Contaminación electromagnética: invisible pero peligrosa (opinión)

27/04/2011

En nuestro entorno cada vez hay más aparatos que emiten ondas electromagnéticas. Nuestro territorio está atravesado por cientos de kilómetros de cables de alta tensión, con sus campos electromagnéticos. Multitud de transformadores eléctricos están situados en cascos urbanos, algunos incluso en edificios de viviendas, por lo que los vecinos de las inmediaciones están sometidos constantemente al influjo de su campo electromagnético. Cada vez son más numerosas las antenas de telefonía móvil que pueblan los tejados, en la CAV se han incrementado en 2009 un 16,7%. La tecnología Wifi es asimismo cada vez más habitual en las viviendas, centros de trabajo y lugares públicos. Se instalan sin ningún tipo de control. El nivel de emisión de una antena wifi es del triple del de una antena de teléfono móvil. ELA se posicionó en su día en contra del wifi, y exigió la instalación por cable en los centros de enseñanza.

Estas antenas crean un campo electromagnético, una contaminación invisible. Los efectos de las ondas electromagnéticas no están suficientemente demostrados. Sin embargo, existen preocupantes señales de riesgo que cuentan con el aval de determinados estudios científicos. Y ELA no es la única organización en preocuparse. El Parlamento Europeo, por su parte, en dos de sus resoluciones, y diversos científicos y expertos, mediante la Declaración de Salzburgo, suscrita por ellos, reconocen:

- Que se debe respetar el principio de prevención. Según el cual, siempre que no haya certidumbre científica sobre los riesgos de una acción concreta, se deben tomar medidas de protección. Para ELA, este aspecto es fundamental. Aunque muchos de estos dispositivos se relacionan con una imagen de modernidad, las empresas que los producen tienen grandes intereses económicos en juego, por lo que hay que tener muy en cuenta factores como la protección de la salud y del medio ambiente.

- Que debe modificarse la legislación, en el sentido de rebajar los límites de radiación permitidos, y de arbitrar medidas de protección de la población, en general, y de los trabajadores que operan bajo influencia directa del campo electromagnético, en particular. La legislación actualmente vigente no ejerce un control suficiente. Y en ello se escudan empresas e instituciones cuando afirman que las instalaciones cumplen la legislación vigente. El límite legalmente permitido en Hego Euskal Herria es de 450 µw/cm2, límite que rebasa alarmantemente lo establecido en otros países (Italia: 10 µw/cm2, Suiza: 4 µw/cm2, Austria: 0,1 µw/cm2). El límite para campo electromagnético recomendado por los científicos es de 0,1 µw/cm2.

Estar bajo el influjo de campos electromagnéticos puede tener efectos a largo plazo. El Instituto Karolinska, encargado de otorgar los premios Nobel de Medicina, y los autores del estudio BioInitiative, expertos en salud pública, han publicado trabajos sobre los efectos dañinos de estos campos. Y se viene a afirmar que la exposición a niveles por debajo incluso de los máximos permitidos tiene su incidencia. A largo plazo puede ser factor de riesgo de Alzheimer y cáncer de mama, y en los niños puede incrementar los casos de leucemia. También puede incidir en el desarrollo infantil y adolescente. Una utilización de 10 o más años del teléfono móvil puede producir tumores cerebrales. En lo que se refiere al wifi, hay evidencias notables que hacen pensar que puede provocar reacciones alérgicas y alteraciones de las funciones normales del sistema inmunitario, así como cáncer y daños cerebrales. Y esas evidencias, por desgracia, han aumentado en los dos últimos años.

Los científicos recomiendan especialmente que los niños no usen teléfonos móviles. Recomiendan no acercar el teléfono móvil al cerebro y utilizar el sistema de manos libres, los mensajes de texto, etcétera. No les parece recomendable instalar tecnología wifi en lugares públicos, especialmente en centros escolares. Cada vez son más las instituciones oficiales de todo el mundo que recomiendan la no utilización de telefonía móvil, inalámbrica y wifi por niños, mujeres embarazadas, enfermos crónicos y personas mayores.

ELA exige que se respeten todas esas recomendaciones. No debemos dejarnos llevar por una permisividad basada en una legislación inadecuada y en unos pactos entre las instituciones y las empresas del sector. Urge tomar medidas al respecto. Reivindicamos el derecho a recibir información verídica sobre el particular. ELA exige priorizar el derecho a preservar nuestra salud. Tenemos un largo camino por delante, no nos podemos quedar esperando a ver lo que sucede dentro de unos años, para entonces puede que nos hayamos arrepentido de no haber tomado a tiempo las decisiones oportunas.