Las grandes empresas tecnológicas ponen el punto de mira en el sector alimentario

04/03/2021
El sector de la alimentación cuenta en los últimos años con nuevos participantes: empresas tecnológicas y grandes plataformas de distribución mundial. Empresas como Microsoft y Amazon han introducido sus garras en el sector alimentario. Pero ¿qué supone esto a la pequeña agricultura y al sistema alimentario local?

a) Supone una estrecha y poderosa relación entre los proveedores de agricultores y los que controlan los datos. Quienes venden plaguicidas, tractores, drones o fertilizantes obtienen datos sobre los agricultores y les resulta más fácil llegar a los consumidores.

b) Las empresas que llevan años en el agronegocio (Monsanto, Syngenta, Bayer,...) ofrecen a los agricultores aplicaciones para teléfonos móviles, recopilando datos sobre las explotaciones y haciéndoles así "recomendaciones".

c) Las multinacionales dedicadas al comercio digital han adquirido empresas del sector agrario y están asumiendo el control de la distribución de alimentos.

d) Se está impulsando el uso de insumos químicos y maquinaria cara. El objetivo de esto es producir mercancías para las grandes empresas y no alimentos para los pequeños mercados.

Tener datos en el mundo de la tecnología digital supone poder. Las grandes empresas (tecnológicas, proveedoras de redes de comunicación, bancos, agronegocio, grandes productores de alimentos,...) tienen prisa por obtener datos de los diferentes puntos del sistema alimentario y sacar de ellos el mayor beneficio posible. Estos esfuerzos van en aumento, como demuestran las crecientes alianzas, fusiones y compras de empresas. Las mayores inversiones las realizan las grandes empresas tecnológicas, aunque son nuevas en el sector. Su forma de actuar comienza por ofrecer a los agricultores información sobre tierras, meteorología o plagas, para lo que los agricultores ponen a disposición de estas empresas una amplia gama de datos de su explotación. Las empresas tecnológicas ofrecen con estos datos "recomendaciones" a los agricultores y, cómo no, vender sus productos. El agronegocio funciona así desde hace tiempo, empresas como Monsato o Syngenta ofrecen sus aplicaciones móviles a los agricultores con el objetivo de vender semillas transgénicas, plaguicidas y fertilizantes. Para conseguir esto a menudo ejercen una enorme presión sobre los pequeños agricultores, muchas veces los obligan.

En los últimos años, además de vender productos, también compran alimentos a los agricultores y después los venden en sus redes de distribución. Los campesinos no tienen poder frente a los grandes compradores, los precios son insuficientes y están condenados a la miseria. Empresas de distribución como Amazon ya venden alimentos en sus plataformas y controlar las redes de distribución de alimentos locales es otro de los objetivos de estas grandes empresas. En 2017 adquirió la red de tiendas de alimentos orgánicos Whole Food Market de EEUU. El único objetivo es hacer comprar por internet no sólo alimentos sino cualquier producto, ya que cuanto más oferta tenemos a mano más consumimos y sus beneficios crecen.

También en la banca electrónica estas grandes empresas tecnológicas tienen mucho que decir y es otra parte del negocio. Detrás de muchos microcréditos de los agricultores están estas grandes empresas. Así controlan la actividad de estos agricultores, qué cultivan, a quién venden y a qué precio. Por supuesto, están obligados a comprar semillas, fertilizantes, pesticidas... de estas grandes empresas y a venderles la producción. A menudo también deben realizar los pagos a través de aplicaciones de estas empresas, pagando comisiones y atrapándoles aún más en sus redes. Estas plataformas de pago tienen gran fuerza en las comunidades campesinas aisladas, ya que muchas no tienen cuentas corrientes ni otros servicios similares, pero un teléfono móvil lo tienen casi todos y no necesitan nada más para tener estas aplicaciones. Los riesgos del dinero digital son muchos, sobre todo el fraude y los endeudamientos excesivos, y los agricultores sin experiencia en esta materia quedan en una situación muy vulnerable.

Ante estas nuevas realidades, hay diferentes iniciativas que tratan de hacer frente a estas redes poderosas. Existen redes de agricultores que están creando su propia tecnología y la utilizan para compartir su conocimiento e información. También hay quienes desarrollan redes de distribución propias. En la crisis del Covid19 hemos visto claramente que tenemos necesidad de agricultores cercanos y que estos también son capaces de adaptarse a las nuevas circunstancias prestando un buen servicio de manera justa. Decidir qué compramos y dónde compramos como personas consumidoras es importante. Tenemos que mirar más allá de lo que se ve, ya que nuestro modelo de consumo tiene consecuencias. Porque no es lo mismo comprar en una gran cadena de supermercados, en la tienda del barrio, o participar directamente en una red de distribución con baserritarras. Desde el consumo responsable también podemos cambiar las cosas.