COP16 de Cancún: peor que nunca (opinión)

19/01/2011

El COP16 ha sido la conferencia de las Naciones Unidas para la lucha contra el cambio climático, se ha celebrado en Cancún, en diciembre de 2010. Estas conferencias se vienen celebrando anualmente y siempre con parecidos resultados. En el COP15 de Copenhague, de 2009, se debería haber firmado el acuerdo vinculante de reducción de gases de efecto invernadero; pero no fue así, y se alargó el proceso hasta la cita de México. Y ha llegado el COP16, y tampoco se ha cerrado el acuerdo.

¿Pero por qué tanto desacuerdo sobre la reducción de emisiones y no, por ejemplo, sobre el funcionamiento del mercado del carbono? La respuesta es tan sencilla como triste: resulta más fácil ponerse de acuerdo en los temas objeto de negocio, en los que se obtienen ganancias, aunque sea para unos pocos; que en aquellos otros que suponen un beneficio para toda la sociedad.

En la conferencia de México las grandes empresas y el capital han sido los que han impuesto las condiciones, y los representantes de los gobiernos se han limitado a acatarlas, dejando de lado los tan necesarios compromisos de reducción y apostando por soluciones tan falsas como perjudiciales.

Los gobiernos de los países más ricos, incluidos los de la Unión Europea, no han asumido la responsabilidad que requiere la situación. Y han rechazado un acuerdo vinculante para la reducción de los gases responsables del cambio climático. El objetivo ha sido impulsar los mecanismos que garanticen que todo siga igual: los biocombustibles, la tecnología verde, los mercados del carbono, el programa REDD (compensación por no deforestar)...

En los prolegómenos de estas conferencias se comenta a menudo que es mejor que no haya acuerdo, a que haya uno malo. Estas palabras cobran toda su vigencia después de lo ocurrido en el COP16.

La correlación de fuerzas en el COP16 ha estado desequilibrada. Las mismas fuerzas económicas y políticas responsables de la crisis económica, han sido responsables de la crisis medioambiental. La clase trabajadora y los grupos sociales más desfavorecidos han sido los que en mayor medida han sufrido las políticas de recortes; y los grupos que nos han impuesto esas políticas de recortes de derechos sociales y laborales quieren aprovechar la eliminación del punto del cambio climático de la agenda social para impulsar políticas que acentuarán la crisis ecológica; y, de paso, para hacer negocio en áreas que hasta ahora han estado reservadas al sector público.

Pero, aun siendo grande la fuerza que tienen estos grupos de presión, no es desdeñable la influencia de los numerosos movimientos alternativos que han quedado fuera de la conferencia. Estos movimientos han expuesto sus propuestas alternativas y han hecho oír su voz frente a los que detentan el poder. Las verdaderas alternativas se pueden resumir en pocas palabras: reducción efectiva de los gases de efecto invernadero, utilización de energías renovables, soberanía alimentaria, ayuda a los países que sufren los efectos del cambio climático, impulso de un desarrollo justo, y abandono de soluciones engañosas y perjudiciales. Resulta imprescindible cambiar radicalmente de modelo de producción y consumo.

El resultado del COP16 nos afecta a todos: tanto la crisis ecológica, económica, financiera y social, como la falta de voluntad política para asumir los límites del planeta. Por todo ello, en este momento es importante la unión de todos frente a las políticas injustas que nos quieren imponer y frente a las falsas soluciones, se trate de reformas de pensiones y laborales, o de medidas contra el cambio climático. El sindicalismo no puede quedarse al margen de esta lucha.