“Es hora de pasar a la ofensiva” #Landeia

29/01/2020
El 30 de enero Hego Euskal Herria está llamada a parar y salir a la calle en la huelga general convocada por la Cartas de Derechos Sociales de Euskal Herria en defensa de pensiones, empleo y vidas dignas. Mitxel Lakuntza, secretario general, reflexiona en el último #Landeia sobre esta convocatoria y destaca la necesidad de pasar a la ofensiva.

30 de enero del 2020. Huelga general. ¿Cuáles son los motivos?

Demasiados. Nos están llevando a una sociedad más desigual, donde aumenta la pobreza y la precariedad laboral y social. La idea que se nos vende desde las instituciones de que vivimos en un oasis es una invención. Si analizamos, por ejemplo, lo que está ocurriendo en el mundo del trabajo lo que vemos es que los salarios han perdido en torno a diez puntos de poder adquisitivo, y han perdido sobre todo los salarios más bajos. Emerge la figura de la trabajadora o trabajador pobre, con cada vez más contratos parciales que afectan sobre todos a las mujeres con una brecha salarial inadmisible a la vez que los alquileres se disparan a una media de 1.000 euros y las pensiones no tienen siquiera garantizado el IPC. La política que se hace es la que quieren la patronal y las grandes empresas, crece la economía, pero la riqueza se reparte cada vez peor. Ante esto nos rebelamos, sabemos que si nuestras reivindiciones no están en la calle no estarán en ningún sitio. Queremos colocar en la agenda política nuestra reivindicaciones.

¿Cómo se ha organizado esta convocatoria? ¿Entre quiénes?

Creo que es importante recordar que hace seis años numerosos sindicatos y agentes sociales constituimos, a través de un proceso participativo, la Carta de Derechos Sociales de Euskal Herria, y desde entonces hemos desarrollado iniciativas en favor de esos derechos. Por otro lado, hace varios meses, el movimiento de pensionistas de Hego Euskal Herria, que lleva dos años movilizándose todas las semanas, apuntó la necesidad de dar un salto cualitativo en su dinámica movilizadora.

En ELA, y en la Carta de los Derechos Sociales de Euskal Herria, estamos de acuerdo con este planteamiento, decidimos recoger el guante. Por eso hemos acordado un calendario de movilizaciones para los próximos meses, que incluye una huelga general el 30 de enero del 2020. Hay que recordar que hace ya 9 años, en 2011, también convocamos una huelga contra la reforma del sistema público de pensiones.

Es cierto que las pensiones serán uno de los ejes centrales de la huelga, pero no el único. Hay otras dos reivindicaciones que están directamente relacionados y que también tienen que estar en el centro de nuestra agenda reivindicativa. Me refiriero a la calidad del empleo –es evidente la precarización del empleo durante esta última década mediante la subcontratación, contratos parciales, ETTs, eventualidad… todo esto con una clara lectura de género. Por otro lado los derechos sociales, cada vez más escasos y que condenan a miles de personas a la pobreza. Todas esas luchas son la misma lucha.

¿Qué se pretende conseguir con esta huelga general?

La huelga es una gran ocasión para recuperar lo que nos han quitado esta última década y para pasar a la ofensiva. Es nuestra manera de decir; nuestros problemas siguen aquí, queremos cambios. Por eso hemos desarrollado una tabla reivindicativa muy potente: pensión mínima de 1.080 euros, edad máxima de jubilación a los 65 años, salario mínimo de 1.200 euros, jornada de 35 horas semanales, dejar sin efecto las reformas laborales y de negociación colectiva aprobadas los últimos años, garantizar los derechos sociales. Se trata de poner freno a la precarización de las condiciones de trabajo y de vida.

La convocatoria de huelga general no ha gustado ni al Gobierno Vasco ni a la patronal. La han calificado de huelga política y han asegurado que no les interpela porque lo que se reclama no es de su competencia. ¿A quién va dirigida esta huelga?

El Gobierno Vasco y la patronal comparten argumentario. Es difícil a veces distinguir quién es quien. El Gobierno Vasco ha venido a decir que nos equivocamos de ventanilla, que nos dirijamos a Madrid que allá es donde se deberían atender nuestras reivindicaciones.

Lo que les decimos es que dejen de esconderse. Les interpelamos directamente con nuestras propuestas sobre la RGI, el derecho a la vivienda o cuando exigimos otro modelo de atención para las personas dependientes. Les interpelamos directamente cuando les exigimos que complementen las pensiones mínimas hasta alcanzar los 1.080 euros, habiendo un informe jurídico del Parlamento Vasco que lo posibilita. Les interpelamos cuando planteamos en el ámbito de la administración que reconozcan por ley al personal de las subcontratas públicas el derecho a la subrogación y un salario mínimo de 1.200 euros, terminar con la eventualidad en la Administración o la aprobación de una ley para terminar con la discriminación y la brecha salarial.

También el gobierno de Urkullu junto a la patronal nos acusan de hacer política. Curiosamente el mismo día que el presidente de la CEOE viene a Euskal Herria a dar una conferencia para exigir que se elimine el impuesto de patrimonio nos acusa de hacer política. Claro que hacemos política, igual que la hacen ellos, la diferencia es que la política que se aplica es la suya y no la nuestra.

Es evidente que esta huelga no les gusta porque les pone en evidencia y les obliga a retratarse.

La clase trabajadora no tiene caja de resonancia. Nuestra tarea empieza por ahí: por romper el silencio, por sacar a la luz pública la injusticia en la que miles de vascas y vascos viven cada día. Conseguir voz y resonancia para, al menos, ser capaces de ver el país tal como realmente es y no como nos lo pintan. La huelga general va a servir a ello, también. 

La Carta Social ha sido acusada de intentar patrimonializar al movimiento de pensionistas.

Eso no es cierto. Las conversaciones se han llevado a cabo con la coordinadora de pensionistas de Hego Euskal Herria, que representa al conjunto del movimiento de pensionistas.

La campaña, las movilizaciones y la convocatoria de huelga ha sido una decisión consensuada con ellos. La Carta no ha querido patrimonializar nada. Los pensionistas son los que nos han pedido que unamos fuerzas. Y creemos que hay motivos para sumar porque entendemos que es una lucha que nos afecta a todos y todas. En este sentido, yo daría mucho valor a la pluralidad de la convocatoria.

UGT y CCOO no apoyan esta huelga.

No pueden, tienen una gran contradicción. No podemos olvidar que UGT y CCOO firmaron los recortes de las pensiones aprobados en las reformas de 2011 y 2013. Evidentemente, es muy difícil apoyar una huelga que va contra una situación que ellos han provocado.

Decías antes que es hora de pasar a la ofensiva.

Históricamente, muchas de las huelgas generales han seguido la lógica acción-reacción; hemos ido por detrás, a la defensiva. La reflexión desde 2013 en el seno de las organizaciones que componemos la Carta es, precisamente, la imperiosa necesidad de dar pasos en las propuestas y alternativas, y pasar a la ofensiva.

No podemos vivir en la resignación. Esto no es lo que hay ni lo único posible. Hay alternativa al modelo neoliberal actual en todos los campos: laboral, social, finanzas, energía, soberanía alimentaria... Alternativas que mucha gente todavía desconoce y que estamos visualizando y socializando.

La receta de la Carta Social es clara: radicalidad, politización, propuestas y movilización, partiendo de una oposición clara al actual modelo.

Existe una demonización de la huelga por parte de las instituciones o de la patronal...

¿Nos dan otra alternativa? Hay que recordar por mucho que les cueste que se trata de un derecho democrático. La jornada de 8 horas o la edad de jubilación a los 65 años se consiguieron gracias a la huelga. Por tanto, la huelga, y eso lo sabemos muy bien en ELA, nos permite conseguir logros que de otra menara no son posibles. Una huelga general nos hace visibles, es importante marcar referencias, alternativas, propuestas...hacemos pedagogía, se aumenta la toma de conciencia de muchas mujeres y hombres, es un proceso de politización. Una sociedad concienciada es una sociedad mejor.