sí", que ya se está produciendo de hecho. La cuestión es cómo será, basada en criterios ecológicos y de justicia social, o para que el capital siga acumulando más riqueza.