¿Diesel o gasolina? #Landeia

09/01/2019
La respuesta es obvia: ni diesel ni gasolina; necesitamos un nuevo modelo de movilidad.

¿Diesel o gasolina? Ese es, al parecer, el único debate sobre movilidad que algunos están dispuestos a mantener. Pero la elección entre diesel o gasolina no es un debate, sino una manera de ocultar los retos que deberá afrontar la movilidad en el futuro. El diesel es, ciertamente, muy contaminante. Pero, ¿acaso no lo es también la gasolina? Ambos son reflejo de un modelo de movilidad nocivo, por lo que ambos deben desaparecer. Un automóvil propulsado por gasolina no será jamás un modelo de movilidad eficiente. No es el combustible lo que hay que cambiar, sino el modelo de movilidad.

En el debate sobre combustibles fósiles, son muchos los que proponen como solución el coche eléctrico. Pero esa también sería una falsa solución al problema. Cuando hablamos de transición energética, subrayamos siempre que, además de cambiar las fuentes de energía, hay que reducir drásticamente el consumo de energía para poder hacer frente al cambio climático y disfrutar de un futuro sostenible.

El gobierno español ha anunciado estas últimas semanas su intención de adoptar diversas medidas al respecto, pero no son en modo alguno suficientes para atajar el problema. El ejecutivo anuncia que prohibirá la venta de automóviles diesel y de gasolina antes del 2040. Demasiado tarde para reducir la emisión de gases de efecto invernadero de los citados vehículos: el cambio climático ya está aquí.

En ese sentido, es muy esclarecedor el último informe publicado por el IPCC (Grupo de Trabajo Internacional sobre el Cambio Climático), que sirve de base científica a la Cumbre sobre el Clima que se celebra estos días en Katowice (Polonia). Por lo que a la transición energética se refiere, señala el informe que hay que dejar de utilizar las energías fósiles y que deben desarrollarse las renovables. Así pues, la medida anunciada por el Gobierno español de cara al 2040 no es acertada y, además, llega tarde.

No basta con medidas pasajeras y aisladas; hay que cambiar el modelo de movilidad, e impulsar un nuevo modelo, ajeno a los combustibles fósiles y a la movilidad excesiva. He aquí algunas de las medidas que se pueden adoptar para cambiar el modelo de movilidad:

  • A corto plazo, subir los precios y las tasas de los vehículos contaminantes.
  • Impulsar la movilidad eléctrica.
  • Distribuir las mercancías en vehículos eléctricos.
  • Aplicar planes de movilidad en el ámbito laboral.
  • Reducir la velocidad media de circulación.
  • Regular los aparcamientos en espacios públicos.
  • Crear una red eficaz de transporte público para todo el territorio, no solo para las ciudades y las localidades más populosas.
  • Impulsar los desplazamientos a pie.
  • Fomentar el uso compartido de automóviles.
  • Planificar la movilidad en bicicleta.
  • Cambiar la distribución del espacio público. 

Este cambio de modelo de movilidad va estrechamente unido a la transición energética, pero también a nuestros modelos de producción y de consumo. Por tanto, habrá que adoptar otras medidas, además de las ya citadas, para reducir los efectos del cambio climático. Por otra parte, hay que llevar el debate más allá de si se debe utilizar un tipo u otro de combustible; el cambio climático ya está instalado entre nosotros, por lo que no basta utilizar gasolina en lugar de diesel: la cuestión es saber cómo nos desplazaremos en el futuro.