Por el bien de todos: ¡no a los transgénicos! (opinión)

21/01/2010

Los alimentos transgénicos ya están presentes en los campos y fogones de Euskal Herría. Se trata de organismos que han sido modificados genéticamente con el pretexto de mejorar la especie. Las especies también se mejoraban antes de la llegada de la ingeniería genética, pero sin modificaciones genéticas y respetando el ciclo reproductivo de cada especie. También se suele argumentar que sirve como instrumento para la lucha contra el hambre, pero es un argumento falaz. El hambre aumenta al mismo ritmo que se extiende el cultivo de transgénicos, por tanto no es ninguna panacea.

Uno de los mayores problemas que presentan los procesos de modificación genética es la incertidumbre acerca de sus efectos. El consumo de alimentos transgénicos conlleva una serie de riesgos para nuestra salud, entre los que cabe citar la aparición de alergias y la resistencia a los antibióticos. También puede influir en la capacidad reproductiva. Desde el punto de vista medioambiental, la modificación genética reduce la biodiversidad, promueve la utilización de productos químicos, e influye en la salud de las especies. En la agricultura también se hacen sentir sus efectos nocivos, ya que las especies modificadas contaminan las no modificadas. Por otra parte, se encarecen los costes de las semillas y crece la dependencia respecto a las multinacionales.

A escala mundial son cuatro los cultivos que acaparan casi el 100% de las tierras destinadas a transgénicos: la soja, el maíz, la colza y el algodón. A través de esos cultivos van entrando los transgénicos en la cocina de nuestras casas.

Sólo se libran, por ahora, la fruta y la verdura. Los productos frescos —como la carne, huevos o leche— también pueden contener transgénicos, a través de la alimentación que se suele dar a los animales. En cuanto a los alimentos procesados, cualquiera de ellos puede contener OMGs. Incluso aquellos que tienen denominación ecológica.

La mayoría de la gente cree que los alimentos etiquetados como libres de transgénicos lo son al 100%. Pero no es así para la normativa vigente. A efectos legales un producto está libre de transgénicos cuando su rastro no alcanza un porcentaje superior al 0,9% del total del producto. La ley se posiciona a favor de los transgénicos y los protege, aun a sabiendas de que contaminan el resto de cultivos. Los cultivos libres de transgénicos al 100% no tienen ninguna protección legal.

La corriente de opinión en contra de los transgénicos ha ido creciendo en los últimos años. Y así se cuentan por miles las explotaciones agrarias que declaran estar libres de transgénicos. En Euskal Herria se ha promovido una campaña en ese sentido, y se han adherido más de 500 baserritarras e instituciones.

Y en Europa 4.500 municipios y 260 gobiernos autonómicos han suscrito una declaración institucional en similares términos. Se declaran contrarios a la introducción de cultivos transgénicos en sus tierras, y reclaman un cambio legal que les confiera competencia para prohibir ese tipo de cultivos.

ELA se ha adherido a esa iniciativa, y exige un cambio normativo en el ámbito de los organismos transgénicos y protección para la agricultura 100% libre de transgénicos. ELA ha lanzado una campaña en contra de los transgénicos, difundiendo información entre los trabajadores. Tenemos derecho a saber y a elegir lo que comemos.