La UE utiliza la transición ecológica para blanquear sus políticas de siempre

09/04/2021
El Parlamento Europeo declaró en noviembre de 2019 la emergencia climática. Fue más propaganda que una verdadera declaración de intenciones, ya que las políticas aprobadas después poco tienen que ver con una verdadera transición ecológica de la economía. En diciembre de ese mismo año, la Comisión Europea presentó el Pacto Verde de la UE, más conocido como el Green New Deal Europeo, que pretende convertir a Europa en el primer continente “climáticamente neutro” para el año 2050.

La UE define el Green New Deal europeo como “la nueva estrategia de crecimiento, un crecimiento que aporta más de lo que consume. Muestra cómo transformar nuestro modo de vivir y trabajar, de producir y consumir, para que vivamos de forma más sana y nuestras empresas sean innovadoras”. A estas alturas, y después de declarar la emergencia climática, es inaceptable que la UE siga hablando de crecimiento. Cuando ya es más que evidente que el crecimiento perpetuo no se puede sostener desde el punto de vista de los recursos naturales, ni desde el punto de vista social. Pero qué podemos esperar de una institución que lleva años utilizando la transición ecológica para justificar sus políticas.

Afirman que impulsará un uso eficiente de los recursos mediante el paso a una economía limpia y circular, para restaurar la biodiversidad y reducir la contaminación. La UE declara que actuará en todos los sectores de la economía, palabras que oímos cada vez que una institución pública presenta una política contra el cambio climático, pero que al final acaba defendiendo proyectos insostenibles desde el punto de vista económico, social y ambiental, las medidas propuestas son insuficientes y no permiten revertir la emergencia ecológica y llevar a cabo una transición ecológicamente sostenible y socialmente justa.

Y es que la transición ecológica de la UE está basado en un mito: la economía puede seguir creciendo y, simultáneamente, reducir el consumo de energía y los impactos ambientales. Pero es que no hay recursos materiales para hacer la transición ecológica que plantea el Green New Deal, y es imposible desacoplar el crecimiento “verde” del consumo de materia y energía y de la generación de residuos. Es imprescindible un cambio del modelo productivo y de consumo, que aborde la transformación social y ecológica del sistema, que dé prioridad a la economía de cercanía, y a la relocalización de la economía.

Pero el 2020 nos trajo una pandemia, y todo cambió. La crisis creada por esta situación a dado un vuelco a la política europea, también a las políticas ligadas al medio ambiente. Los objetivos del Green New Deal se han convertido en objetivo del Plan Next Generation EU. Y para muestra un botón, no hay más que ver que tipo de proyectos se quieren financiar. Ya son de sobra conocidos los proyectos que el Gobierno Vasco y el Gobierno de Navarra quieren impulsar con estos fondos europeos: el TAV, la ampliación del Canal de Navarra, el corredor del hidrógeno no renovable, incineradoras,... Y detrás de ellas están multinacionales como Petronor, Iberdrola, Sener, CAF, Irizar, MCC,... que serán las grandes beneficiadas de estos fondos.

Está claro que son proyectos totalmente opuestos al objetivo de luchar contra el cambio climático, dar solución a la situación de emergencia ecológica, o hacer frente a la crisis social y sanitaria reforzando servicios públicos. Pero es que además tienen contraprestaciones que no nos cuentan. La UE llevará a cabo las mismas políticas de antes, y traerán la reforma laboral y la reforma de las pensiones que llevan exigiendo los últimos años. Todas ellas recetas utilizadas en la crisis del 2008 para empobrecer más a la clase trabajadora y enriquecer al capital.

Lamentablemente, la transición ecológica ha servido como excusa para justificar políticas inservibles o inaceptables como el Green New Deal o los fondos del plan Next Generation EU. Y en realidad solo sirven para ahondar en la crisis económica, social y ambiental que padecemos. Lo que necesitamos es un cambio radical del sistema, un cambio que ocurrirá de todos modos, porque el capitalismo nos ha llevado al límite del planeta. La cuestión será cómo será el cambio y quién saldrá beneficiado de él: la clase trabajadora o el capital que solo busca seguir acumulando riqueza.