ELA se opone a la construcción de una instalación de olas artificiales en la zona de Antondegi de Donostia

12/07/2021
El Ayuntamiento de Donostia, a iniciativa de una empresa privada, quiere construir una instalación de olas artificiales que ocupará 6 hectáreas de zona natural. Los esfuerzos por impulsar el turismo llevan a las instituciones a cometer muchos disparates. Lo que se quiere hacer en la zona de Antondegi no tiene ningún sentido a 4 kilómetros del mar, pero menos aún conociendo sus consecuencias negativas.

Este proyecto no tiene ningún apoyo social, los y las surfistas tampoco lo quieren, y son los usuarios y usuarias potenciales. La iniciativa “Antondegi Berdea” ha reunido a surfistas, grupos ecologistas y otros movimientos sociales, entre ellos los que se oponen al modelo de turismo de masas y los que luchan contra el cambio climático. Estos movimientos sociales defienden diversas causas, y el hecho de que todos se muestren en contra de las olas artificiales en Antondegi demuestra que este proyecto tendrá consecuencias en diferentes ámbitos.

Desde el punto de vista ambiental, la instalación que se pretende construir en un entorno natural afectará a la red de corredores ecológicos de Donostia, la degradación de una de las escasas zonas de Donostia que mantiene en buen estado el ecosistema de campiña atlántica, la afección negativa a 109 especies de aves (27 de ellas incluidas en el Catálogo Vasco de Especies Amenazadas) o la afección a más de 18 especies de mamíferos.

En el contexto del cambio climático, la artificialización del suelo y la reducción de la superficie de hábitats naturales. Los procesos de urbanización, como las olas artificiales, aumentan la vulnerabilidad del planeta ante las consecuencias del cambio climático. Por un lado, la urbanización de los suelos reduce la capacidad natural de almacenamiento de dióxido de carbono en la atmósfera. Por otro lado, la sustitución de los hábitats naturales por la superficie de los suelos urbanizados permite un aumento de la temperatura aumentando el calentamiento global. La urbanización de los suelos también facilita el vertido de las aguas, aumentando los riesgos de erosión e inundación.

Supondrá un consumo irresponsable de energía y agua, un consumo energético medio de 500 hogares y un consumo de agua suficiente para cubrir 10-14 piscinas olímpicas. Es inaceptable en el contexto de la transición energética y el cambio climático. Además, promueven un modelo de urbanismo no sostenible e incompatible con la conservación de la naturaleza y del entorno. A todo ello hay que añadir la transformación de un medio rural en buen estado y la destrucción de tierras agrícolas destinadas a la producción de alimentos de proximidad.

Sobran las razones para rechazar esta instalación de olas artificiales, tal y como ocurrió en San Juan de Luz. La presión social consiguió parar el proyecto que la misma empresa quería llevar a cabo. La iniciativa “Antondegi Berdea. Olatuak Itsasoan” también ha puesto en marcha una recogida de firmas. Para detener este proyecto firma aquí.

ELA rechaza proyectos que no respondan a las necesidades del planeta y de la mayoría de la sociedad. Ya sabemos que estamos tardando en llevar a cabo la transición ecológica y social que necesitamos, y proyectos como el de Antondegi sólo suponen un paso atrás en este difícil camino.