¿Que viene la transición energética? No es verdad

Los datos indican todo lo contrario. A menudo comentamos que la transición va a ser algo que se va a producir, que la cuestión es cómo se hace. Pero como bien explicó Sean Sweney, de la asociación TUED, no es cierto que se esté produciendo una transición energética. Debemos dejar de lado esta idea, porque los datos reales indican que cada vez se está utilizando más energía fósil. Entre ellos, el carbón y el gas son los que han experimentado un mayor aumento. Sólo el 12% de la energía generada a nivel mundial es renovable, aún tiene menos peso en el consumo. Y este dato empeora cada año. En 2017 disminuyó en todo el mundo la inversión en renovables, excepto en China. También en Alemania, siendo el milagro de las renovables, ha descendido. Lo único que han mantenido son los parques eólicos en alta mar.
Cuando ha habido un descenso de las emisiones de CO2 ha sido por la coyuntura económica y no porque haya habido un cambio real. Además del sector energético, también está ocurriendo lo mismo en otros sectores con grandes emisiones, como el transporte o la producción de alimentos, cada año las emisiones van en aumento. Así no se podrá hacer una transición energética.
¿Pero cómo hacerlo entonces? El mensaje que se ha difundido hasta ahora ha sido que "los gobiernos deben impulsar el sector privado a través de subvenciones". Pero esta idea no tiene ningún sentido. La liberalización del sector ha sido un fracaso, tanto para la sociedad como para el medio ambiente, y ahora también para el cambio climático. El único que ha ganado ha sido el sector privado. El objetivo de las empresas no es la transición, no es el ahorro energético, no es la investigación, el objetivo de las empresas son los beneficios. Si los precios de las energías renovables bajan, los beneficios también disminuyen y las empresas dejan de invertir. Nos han hecho creer que la única manera de cambiar el sistema energético es "de forma privada". Pero el mercado no ofrece soluciones, así que es el Estado el que tiene que hacer la transición. Es necesario renacionalizar el sector energético, municipalizarlo, publificarlo,... En definitiva, tener un control público y controlar los precios.
Otra de las trampas han sido los mercados de emisiones de carbono. Solo el 15% de las emisiones mundiales está en ese mercado y el precio en cada lugar es diferente. En la Unión Europea la tonelada de CO2 tiene un coste de 25 dólares y en Estados Unidos de 10 dólares, por lo que no se hará el mismo esfuerzo. Estos mercados no tienen ningún sentido. Las empresas revierten el coste de las emisiones en las personas consumidoras, no impulsa la investigación y las emisiones no bajan. El único efecto es la subida de precios. Esta política no les molesta, y no cambia nada.
Y mientras tanto, ¿qué podemos hacer nosotros? En primer lugar, cambiar nuestra narrativa. El mensaje a difundir por los agentes sociales y sindicales es el del problema global. Las emisiones nos afectan a todos y el problema a resolver es grave y urgente. Por otra parte, debemos tener claro, y reivindicarlo, que es necesario publificar el sector y crear empleos locales y dignos en el sector de las energías renovables. No vale poner aquí las eólicas y que las turbinas las hagan los trabajadores y trabajadoras indonesias en condiciones de esclavitud.
No podemos dejar la transición energética en manos de expertos. A nivel global hay que hacer cambios pero de forma local podemos hacer muchas cosas. Tenemos que que hacernos con el sistema para impulsar los sistemas comunitarios, cambiar el mix energético,... pero para eso hace falta medio plazo y que el sistema esté en manos públicas. Hay muchas iniciativas diferentes, pero lo que tienen en común es que son pequeñas alternativas: la energía que se genera para el barrio, en lugares y edificios públicos,... estos planteamientos tienen que llegar a las instituciones, pero el camino no pasa por la COP y las grandes cumbres. Buscaremos la alternativa a pequeña y mediana escala.
La energía es una de las claves de la inestabilidad del clima, y si no cambiamos la propiedad del sector energético no estabilizaremos el clima.