Eliminar el Puente Aereo Madrid-Barcelona ¿lógico o descabellado?

17/01/2020
Ada Colau ha encendido el debate con la propuesta de eliminar el Puente Aéreo, pero el debate es mucho más profundo. Ponemos el grito en el cielo cuando vemos que en la COP25 no asumen compromisos reales, pero a la hora de cambiar hábitos nos negamos a viajar de otra manera o a viajar menos.

El Ayuntamiento de Barcelona ha decidido liderar la batalla contra las emisiones de gases de efecto invernadero. Ha creado la Zona de Bajas Emisiones (ZBE). Desde el 1 de enero esta prohibido circular con determinados vehículos en esta zona. Y quiere ampliar el área integrando en ella al Aeropuerto de El Prat y el Puerto de Barcelona. No tiene competencia en estas instalaciones pero les ha trasladado la propuesta para que hagan sus propios planes de reducción de emisiones.

Dentro de esta linea de trabajo, se está debatiendo si los vuelos entre Barcelona y Madrid, conocido como el Puente Aéreo, deberían desaparecer. El Puente Aéreo tuvo 2,3 millones de viajeros en 2019. En el caso de el Prat esta conexión supone el 4,7% de la actividad total del aeropuerto. Estamos hablando de los aeropuertos de Barajas y el Prat, que en 2018 fueron el quinto y el sexto más transitado de toda Europa con 56 millones y 50 millones de pasajeros respectivamente. Si las emisiones de gases de efecto invernadero deben reducirse, la aviación es uno de los sectores que más debe decrecer, pero su actividad está creciendo año a año. En 2018 batió otro récord con 1.106 millones de pasajeros solo en los aeropuertos de la Unión Europea, un 6% más respecto a 2017. Es el máximo histórico desde que hay registros.

Esta propuesta está integrada en otra más ambiciosa, la de eliminar vuelos cortos que se pueden reemplazar por el tren. Como no cabía esperar de otra manera, desde determinados sectores han criticado estas medidas. Pero el Ayuntamiento de Barcelona no ha propuesto nada que no se esté haciendo en otros lugares mucho más concienciados y que muchas veces se plantean como referentes en otros ámbitos. En Holanda y en Francia el debate sobre los vuelos cortos ha llegado a sus parlamentos. En Francia incluso se planteó una proposición de Ley que pedía estudiar la eliminación de 72 vuelos cortos. En Holanda se ha propuesto al Parlamento prohibir la línea Amsterdam-Bruselas, incentivar el uso del tren bajando el precio del billete. También aerolíneas como KLM han suprimido algunas rutas cortas.

Esta propuesta no prohíbe volar, sino que quiere racionalizar el uso del avión donde existe la alternativa del tren. Sin duda es una propuesta coherente con los pasos que se están dando en lugares con administraciones más comprometidas. Y ha puesto como ejemplo los vuelos que se pueden cubrir en tres horas de tren, como es el caso de Barcelona-Madrid. Extrapolando esta medida a Europa, hay muchas conexiones entre ciudades que cumplen este requisito: Amsterdam-Bruselas, París-Marsella, o Londres-París.

Para que esta propuesta sea real y realizable es necesario un sistema ferroviario, no necesariamente de Alta Velocidad, que conecte ciudades con una frecuencia y precio razonables y asumibles por las personas que necesitan viajar. Para ello es necesario no incentivar más a las aerolíneas y a los aeropuertos, y realizar mejoras en las lineas ferroviarias ya existentes para desarrollar un sistema adecuado a las necesidades de la ciudadanía y el medio ambiente.