“Sin una izquierda política firme no son posibles los cambios que necesitamos” #Landeia

12/03/2019
El 5 de abril Adolfo Muñoz Txiki dejará por motivos de edad sus responsabilidades en el sindicato. En vísperas de dejar los actuales cargos que tiene en sindicato, Muñoz ofrece en el número 232 de Landeia una interesante entrevista.

Es ley de vida que al llegar a la edad reglamentaria la gente dé un paso al lado para que otras personas asuman sus responsabilidades. Sin embargo, el adiós de Muñoz significará algo más que un simple relevo por cuestión de edad. “Soy el último cuadro del sindicato que estuvo en el Congreso de Euba de 1976 y que supuso la refundación de ELA tras la dictadura”. Muñoz se va tranquilo porque “el sindicato goza de buena salud y queda en muy buenas manos”, aunque reconoce que “esto de las despedidas no me gusta, me cuesta hablar de mí mismo”. Eso sí, no quiere olvidarse de su familia, “por todo lo que ha aguantado”.

Dejas el sindicato tras más de cuatro décadas de militancia. ¿En qué situación queda ELA?

ELA es una organización influyente en los ámbitos laborales, sociales y políticos. Hay que darle valor a esto. Incluso quienes nos caricaturizan reconocen que existimos e influimos, que las dinámicas que conseguimos poner en marcha influyen en la sociedad. ELA es una organización muy cohesionada, con una cultura organizativa de respeto entre la gente que estamos en la organización. Si miramos alrededor vemos que las fracturas en las organizaciones normalmente comienzan por desencuentros en la dirección. ELA ha tenido un equipo de dirección muy cohesionado; esta cultura es algo que lo hemos heredado y creo que lo hemos conseguido transmitir. Para nuestro proyecto de contra-poder que la dirección esté cohesionada es esencial. Tenemos una autonomía financiera plena que nos da capacidad para ser autónomos en cuanto a pensamiento, capacidad de propuesta y acción. Partiendo de esta base, ELA no acepta con el poder ni relaciones de subordinación ni clientelares. No somos teloneros de nadie. Tenemos intereses propios y queremos que el resto lo acepte como un hecho normal. Gran parte de los problemas que hemos tenido con instituciones, poder económico y partidos vienen de que no aceptan el papel autónomo de organizaciones como ELA.

¿Te vas satisfecho?

Sí, por lo que he dicho. Sabiendo que el camino continúa, porque sigue habiendo mil razones para actuar como sindicato, para dar la cara.

Te ha tocado lidiar con años muy adversos para la clase trabajadora, en medio de una ofensiva neoliberal brutal. ¿Esperabas que viviríamos esta coyuntura?

No, ni yo ni nadie. Ha sido muy duro. El neoliberalismo aprovechó la crisis como un elemento de disciplina social, para seguir logrando su objetivo. Manipulando la política han llegado a un punto desconocido, hasta convertirla en una caricatura. No se puede entender el aumento de la extrema derecha sin tener en cuenta los efectos de las políticas neoliberales. Durante estos años ELA ha dado la cara por los derechos de la gente a la que defiende. No hemos pretendido agradar a todo el mundo, porque para un sindicato de clase eso es imposible. Nos hemos enfrentado a los poderes políticos y económicos.

La crisis no ha acabado. Las condiciones de desigualdad, desempleo, miseria laboral o xenofobia están ahí, y les tenemos que hacer frente. Todos estos años hemos insistido en que el debate que se plantea es de relaciones de fuerzas. Hoy el neoliberalismo gana, las posiciones autoritarias ganan, también aquí. Cuando tienes a Trump, Vox o Bolsonaro, el autoritarismo local que usa el Boletín Oficial para neutralizarnos puede parecer peccata minuta, pero es autoritarismo. Son conscientes de que estamos en una fase donde gana el autoritarismo y el neoliberalismo. Y en esta coyuntura es vital insistir en la organización de un tejido social alternativo que responda a los problemas que tiene nuestra clase.

¿Nos hemos sentido solos en este objetivo?

Diría que no hemos logrado la alianza que el reto exige y que la izquierda política no ha buscado una dialéctica de colaboración con el movimiento sindical. No ha querido. En toda Europa se aplican políticas neoliberales. Pero debemos subrayar el fracaso estratégico que supuso que la socialdemocracia abrazara el consenso neoliberal. En la UE se ha estructurado un marco estricto –neoliberal– por el que da igual quien gobierne, se aplican las mismas políticas económicas y sociales. Ese marco aquí se concreta en la regla de gasto, la prioridad de pagar la deuda y en mantener una política fiscal que imita a los paraísos fiscales. Esto es algo de lo que no se habla, y no solo porque la derecha no quiera, sino porque la izquierda tampoco tiene ganas. Y esto es un drama.

La crisis ha tenido como objetivo, además, neutralizar la disidencia, y el sindicalismo reivindicativo como parte de ella. Por todo esto somos muy críticos con el papel que está jugando la izquierda política. Lo que queremos hacer es difícil, es verdad. Pero si la izquierda política no concluye que la derecha hurta y hegemoniza los debates esenciales, la profundidad de los cambios que necesitamos son imposibles. La izquierda política debe explicar a la gente que no es suficiente con que estén en las instituciones. No hay más que mirar alrededor. La izquierda política debería priorizar la movilización social, debería estar preocupada por el tejido social alternativo, debería trabajar con los movimientos sociales y sindicales. Sin embargo, busca lo que ellos llaman la centralidad política, en un ejercicio estricto de cálculo electoral, relativizando el debate sobre el modelo de sociedad y la movilización social. Es probable que en los últimos 100 años el sindicalismo reivindicativo nunca haya significado menos para la izquierda política. Solo existimos si somos instrumentales para sus objetivos partidarios.

Los estudios sociológicos dicen que los principales problemas de la ciudadanía son el desempleo, los bajos salarios, las pensiones... Esto debería dar condiciones objetivas para que la izquierda crezca. Acabamos de presentar una ILP en el Parlamento Vasco contra la pobreza que nos la han tumbado PNV, PSE y PP. Los representantes del neoliberalismo. En Navarra ni siquiera llegó al Parlamento, la Mesa la tumbó . Y eso con un Gobierno del cambio. Que la derecha actúe así es muy grave y lo denunciamos, pero no nos sorprende. Pero también es grave que en la izquierda no haya habido interés en que el Parlamento sea una caja de resonancia para que la sociedad supiera que se debatía una ILP que tenía elementos importantes para la luchar contra la pobreza.

Eres muy crítico con el papel que está jugando la izquierda política...

Es que la necesitamos. Nos gustaría trabajar de manera coral con la izquierda política. Evidentemente estas relaciones pueden ser conflictivas, porque no vamos a renunciar a nuestra autonomía. Pero no han querido probar esta vía. Si lo que la izquierda busca es su certificación institucional para ser una más, como ha hecho la socialdemocracia en Europa, es normal que el sindicalismo reivindicativo sea un estorbo. Esto para ELA es una frustración. La izquierda política no nos necesita si lo que busca es su certificación institucional. Para esto no necesita la alianza ELA-LAB, le puede suponer un estorbo, porque con su actual práctica quedaría en evidencia.

Una de las razones para que el documento conjunto que ELA y LAB presentamos en septiembre 2017 tiene que ver con el papel que juega la izquierda y la incapacidad de juzgarlo juntos. El sindicalismo de contra-poder debe denunciar la relativización del modelo de sociedad por parte de la izquierda. Con LAB no ha sido posible. Ese documento no se ha podido desarrollar porque a Sortu no le ha interesado.

¿Ésta es tu mayor frustración?

Reconozco que no haber logrado dar proyección a la alianza ELA-LAB ha sido mi mayor frustración. Me preocupa que la derecha se haya ido hasta Despeñaperros. Pero la frustración viene de que la izquierda esté jugando un papel que defrauda las expectativas de su base social y que el sindicalismo abertzale no trabaje como un elemento de contra-poder. Hubiéramos supuesto un freno a la deriva de la izquierda. Y, por supuesto, resolviendo los profundos desencuentros en la negociación colectiva. La alianza no puede ser para debilitar la acción sindical y las huelgas.

Pones el foco en la izquierda, no en la derecha…

No, claro que ponemos el foco en la derecha, en la derecha y en la forma de confrontar desde la izquierda. Yo quiero subir al Everest, es mi objetivo, pero no puedo. Entonces, miro, y digo. ¿Qué organización tenemos para lograr nuestros objetivos? Al final se resume a la relación de fuerzas. La crisis nos ha vuelto a enseñar que solo se respeta la fuerza. Y tras mirar a nuestra organización, concluyo que necesitamos alianzas. ¿Con quién me puedo aliar para conseguir el objetivo? El envite del neoliberalismo es muy fuerte. Y a la hora de analizar nuestras alianzas viene nuestra mayor frustración, porque es algo que debería depender de nosotros. Nos frustra no haber podido desarrollar en términos de autonomía plena la potencialidad de la alianza ELA-LAB, con todo lo que arrastra para que el tejido social que defendemos pueda plantear con orgullo una dinámica muy potente en lo laboral, lo social y lo político.

Alguien dijo aquello de que ELA y LAB habíamos actuado de sherpas. No, ELA de sherpa no ha hecho nunca. Tenemos unos intereses, y lo que hacemos es en defensa de nuestros intereses de clase y nacionales.

¿De que te sientes más orgulloso?

De la utilidad del sindicato para muchas personas y de la influencia real que tienen las mujeres en el sindicato. Más de la mitad de los cuadros de ELA son mujeres. De las 36 personas que componen el Comité Nacional 21 son mujeres. Si a esto le añades que la mayoría de gente del Comité Nacional es joven, dices: ‘el cambió ya está hecho’. Yo entré con 17 años en el sindicato. Esto ahora no es normal. Que tengamos tanta gente que haya decidido entrar al sindicato tan joven es muy positivo. ELA no tiene más familia que su militancia y afiliación.

¿ELA es un instrumento útil para la clase trabajadora?

Sin duda. Que se lo pregunten a la gente que sigue confiando en ELA. A quienes hacen uso del sindicato, a las personas en huelga que cobran Caja… Sin esa confianza es imposible tener más de 100.000 afiliados y esta representación. Eso se logra con una militancia ilusionada. Hay un colectivo que une su pasión sindical con su labor diaria, y eso es muy importante. Últimamente muchos conflictos tienen rostro de mujer, de personas migrantes… Colectivos precarios y marginados. Que ELA lidere esos conflictos nos llena de ilusión.

En tu primer discurso como secretario general comenzaste destacando la importancia de la militancia

La militancia es ELA. He aprendido mucho en ELA porque ha habido gente que me ha enseñado mucho. El sindicato es una burbuja donde se generan grandes relaciones personales. Y en la transmisión de los relevos esto es importante subrayarlo. Yo soy rehén de lo que me han enseñado y se lo agradezco. Nadie nace enseñado, por eso es importante que la gente que sabe transmita su conocimiento. Transmitir la sabiduría que uno pueda tener es una actitud socialista. Quien no transmite sus conocimientos flaco favor hace a la organización en la que está.

¿Con qué sensaciones dejas el sindicato?

Me voy muy contento porque ELA está en plena forma y en muy buenas manos. En el Congreso no me corresponde hacer un análisis de futuro. Lo que sí voy a pedir es que le den todo su apoyo a la nueva dirección y al nuevo secretario general y que lo cuiden. Yo he tenido ese apoyo. En este país hay gente que estaría muy contenta si ELA tuviera problemas internos, si se fraccionara.

Tenemos enemigos y hay que tenerlos fuera. Sostener y alimentar un proyecto de contra-poder es complicado. Por eso tenemos que trabajar mucho la cohesión interna y no tener miedo a remover inercias para hacer frente a las nuevas realidades.

¿Qué te ha aportado ELA como persona?

ELA me ha dado mucho. Para una persona con conciencia política, tanto de clase como abertzale, ELA es un instrumento sin igual. ELA me ha satisfecho mi voluntad de influir en política. Aquí política hace todo el mundo, hasta las personas indiferentes, porque con su actitud favorecen la comodidad del poder. Yo milito políticamente estando en ELA. Sin perspectiva política estás muerto. No somos de ningún partido político, pero eso no significa que ELA no defienda con firmeza su proyección sindical y socio-política. La política no es monopolio de partidos y de la patronal.

En el plano más personal, ELA me ha permitido tener una relación de amistad con mucha gente dentro del sindicato. Y creo que es algo muy grande tener amistad con gente con la que además mantienes una coincidencia de militancia.

¿Y ahora, qué?

Lo tendrán que decidir los que vengan. Cuando cesamos en los cargos cesamos de verdad. En ELA los relevos se hacen íntegramente, quien asume la responsabilidad lo hace, sin ningún tipo de interferencia. Yo nunca he visto interferencias, y lo agradezco. Es la forma que nos hemos dotado para que se legitime la dirección que está. Todos en ELA sabemos qué valor tiene que eso sea así.