Garoña sigue siendo un gran peligro

En el verano de 2018, en apenas un mes, se produjeron tres accidentes en la central nuclear de Garoña. El primero ocurrió el 20 de julio. Una capsula de cesio cayó y su recubrimiento de cristal se rompió cuando se transportaban fuentes radiactivas. El segundo ocurrió el 2 de agosto, cuando un bidón de almacenaje de lodos radiactivos rebosó y vertió 50 litros de lodos radiactivos al suelo. El último, que sepamos, fue el 17 de agosto, cuando se encontró un bidón de lodos radiactivos echando espuma, al parecer por un sellado defectuoso.
En cada accidente se midió el nivel de radiactividad y todos los casos la dirección de la central nuclear de Garoña desestimo informar de lo sucedido. Pero el CSN está obligado a publicar los informes de control de las centrales nucleares, y así nos hemos enterado de lo sucedido, tarde y mal.
Frente a la gravedad de los hechos, ELA denuncia que corremos en mismo riesgo que cuando la central estaba en marcha, que aunque la actividad de la central haya cesado, el riesgo sigue existiendo, y que las administraciones competentes, en este caso el gobierno español, no informan como es debido a la sociedad, y que tampoco la protege. Protegen otros intereses.